Antonio Fogazzaro

(Vicenza, 1842-1911) Novelista italiano, heredero de A. Manzoni, cuya sensibilidad refleja las contradicciones de la moral religiosa en un mundo desestabilizado. Hijo de una familia culta y acomodada, estudió Leyes en las Universidades de Padua y Turín, y se graduó en 1864. Iniciada la práctica de la abogacía, pronto la deja en favor de la poesía y la literatura. Contrajo matrimonio en 1866 y halló en los afectos familiares el apoyo y la tranquilidad necesarios a un hombre de su carácter, o sea místico, fantaseador, extremadamente sensible, ávido de conocimientos, interesado en los problemas religiosos y morales e inclinado a la discusión.

No obstante, y aun cuando todo indujera a presagiarle una vida plácida de estudioso y poeta, su poesía precisamente -y, de una manera concreta, el fácil éxito inicial y las disensiones que más tarde suscitara- le ocasionó sinsabores e inquietudes. Se reveló poeta y agudo analizador del alma femenina en el cuento en verso Miranda (1871), historia de un amor callado, puro y fuerte en un noble espíritu de muchacha. Luego se inclinó a la novela y publicó Malombra (1881), Daniel Cortis (1885), Fidel y otros cuentos (1887), El misterio del poeta (1888), Pequeño mundo antiguo (1895) y Pequeño mundo moderno (1901).

Las heroínas de estos relatos aman ardientemente y suelen ser incrédulas; pero no caen jamás en la culpa, por cuanto su creador juzga más fuerte el espíritu que la carne. Con todo, muchos críticos y escritores contemporáneos que se declaraban positivistas en filosofía y realistas en arte, creyeron falso este moralismo de Fogazzaro y desconocieron la delicadeza y la humanidad de su psicología.

La repugnancia que le inspiraban las miserias morales de ciertos católicos hipócritas le llevó a satirizar a éstos en sus libros y a defender la necesidad de corregir estos defectos; a tal fin dedicó, además de varios textos polémicos, dos novelas: Pequeño mundo moderno y El santo (1905). Ello le valió la hostilidad de la Iglesia y, al mismo tiempo, de los círculos opuestos al catolicismo, temerosos de que las reformas propuestas por el autor les privaran de bases en que apoyar sus acusaciones; y así, puesto El santo en el Índice, aun los agnósticos y masones celebraron tal resolución, que perjudicó también a las restantes novelas de Fogazzaro.

Se salvó únicamente Pequeño mundo antiguo, bella obra de arte dedicada a hombres y episodios del "Risorgimento", cuyas luchas no dejaban lugar a pasiones de otra índole. No sin ciertos afanes de rebelión, el poeta inclinó la cabeza ante su condena. Acabó de amargar los postreros años de su vida la incapacidad de la crítica para reconocer la belleza de su última novela, Leila (1910). Fogazzaro murió poco después en el hospital de Vicenza, donde se hallaba para someterse a una intervención quirúrgica.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].