Francisco Antonio Guerrero

(Francisco Antonio Guerrero y Torres; Guadalupe, 1727-1792) Arquitecto mexicano considerado una de las figuras más personales del Barroco mexicano, cuyo estilo se caracterizó por el retorno a las formas del siglo XVII. Sus obras más importantes son la capilla del Pocito (1779-1791), brillante y emblemática realización de la arquitectura mexicana del siglo XVIII, el palacio de los condes de San Mateo de Valparaíso (1769-1772, hoy Banco Nacional de México) y la casa del marqués de Jaral de Berrio (1779).


Capilla del Pocito (1779-1791)

La personalidad de Francisco Antonio Guerrero y Torres destaca con precisión dentro del rico marco de la arquitectura mexicana del siglo XVIII, y prácticamente representa la última etapa de la arquitectura barroca en la capital de la Nueva España. Pero aunque inscrita plenamente en la estética del barroco mexicano, su obra no es mera continuación de la de Lorenzo Rodríguez, de tanto eco y difusión en México, sino que manifiesta una actitud contraria frente al uso sistemático que este arquitecto había hecho del estípite como elemento básico en la composición de las portadas.

Francisco Antonio Guerrero, que ocupó importantes cargos hasta su fallecimiento en 1792, legó una obra extensa y de primer orden; sin embargo, poseemos escasas noticias acerca de su vida que, en lo artístico, fue de mucha actividad a juzgar por la magnitud de dicho legado. Su obra ejerció, por otra parte, una influencia clara en la arquitectura mexicana, por lo que su labor se destaca como la definición de una auténtica modalidad estilística dentro del barroco de este país.

Guerrero acertó a crear un estilo que, dentro de la estética barroca, tiene una estructura ordenada y clara en la composición. Esto puede verse en la portada de la iglesia de la Enseñanza (1772-1778), en la que prescinde del estípite característico de Lorenzo Rodríguez y utiliza columnas. Con ellas da una ordenación y proporciones a la portada que alterna con la dinámica barroca de las molduras y los elementos decorativos; uno de ellos, la claraboya, típica del barroco mexicano, nos muestra con claridad un afán de movimiento, y lo mismo cabe decir del arco mixtilíneo de la portada y las molduras del remate.

Al mismo tiempo, Guerrero se revela como uno de los artistas mexicanos integrados en la estética barroca de una manera más cabal. Sus plantas tienen una dinámica que contrasta con el estatismo y el carácter tradicional de las utilizadas hasta entonces; el más eminente ejemplo es la capilla del Pocito, así llamada por resguardar un pozo de aguas milagrosas y que forma parte del santuario de la Virgen de Guadalupe. Se han podido señalar relaciones muy concretas de la planta de este edificio con un templo romano reproducido por el italiano Sebastiano Serlio en su Tratado de arquitectura (1537). La variante fundamental radica en la sustitución del pórtico de la fachada por un vestíbulo circular que acentúa aún más la dinámica de la planta.

La realización de la capilla o templo del Pocito corrió a lo largo de los años comprendidos entre 1777 y 1791. Consta de un cuerpo central ovoidal con cuatro capillas; a un lado de este cuerpo central se adosa el mencionado vestíbulo circular, donde se encuentra el pozo, y en el lado opuesto la sacristía octogonal, con cuatro lados rectos y cuatro curvos. Se crea con ello una fragmentación del espacio plenamente barroca, subrayada por las formas entrantes y salientes. La decoración interna de la cúpula contribuye sensiblemente a producir este efecto, mediante las nervaturas onduladas que la pueblan. Incluso en el exterior, la policromía de la cubierta de la cúpula pone una nota de exaltación cromática. Las portadas constituyen, por la forma de los paramentos en que se insertan, uno de los ejemplos más movidos de este tipo de realizaciones del barroco mexicano. La principal, compuesta con columnas y decoración menuda, con claraboya estrellada, es una creación en la que lo propiamente mexicano triunfa con plenitud. En las laterales las pilastras se presentan onduladas, logrando un efecto de inestabilidad y movimiento.

Francisco Antonio Guerrero y Torres desempeñó también un importante papel en la arquitectura civil. En la estructura arquitectónica de algunas casas se ve cómo la tradición predomina en lo estructural (por ejemplo, en el palacio de los condes de San Mateo de Valparaíso, de 1769-1772, con torreón en ángulo), mientras que en la decoración campea el estilo suelto y ligero característico del maestro. Así lo vemos en otras edificaciones realizadas por él, como el palacio del marqués de Jaral de Berrio, hoy conocido como Palacio de Iturbide, y el palacio de los condes de Calimaya (1777-1781), actual sede del Museo de la Ciudad de México. De hecho, la casa mexicana de esos años estuvo determinada por la influencia de Lorenzo Rodríguez y de Francisco Antonio Guerrero, cuya huella puede verse con variantes en multitud de construcciones civiles.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].