António Champalimaud

(Lisboa, 1918-2004) Empresario y financiero portugués, propietario de una de las mayores fortunas del mundo y de intereses en los sectores del cemento, la banca y los seguros. António de Sommer Champalimaud nació el 18 de marzo de 1918 en Lisboa, hijo de Ana de Sommer Champalimaud y Carlos Montêz Champalimaud, que se dedicaba a la industria del cemento y a la construcción.

Con apenas diecinueve años, y debido al fallecimiento de su padre, Champalimaud se vio obligado a abandonar los estudios para dedicarse al mundo de los negocios que había heredado. El ascenso empresarial del joven fue vertiginoso. A los veinticuatro años era administrador de Cementos de Leiria, empresa de la que pasaría a ser director dos años más tarde, en 1944. Inició a la sazón la construcción de su imperio de empresas de cemento, con la fundación de varias compañías en Portugal, Angola y Mozambique.

Talento empresarial

En 1952 surgió el interés por la industria siderúrgica, y consiguió que el consejo de ministros, presidido por António de Oliveira Salazar, autorizara la privatización del sector y creó Siderurgia Nacional. La empresa fue una realidad menos de tres años después y Champalimaud recibió por ello la Gran Cruz del Orden del Mérito Agrícola e Industrial.


António Champalimaud

En esa misma época se casó con Maria Cristina de Mello, hija de la poderosa familia que controlaba CUF, el mayor grupo financiero del país, y reemprendió los estudios, siendo admitido en la Facultad de Ciencias, pero sin abandonar sus proyectos empresariales. En 1957 el matrimonio, que había tenido dos hijos, se divorció, pero volvió a casarse más tarde, a instancias de José de Mello, padre de Maria Cristina. Después nacerían los otros cinco hijos del matrimonio.

En 1960 Champalimaud adquirió el Banco Pinto & Sottomayor (BPSM) y la compañía de seguros Confiança, además de conseguir participaciones en la Mundial y en la Continental Seguros. Poco después fundó las compañías Mundial y Confiança de Mozambique.

En el continente africano, el grupo liderado por Champalimaud encontró un mercado en expansión, y el BPSM se convirtió en el mayor banco privado de las colonias africanas portuguesas. En África integró las fundiciones de hierro y acero, así como su tratamiento (Cifel); se dedicó a la producción de fertilizantes con la Química Geral, levantó la industria del trigo de Beira y Moabeira y el tratamiento del arroz con oryzicola de Mozambique, así como la fabricación de sacos de papel.

A aquellas alturas, Champalimaud optó por la diversificación de sus negocios, para, además de la banca, los seguros y el cemento, liderar el sector de la fabricación de papel, convirtiéndose de hecho en el único proveedor de papel kraft para cemento, cal hidráulica y harina.

Nueva etapa en Brasil

Después de la Revolución de los Claveles (1974), que acabó con casi cincuenta años de dictadura, Champalimaud, como gran parte de los principales empresarios portugueses, vio como un año después el nuevo gobierno o régimen democrático nacionalizaba sus patrimonios, en especial en el sector de la banca y de los seguros.

Con cincuenta y siete años, el «viejo zorro», como era conocido por su habilidad en los negocios, emprendió rumbo a Brasil, donde el 24 de junio de 1976 creó en Vespasiano la cementera Soiecom, una de las mayores empresas del sector en aquel país, que comercializa la marca Cimentos Liz, sinónimo de calidad. Se dedicó, además, al sector agropecuario en tres estados: Minas Gerais, Maranhão y Rio Grande do Sul.

En 1992 regresó a Portugal con la intención de comprar al Estado sus antiguas propiedades. Readquirió en concurso público la mayoría del capital de Mundial y Confiança, en 1994 pasó a ostentar el 80 % del capital del BPSM y compró a los españoles el 50 % del Banco Totta & Açores, utilizando para ello la financiera Crédito Predial, de la que también se convertiría en dueño.

Finalmente, en 1996 adquirió el Banco Investimento Chemical Service, y de nuevo pasó a ser el hombre de referencia de la economía portuguesa. Su popularidad alcanzó un nivel tan alto que hasta se presentó a las elecciones presidenciales. En 1998 aún llevaba un férreo control de sus negocios, a pesar de su avanzada edad. Al respecto, dijo: «Estadísticamente debería morirme ahora, pero como eso no ha ocurrido, sigo trabajando como lo he hecho siempre».

La venta de un imperio

En 1999, António Champalimaud revolucionó la opinión pública y desafió al Estado portugués con un caso único: vender, el 12 de noviembre de aquel año, al BSCH, liderado por Emilio Botín, la mayor parte de sus propiedades, incluidos los bancos Totta & Açores y Crédito Predial, no sin mediar una férrea oposición política. El primer pacto fue vetado en junio de aquel año por el gobierno portugués, pero, después de recorrer las instituciones europeas, Champalimaud consiguió ganar finalmente aquella batalla política y jurídica.

La venta no se hizo efectiva hasta marzo de 2000, y del nuevo acuerdo aprobado por la Unión Europea salió de nuevo beneficiado Champalimaud, que se convirtió en el quinto accionista del BSCH y recibió en efectivo 315.000 millones de escudos. De hecho, era el segundo accionista privado del banco tras la familia Botín, y el quinto después del grupo italiano San Paolo, el Royal Bank of Scotland, la Société Générale y la familia Botín. Con ochenta y dos años, aquel hombre amado y odiado a partes iguales seguía sorprendiendo.

Con una fortuna valorada por la revista Forbes en casi dos millones de euros, lo que lo situaba en el puesto 153 de las mayores fortunas del mundo, Champalimaud dejó un testamento por el que otorgaba al Estado cerca de 500 millones de euros para constituir una fundación destinada a la «investigación científica en el campo de la medicina». Con dos condiciones: que la primera presidenta fuera la ex ministra de Salud de Aníbal Cavaco Silva, Leonor Beleza, y que llevara el nombre de los padres del empresario, con el objetivo de dar la imagen, a pesar de la riqueza acumulada, de un «hombre conocido por su vida austera», como aseguraron que así era sus familiares.

El 8 de mayo de 2004 falleció en su domicilio de Lisboa, a los ochenta y seis años de edad. Los restos mortales de António Champalimaud fueron inhumados en el cementerio lisboeta del Alto de São Joao, mientras el primer ministro portugués, José Manuel Durão Barroso, lo elogiaba como «industrial con excepcional capacidad de iniciativa». En la lápida no constaba su frase preferida: «Con excepción de la honra, todo se compra y todo se vende». Amigo de la familia Rockefeller, Champalimaud pasará a la historia como un empresario solitario, aficionado a la caza, las motos y los aviones, cuyo pensamiento se resume en una frase: «La vida es una lucha, y a mí me gusta luchar».

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].