Eduardo Barrios
(Eduardo Barrios Hudtwalcker; Valparaíso, 1884 - Santiago, 1963) Novelista chileno. Se educó en Lima y de vuelta a su patria emprendió la carrera militar, que no llegaría a finalizar. En su juventud llevó una vida aventurera: fue traficante, artista de circo y buscador de oro.
Eduardo Barrios
En 1909 comenzó a trabajar en la Universidad de Chile y en 1925 fue nombrado Conservador de Propiedad Intelectual de la Biblioteca Nacional mientras oficiaba de taquígrafo en la Cámara de Diputados. Se inició en el periodismo en el diario La Mañana, ejerció como crítico de teatro en la revista Zig Zag y también colaboró en diversas publicaciones literarias. En 1927 fue nombrado Director de Bibliotecas; bajo la primera presidencia de Carlos Ibáñez del Campo (1927-1931) asumió durante un breve periodo el cargo de ministro de Educación. En 1953 volvió a desempeñar este cargo y el de Director General de Bibliotecas, en que se mantuvo hasta su jubilación en 1960.
Eduardo Barrios compaginó estas actividades con la escritura y publicación de sus cuentos, novelas y obras teatrales; los méritos de su obra le valieron el Premio Nacional de Literatura en 1946, así como su ingreso en la Academia Chilena de la Lengua en 1953. Vinculado al Grupo de los Diez, al que pertenecieron escritores y artistas como Pedro Prado, Augusto D'Halmar, Manuel Magallanes Moure y Julio Ortiz de Zárate, toda su producción literaria está salpicada de toques de costumbrismo, épica, descripciones de la naturaleza y análisis de la clase media. Su estilo se caracteriza por el profundo análisis psicológico de todas las situaciones y problemas.
Se dio a conocer muy pronto como literato con su libro Del natural (1907), conjunto de relatos de acentuado tono realista, que muestran claramente la influencia de Émile Zola. Más tarde, en 1915, publicó El niño que enloqueció de amor, historia de un niño que se enamora perdidamente de una mujer adulta amiga de su madre, profundo análisis de psicología infantil. Sus sentimientos y vivencias quedan estampados en su "diario de vida". La historia termina en tragedia y el lector, a esta altura involucrado con el joven, siente una profunda conmoción.
Posteriormente publicó Un perdido (1917), sobre el hombre víctima de la sociedad; El hermano asno (1922), sobre la vida religiosa, y Páginas de un pobre diablo (1923). La novela Gran Señor y Rajadiablos (1949), que mereció el Premio Atenea, es el fruto de su experiencia campesina. En ella sobresale la figura de José Pedro Valverde, héroe rural, terrateniente a la antigua, conquistador y acostumbrado al mando y "rajadiablos" en su juventud; Valverde representa la ley y el orden a la manera feudal, enfrentada a la ley positiva. La obra desarrolla una interpretación de las realidades sociales, históricas, geográficas y humanas del medio en que se desenvuelve.
Su última novela, Los Hombres del Hombre (1950), es una conversación interior de un hombre consigo mismo contada a través de un diario personal que sirve para abordar el estudio de estados anímicos y profundizar en las complejidades de la personalidad, quizás una reflexión que el autor realizaba sobre sí mismo y sobre lo que significa la humanidad en su sentido más profundo.
Cómo citar este artículo:
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «» [Internet].
Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en
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