Wolfgang Amadeus Mozart

 
Niño prodigio. El jovencísimo Mozart tocaba el clavicordio con cuatro años, comenzó a componer a los cinco y a los seis tocaba con destreza el clave y el violín; podía leer música a primera vista y contaba con una capacidad asombrosa para improvisar frases musicales. Habilidoso para las matemáticas y con una memoria prodigiosa, todas estas virtudes eran vistas como milagrosas por su progenitor, hombre inteligente, orgulloso y religioso que se tomó como una obligación la educación y el cultivo de las dotes de su hijo. De hecho, Mozart no pisó una escuela, sino que su educación corrió a cargo de su propio padre o de profesores particulares. En la imagen, un retrato de incierta autoría en el que Mozart tendría seis o siete años.