Francis Herbert Bradley

(Glasbury, 1846 - Oxford, 1924) Filósofo inglés. Francis Herbert Bradley realizó sus estudios en Oxford, donde permanecería más tarde (desde 1870 hasta su fallecimiento) como "fellow" en el Merton College. En aquel ambiente, el culto de la vida intelectual y científica era una vieja tradición y Bradley puede considerarse una bella encarnación de tal culto. Se había acercado a la filosofía durante los tiempos en que Inglaterra se abría, en forma más sentimental que crítica, al entusiasmo por Kant y por Hegel; y quedó influido toda su vida por la sugestión del método crítico del filosofar kantiano, así como por el razonar dialéctico y por el "pathos" de la unidad sugerido por el hegelianismo.


F. H. Bradley

Conservó siempre, sin embargo, una dosis de relativismo con un acento de confianza en la experiencia y en su positiva eficacia (Apariencia y realidad y Ensayos sobre la verdad y la realidad). Sus textos hablan también de una preferencia por la claridad: amaba el espíritu del idealismo, pero detestaba la oscuridad de Fichte y de Schelling y también de Hegel, confesaba no conocer del todo a Kant y amaba a David Hume y Johann Friedrich Herbart. Profesaba en su intimidad una religión al mismo tiempo romántica e intelectual, que era para él tensión hacia lo divino y elevación a la totalidad espiritual (Estudios de Ética).

Pero junto a tal acento plotiniano persistía viva en él la actividad práctica, que consumía en el College, y un sentido muy concreto del análisis de los detalles. Despreocupado de "escuelas", se mostraba, sin embargo, solícito en educar a los jóvenes para el pensamiento. Agnóstico en materia de religiones positivas y aun mal dispuesto quizá a apreciar el patrimonio moral del cristianismo, a consecuencia de experiencias realizadas en el "Simeon Truth", alimentaba -cosa típica de los mejores idealistas- una religión real del deber y de la cultura. De modo que dio sobre todo un sentido de profesión elevadamente noble y de seriedad intelectual a una vida lúcida hasta la vejez y carente de episodios exteriores; y en su seriedad de filósofo se concreta también la dignidad humana de la aristocrática figura de Bradley, encarnación tardía en los umbrales del siglo XX del mejor modo de la cultura laica del XIX.

Sus trabajos sobre la ética inauguran la producción original del idealismo inglés después de la exégesis kantiana y hegeliana. Se propuso mostrar la insuficiencia de dos tendencias en este campo: el hedonismo del "placer por el placer" y el formalismo del "deber por el deber". La finalidad de la ética, según él, es realizar plenamente la persona (no la persona particular, sino la personalidad universal) a partir de la situación concreta, en el contexto de la vida social.

Se mostró en consecuencia contrario a fundar la ética sobre la psicología y, en particular, sobre la asociación de las ideas. Bradley sostiene que las ideas no son acontecimientos mentales subjetivos, imágenes interiores, sino significados puros. Esta tesis de irreductibilidad de la lógica a la psicología será heredada por todo el pensamiento inglés inmediatamente posterior. De hecho, fue la obra que con mayor respeto criticaron sus adversarios.

La metafísica de Bradley es un monismo radical. Dado que la verdad se encuentra únicamente en la unidad del todo, toda afirmación de una multiplicidad de sustancias está en contraste con la realidad. La finalidad de la filosofía consiste en reafirmar la "unidad omnicomprensiva" de la realidad, que para Bradley, lo mismo que para Hegel, es lo absoluto. En contra de Hegel, Bradley piensa, sin embargo, que lo absoluto no puede ser determinado sino "negativamente", es decir, diciendo de él lo que no es. Lo absoluto es lo contrario a la apariencia, pues ésta es propia del mundo de la pluralidad.

Esta tesis da un tinte de misticismo al idealismo de Bradley. Toda determinación positiva de lo absoluto implicaría relaciones y entonces lo absoluto se vería reducido a la apariencia. Por el mismo motivo, lo absoluto comprende en sí a la apariencia, pues no sería absoluto si hubiera algo exterior a él. El pensamiento humano solamente se puede acercar al absoluto por medio de la analogía o del simbolismo, con ocasión de experiencias pasajeras, como pueden darse en el arte o en la moral.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].