Edward Hopper

(Nyack, 1882 - Nueva York, 1967) Pintor y grabador estadounidense. Estudió en la School of Art de Nueva York y hasta 1920 se dedicó a la ilustración y al grabado. Es uno de los máximos representantes del realismo estadounidense. Sus obras se caracterizan por la simplicidad geométrica (Domingo por la mañana temprano, 1930) y por el tratamiento de los personajes, paralizados y aislados en el paisaje urbano (Autómata, 1927; Noctámbulos, 1942).


Detalle de un Autorretrato de Hopper (c.1925-30)

Formado en Nueva York bajo el magisterio de los más destacados pintores realistas del momento, las vanguardias europeas apenas incidieron en la obra de Edward Hopper. El pintor viajó varias veces al viejo continente entre 1906 y 1910, pero lo que más atrajo allí su atención no fueron las corrientes vanguardistas (eran los tiempos del cubismo de Picasso y Braque), sino clásicos españoles como Diego Velázquez y Francisco de Goya y artistas franceses como Honoré Daumier y Édouard Manet, los cuales acabarían de configurar un realismo personal al que Hopper se mantendría fiel a lo largo de su carrera.

Sus primeras exposiciones individuales tuvieron escasa repercusión; sólo a mediados de la década de 1920 alcanzó su obra pleno reconocimiento, lo que le permitió desde entonces dedicarse exclusivamente a la pintura. Por esa misma época contrajo matrimonio con la también pintora Josephine Nivison, quien, tras el fallecimiento del artista en 1967, legó su extensa producción al Museo Whitney de Nueva York.


Habitación en Brooklyn (1932), de Edward Hopper

Caracteriza la obra de Hopper la representación de escenas contemporáneas en que la visión de un mundo deshumanizado y la incomunicación de los seres que lo pueblan parecen ser los temas principales, cuya expresión el artista supo reforzar mediante el uso de frías líneas rectas y formas geométricas, y distanciando mediante grandes espacios vacíos las figuras humanas, de rostros difusos, o genéricos e inexpresivos. En Habitación en Brooklyn (1932), no podemos ni siquiera ver el rostro de la mujer, que cose frente a una ventana a espaldas del espectador, dentro de un conjunto que transmite, con su vacuidad, sus líneas rectas y sus apagadas tonalidades, una melancólica impresión de soledad y aislamiento.


Nighthawks (1942)

Otro de los cuadros más justamente apreciados de Edward Hopper es Nighthawks (1942), literalmente, Halcones de la noche, aunque suele traducirse como Noctámbulos o Aves nocturnas. Para su realización, el artista se inspiró en un restaurante situado en la esquina de la avenida Greenwich de Nueva York y también, según algunos comentaristas, en el relato corto Los asesinos, de Ernest Hemingway.

Cual si de una jaula de cristal se tratase, el bar, vivamente iluminado y proyectado hacia el exterior como la proa de un barco, se destaca con fuerza en la oscuridad que se cierne sobre la ciudad. En su interior, las figuras representadas se mantienen estáticas y absortas, tratadas por el pintor de una forma similar a las dos máquinas de café o a los saleros y otros utensilios de la barra. Sólo el personaje femenino adquiere, tanto por el color de su vestido como por el movimiento de su brazo, una prestancia destacada. Pintor de la luz y del silencio, como a veces se le ha definido, Hopper parece recrear aquí la atmósfera del cine negro de la época, el de las novelas de Raymond Chandler. El efecto, a la vez que poético, contiene una innegable carga inquietante.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].