Jean Froissart

(Valenciennes, Francia, 1337 - Chimay, id., 1404) Historiador y poeta francés. Vivió entre la nobleza de varias cortes europeas. Viajó por Francia, Italia, Escocia y la península Ibérica, y en Inglaterra sirvió al rey Eduardo III y a sus hijos. Fue capellán del conde de Blois y canónigo de Chimay. Dedicó el final de su vida a la redacción de las Chroniques (1371-1400), donde narró los avatares de la guerra de los Cien Años. A modo de fábulas, estas crónicas comprenden detalles sobre bodas, funerales y batallas, y a ellas se debe buena parte del conocimiento que se tiene de la Francia del siglo XIV. De su obra poética destaca El relojero del amor, canto alegórico del amor cortesano. Cultivó también el género caballeresco con Méliador (c. 1365), última novela en verso del ciclo del rey Arturo.


Jean Froissart

Sus primeros versos le valieron seis años de una existencia alegre y brillante, animada por algunos viajes, en la corte de la reina Felipa de Inglaterra; el joven Froissart, de origen burgués y que luego sería sacerdote, contaba algo más de veinte años cuando se estableció allí. Dejó la corte en 1369, a la muerte de la soberana, marchando primeramente a los Países Bajos y luego a Francia.

Entre sus piezas líricas de aquellos años se cuentan baladas, rondeaux y virelais. Sus dichos de inspiración cortés estuvieron muy marcados por la influencia de Guillaume de Machaut. Le Paradis d'amour (hacia 1362), Le Temple d'honneur (1362 o 1363), Le Joli Mois de mai (1363), Le Dit de la Marguerite (hacia 1364), Le Dit dou bleu Chevalier (1364) y L'Orloge amoureus (1368) corresponden al período inglés del poeta. Sus tres grandes dichos, L´Espinette amoureuse (h. 1369), La Prison amoureuse (1372) y Le Joli Buisson de jonece (1373), se sitúan después de su regreso al continente.

Aun cuando intentaba ganarse el sustento entregándose a actividades mercantiles, su poesía, que le había hecho ya famoso, facilitó a Froissart el acceso a otras cortes y casas señoriales, como la de la duquesa de Brabante y la de Gastón de Foix. En 1380 fue nombrado canónigo del conde de Blois y luego volvió por algún tiempo a la corte de Inglaterra, donde permanecería hasta la muerte de Ricardo II. Se retiró finalmente a sus tierras del Henao y allí terminó las Crónicas y su existencia, como si con la realización de la obra a la que había dedicado la mayor parte de su vida se hubiese extinguido para él toda razón de ser.

Hombre pacífico y algo cínico, este depurado literato podía torcer su rumbo fácilmente a tenor de los acontecimientos, y así lo hizo en realidad, ya en favor de la causa inglesa o bien de la francesa. No obstante, lo redime sin duda su obra, cuya belleza narrativa ofrece una invención continua y la gráfica representación de un mundo maravilloso. Esto buscaba precisamente Jean Froissart, sacerdote con gustos y curiosidad de hombre mundano, en sus viajes y en su vida entre reyes y castillos: datos, noticias e informaciones con que alimentar sus crónicas. Exhortaba a los caballeros a relatar hazañas y hechos de armas, al par que obtenía documentación de los escuderos sobre las intrigas, los asesinatos, los amores y los odios de sus señores, a través de los cuales iba desintegrándose aquella sociedad feudal, de la que Froissart sería el más maravilloso y rico pintor.

De acuerdo con su época y vinculado por completo a su lujo gótico, Jean Froissart pareció aceptar, tranquilo y escéptico, una existencia indiferente en medio de los brillantes y sonoros esplendores de los castillos, y ni tan sólo se sintió conmovido por la oleada de insurrecciones campesinas que en Francia e Inglaterra minaban los mismos cimientos del régimen feudal: las "jacqueries" o revueltas campesinas son descritas únicamente como "une merveilleuse et grande tribulation". Para Froissart sólo contaban las historias a las cuales, con gran arte, dio carácter de fábula, y donde reflejó el fantástico oropel de una época de la que este burgués inteligente y sacerdote sin religiosidad fue uno de los representantes más típicos.

Las Crónicas de Jean Froissart

Formadas por cuatro libros que escribió desde 1371 hasta su muerte, las Chroniques de France, d'Angleterre et des païs voisins (Crónicas de Francia, de Inglaterra y de los países vecinos) reflejan los reinados de los dos primeros Valois en sus aspectos más característicos, desde un cierto resurgimiento del sentimiento caballeresco hasta el nuevo espíritu que invade la sociedad burguesa. Abandonando las obras propiamente literarias, a las que no habría podido ciertamente confiar su fama, Froissart continuó con gran laboriosidad el método de las Verdaderas crónicas de Jean Le Bel.


Edición de las Crónicas de Froissart

Formando parte del séquito de señores ingleses, franceses y flamencos, Froissart viajó por Europa, deseoso de recoger de labios de los mismos protagonistas la narración de las empresas y de las aventuras de su tiempo, y dictó sus Crónicas con pintoresca vivacidad, indiferente a los odios de partido o de nación, pero atento a sus relaciones y al sentido heroico y humano que de ellas se deriva. Froissart no llega a comprender la vida del pueblo y las trágicas revueltas de los campesinos bajo la opresión feudal; es un hombre honrado y sencillo, dotado de buen sentido, pero fantasioso y soñador de espléndidas gestas a la manera antigua, que busca grandes caballeros y admira su sentido de la aventura y de la conquista.

De aquí el inagotable interés de un cronista de profesión, que va de castillo en castillo a entrevistarse con sus héroes. La vida feudal parece renacer, con su prosa toda imágenes y descripciones, en la misma narración de la Guerra de los Cien Años, considerada por él como una hermosa gesta llena de actos heroicos, capaz de despertar el heroísmo de los descendientes.

En la obra sobresalen los grandes frescos de duelos, fiestas y ceremonias, y sobre todo de acciones bélicas: desde las batallas de Poitiers y de Cocherel y el saqueo de Limoges hasta los torbellinos de Flandes y las revueltas de campesinos. A menudo, figuras y acontecimientos aparecen en primer plano iluminados por una luz desacostumbrada: el heroísmo del viejo rey de Bohemia, que se lanza, a pesar de su ceguera, en medio de la batalla, y la famosa rendición, en camisa y descalzos, de los burgueses de Calais a Eduardo III.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].