Karl Marx

 
Tumba. Al tiempo que publicaba el primer tomo de su obra y preparaba los siguientes, Marx intervino personalmente en el desarrollo y orientación de la Asociación Internacional de los Trabajadores, más conocida como Primera Internacional, pero también hubo de asistir a sus luchas internas y a su ocaso tras la Comuna de París de 1871. Como consecuencia, Marx optó por retirarse paulatinamente de la escena política, consagrándose por entero a escribir encerrado en su cuarto de trabajo. Allí paseaba de un lado a otro al tiempo que reflexionaba, llegando hasta el punto de marcar sobre la alfombra un pequeño surco con sus pisadas. Aún era un hombre robusto, pero las secuelas de tantos años de privaciones habían aflorado en forma de una enfermedad crónica de hígado y de frecuentes y dolorosas jaquecas. Comía rápidamente y sin apetito, fumaba sin parar y, como el cigarrillo se le apagaba constantemente mientras escribía o meditaba, consumía una cantidad ingente de cerillas. Burlonamente comentó que El capital ni siquiera le había reportado el dinero suficiente para pagar el tabaco consumido mientras lo escribía. El 14 de marzo de 1883, el hombre que cambió con sus obras y con sus actos el curso de la Historia moría sin dolor sentado en la butaca de su estudio y quizás viendo desfilar ante sus ojos toda una vida de lucha y sacrificio. Ante su tumba, en el pequeño cementerio londinense de Highgate y ante una nutrida concurrencia de familiares y amigos, Engels pronunció las siguientes palabras: "Así como Darwin ha descubierto las leyes de la naturaleza, Marx ha descubierto las leyes de la Historia humana, ocultas hasta ahora bajo el velo de las ideologías, comprendiendo las necesidades imperiosas de los hombres y proponiendo soluciones revolucionarias para satisfacerlas plenamente."