Hans Driesch
(Bad Kreuznach, 1867 - Leipzig, 1941) Zoólogo, naturalista y filósofo alemán. Fue discípulo de Haeckel, con quien llevó a cabo la cría de larvas de erizo de mar a partir de trozos de un embrión. Promotor de las estaciones zoológicas de Trieste y de Nápoles, desarrolló en ellas su propia teoría embriogenética, conocida como teoría neovitalista, para cuyo desarrollo acudió a la filosofía (primero al mecanicismo y luego al vitalismo). Es autor de Filosofía de lo orgánico, El concepto de forma orgánica (1919), Estudios lógicos sobre la evolución (1918-1919) y Metafísica de la naturaleza (1926). Acabó orientando sus investigaciones hacia la parapsicología (Parapsicología: la ciencia de los fenómenos "ocultos", 1932).
Hans Driesch
Hans Driesch inició su actividad científica en el ámbito del mecanicismo, pero luego se convirtió en uno de los más firmes defensores del neovitalismo. Después de haber estudiado filosofía y ciencias naturales en Friburgo, Munich y Jena, se dedicó entre 1891 y 1900 a investigaciones biológicas en la estación zoológica de Nápoles. A esta época se remontan sus trabajos sobre embriología experimental (denominada por él fisiología del desarrollo) y sobre los huevos de los equinos, estudios que han pasado a ser clásicos.
Para explicar los resultados de su labor abandonó la hipótesis mecanicista de Ernst Haeckel, que había sido su maestro, y le opuso la de un principio inmaterial, inmanente respecto del germen. El problema de una justificación filosófica del vitalismo biológico en una teoría general de la realidad atrajo luego todo su interés, y en 1907 abandonó la biología y se orientó hacia los estudios teoréticos y filosóficos. Logró ser habilitado para la enseñanza libre en Heidelberg en 1909, y fue solicitado como catedrático de filosofía en la Universidad de Colonia en 1919, y luego, en 1921, en la de Leipzig.
Driesch buscó una confirmación de la teoría vitalista en el estudio de las manifestaciones parapsicológicas, a las que dedicó la obra Parapsicología: la ciencia de los fenómenos "ocultos", publicada en 1932. Este tratado es, como ya advierte el autor, "una especie de guía para aquellos que quieren trabajar con éxito en este campo, tanto para el estudio eventual de los hechos como para la eventual elaboración de teorías explicativas". La obra se abre con una requisitoria contra la ciencia oficial, ausente de este terreno hasta el punto de confundir la parapsicología con el espiritismo, que no es más que una hipótesis interpretativa de los fenómenos, y de ignorar todo el trabajo llevado a cabo por investigadores serios, sin darse cuenta de que nos encontramos tal vez en vísperas de una total revolución de nuestras ideas sobre el mundo.
El tratado se divide en dos partes. En la primera, "Método de la Parapsicología", el autor pone en guardia contra los fraudes voluntarios e involuntarios. Distingue los fenómenos espontáneos de los provocados, los parafísicos, por los cuales siente aún cierta desconfianza, de los paramentales, los menos susceptibles de mistificación; y se esfuerza en simplificar su clasificación. En la segunda, "Teorías de la Parapsicología", después de haber demostrado la insuficiencia de las teorías materialistas frente a estos fenómenos y la confirmación que éstos han dado a su vitalismo, examina especialmente el animismo, que quiere explicar todos los fenómenos paranormales con las "facultades" patentes o latentes del hombre vivo, sin afirmar nada en cuanto a su supervivencia o a la forma de esta supervivencia, y el espiritismo (llamado por él "monadismo"), que quiere explicar un buen número al menos de aquellos fenómenos con la actividad de los espíritus, concebidos como personalidades individuales supervivientes.
Aun reconociendo que el estado de las investigaciones no permita dar por resuelta la cuestión en favor de ninguna de las dos teorías, Driesch tiende a considerar la hipótesis animista como más artificiosa que la espiritista, por la cual muestra su preferencia. Concluye sin embargo reconociendo que lo que urge es efectuar experiencias claras e indiscutibles, que es lo único que permitirá hacer una selección entre las diferentes teorías propuestas, las cuales mientras tanto no son más que simples "hipótesis de trabajo".
Los estudios de psicología anormal encaminaron decididamente a Hans Driesch hacia la crítica del materialismo, que encontró su más completa expresión en La derrota del materialismo (1935). Sus argumentos contra las teorías materialistas se hallan en esta obra ampliamente desarrollados. El autor examina un gran número de fenómenos biológicos, psicológicos y metafísicos para fundamentar sobre ellos su refutación del materialismo. Para el fenómeno biológico invoca el concepto aristotélico de "entelequia", una finalidad inmaterial, inmanente en cada ser viviente, que organiza la materia cumpliendo una función teleológica. El fenómeno psicológico exige más: un principio inmaterial, un alma. El sentimiento, las ideas, la memoria -irreductibles a un proceso químico, especialmente por lo que se refiere al registro cronológico- manifiestan todos ellos algún principio inmaterial, lo mismo que el inconsciente o subconsciente, que sin la intervención de la voluntad consciente cura una herida mediante un proceso sabiamente regenerativo.
Después de haber examinado en la Parapsicología los fenómenos que en un principio le habían parecido aptos para demostrar la inconsistencia de la teorías materialistas de E. A. Haeckel, Hans Driesch llegó a la convicción de que la vida cotidiana presenta problemas psicológicos no menos enigmáticos que los metapsíquicos. En Enigmas cotidianos de la vida psíquica (1938) quiso demostrar precisamente cuántos interrogantes y cuestiones fundamentales continúan siendo misteriosos o incluso oscuros en la misma psicología general, cuando se estudia particularmente la percepción, la memoria, el concepto de causalidad psíquica, algunas teorías sobre los instintos y las concepciones de William McDougall. De esta manera llega a formular su doctrina sobre la "trinidad" del ser humano, que consistiría en lo que llama él la "entelequia vital", el alma inconsciente y el yo consciente.
Las relaciones entre estos tres factores son de lo más complejo y escapan a nuestro análisis, de modo que nada debe considerarse natural en el campo de la percepción, de la memoria y del yo, entendiendo por "natural" lo que se presenta claro y evidente a la mente, como por ejemplo las proposiciones matemáticas. Un intento de comprender la vida psíquica puede ser el teleológico, o sea, desde el punto de vista de la finalidad, aunque se trata siempre de una interpretación más que de una explicación científica. Aun dándose cuenta de lo problemático de tal concepción, Driesch afirma que se tiene que considerar expresión superior de la inquietud del filósofo. De todas formas, permanece el enigma fundamental; y es que la humanidad llega a saber mucho más sobre los planetas lejanos que sobre su propia vida psíquica.
Cómo citar este artículo:
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «» [Internet].
Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en
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