Matthijs Maris

(La Haya, 1839 - Londres, 1917) Pintor holandés. En 1851 fue aprendiz de Isaac Elink Sterk, y entre el año siguiente y 1855 asistió a la Academia de La Haya. Desde 1854 había comenzado a trabajar junto con su hermano Jacob en el estudio de Louis Meijer y Nicaise de Keyser. En 1855 se trasladó con Jacob a Amberes, gracias a una subvención concedida por la reina Sofía. Por entonces se orientaba ya a la pintura romántica, que había conocido por mediación del pintor alemán Georg Laves. Le influyó, asimismo, el también alemán Ludwig Ritcher. En 1858 volvió a La Haya, siempre en compañía de su hermano.

Una nueva ayuda económica, esta vez de la princesa Mariana, le permitió viajar en 1861 por Alemania, Francia y Suiza. Este viaje fue clave para su evolución estilística; entre los pintores que más le atrajeron se encuentran Kaulbach y Rethel; en cuanto a las obras, la catedral y el castillo de Lausana fueron las que más atrayeron su atención, y las representó varias veces desde distintas perspectivas. Tenía especial preferencia por la pintura de paisajes urbanos idealizados, y también de retratos y figuras. Ejemplo de ello es la Procesión en Lausana (1863), que le valió además ser aceptado como miembro honorario en la Sociedad Belga de Acuarelistas de Bruselas.

No obstante, desde 1864 comenzó a ser atacado duramente por la prensa especializada, de modo que en 1869 acabó por unirse de nuevo a Jacob en París. En la capital francesa se vieron involucrados en la Guerra Franco-Prusiana (1870-1871). Antes de que comenzasen las revueltas de la Comuna que siguieron a la derrota francesa, Jacob huyó a La Haya; mientras tanto, Matthijs permanecía en París, establecido en Montmartre, enrolándose incluso en la Guardia Nacional. De este período son algunos de sus mejores cuadros, como Recuerdo de Amsterdam (1871), Pueblo holandés (1872) y Mariposas (1874).

Tiempo después conoció al tratante escocés de arte Daniel Cottier, que influyó de modo importante en su decisión de trasladarse en 1877 a Londres; allí vivió con Cottier hasta 1887, trabajando también como decorador de vidrio. Este año, enemistado con él, se mudó a una casa propia.

Desde entonces, durante las dos décadas que aún vivió, pintó poco y no siempre en buenas condiciones psíquicas. Sus cuadros fueron en esta época final prácticamente monocromos o grises, y representaban frecuentemente paisajes fantásticos con figuras oscuras, como Castillo encantado o El príncipe y la princesa. En los años finales dejó de pintar totalmente, y vivió de la ayuda que le daban personas relacionadas con el arte.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].