Alonso Berruguete

(Paredes de Nava, España, 1490 - id., h. 1555) Escultor y pintor español. Hijo del pintor Pedro Berruguete, iniciador del Renacimiento pictórico en España, fue seguramente discípulo de su padre antes de trasladarse a Italia en 1504 para completar su formación. No se conocen obras de su período italiano, durante el cual se sabe que estudió sobre todo las creaciones de Miguel Ángel y las obras maestras de la Antigüedad clásica. Su única actividad artística documentada de esta etapa es la finalización de la Coronación de la Virgen de Filippino Lippi.

Se cree que Berruguete llegó a Italia siendo esencialmente un pintor y que regresó a España convertido en un escultor por la enorme influencia que ejercieron en él la escultura de Miguel Ángel y obras clásicas como Laocoonte y sus hijos. Pero su formación italianizante desembocó en un arte singular, de fuerte personalidad, signado por una intensa plasmación de la espiritualidad y por la traducción en patético de cualquier sentimiento.

Retornó a España hacia el año 1518 y poco después fue nombrado pintor de la corte de Carlos V, pese a lo cual trabajó principalmente como escultor. Valladolid y Toledo fueron sus dos centros de actividad. En la primera de estas dos ciudades realizó el retablo del monasterio de San Benito. En la segunda esculpió la sillería alta del coro de la catedral, dos obras maestras que permiten considerar a Berruguete el principal escultor español del siglo XVI y una de las grandes figuras de la escultórica hispánica de todos los tiempos.


Sacrificio de Isaac

En el grandioso retablo de San Benito, realizado entre 1528 y 1532, el estilo más peculiar de Berruguete se presenta ya en toda su plenitud. Sus figuras recuerdan las de Miguel Ángel por la musculatura poderosa y la fuerza emocional, pero se acercan, anticipándolas, a las de El Greco en cuanto a estilización y expresionismo. Por todas estas características se considera a este artista el introductor del manierismo en España. Del retablo de San Benito, el grupo más valorado es el Sacrificio de Isaac, en el que alcanza su cima el trazo nervioso típico del artícife, que modela con cierto frenesí los cabellos, los ropajes y las carnes. También son muy conocidos el San Jerónimo y el San Sebastián, dotados de gran patetismo, con un realismo triste en los rostros y los gestos.

Por la importancia de su actividad en la ciudad de Valladolid a partir de 1517 y hasta su traslado a Toledo, se considera a Berruguete el fundador de la escuela vallisoletana de escultura, uno de los principales focos del arte español del Renacimiento y el Barroco. Su trayectoria artística culminó con la sillería alta del coro de la catedral de Toledo, que ocupó los últimos años de su actividad. En cada sitial del coro, el autor talló una figura en altorrelieve con la expresividad y la fuerza dramática que le son características: todo un repertorio de personajes bíblicos en las actitudes más diversas, fruto, en cada caso, de un detallado estudio psicológico. Esta obra magistral culmina en el grupo de la Transfiguración, labrado en alabastro por encima del sitial central y que compendia en sí todas las cualidades artísticas de este escultor único.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].