Pedro de Mena

(Pedro de Mena y Medrano; Granada, 1628 - Málaga, 1688) Escultor español. Hijo del también escultor Alonso de Mena, cuyo taller continuó en colaboración con Bernardo de Mora, fue discípulo de Alonso Cano a partir de 1652. La realización del coro de la catedral de Málaga en 1658 supuso el definitivo traslado y posterior abertura de un taller en esa ciudad, donde alcanzó gran fama. Con un gran dominio técnico de la talla en madera, logró dotar de carácter propio, basado en un intenso dramatismo, a sus creaciones iconográficas, que a menudo eran repeticiones de las obras de Cano (Magdalena penitente, San Francisco de Asís, San Antonio de Padua con el Niño Jesús).


Magdalena penitente (Museo Nacional de Escultura, Valladolid)

Considerado una de las grandes figuras de la imaginería barroca española, Pedro de Mena aprendió el oficio de escultor de su padre, Alonso de Mena. Fallecido éste cuando el hijo tenía solamente dieciocho años, el joven Pedro de Mena hubo de hacerse cargo del taller de su progenitor; completó su formación con Bernardo de Mora, con el que colaboraría desde entonces. Pedro de Mena se especializó en un arte destinado a la contemplación íntima, en el que predominan los temas ascéticos y místicos interpretados con un lenguaje sencillo y naturalista y dotados de una fuerte intensidad religiosa. La ingente cantidad de encargos que acabaría recibiendo conforme crecía su prestigio hizo que su taller acogiera a numerosos ayudantes.

En las primeras obras de Pedro de Mena es evidente la influencia ejercida por su padre, si bien ya empiezan a vislumbrarse maneras personales, como una mayor viveza expresiva en las figuras y la aparición de sus característicos pliegues en los vestidos y paños, más tensos y largos. De esta época son las imágenes de la iglesia imperial de Granada, entre las que destaca la de San Matías, y las de San Juan Bautista niño, San Pedro y San Pablo de la iglesia granadina de San Antón, de rica policromía.

A raíz de la llegada de Alonso Cano a Granada en 1652, su estilo experimentó un cambio, acercándose a los ritmos cerrados y a la belleza idealizada de la obra del maestro; los ropajes y vestimentas se acortan, y las expresiones de sus figuras buscan una cierta sublimación, patente especialmente en las Inmaculadas. Mena se convirtió en colaborador y discípulo de Cano en el convento del Santo Ángel de Granada, donde ejecutó íntegramente la imagen de San Pedro de Alcántara (1657-1858). Durante este periodo realizó también muchas imágenes de la Inmaculada Concepción, receptoras de los modelos de Cano, entre ellas la Inmaculada de Alhendín (provincia de Granada) y la del convento del Ángel Custodio de Granada (1658). Los Cuatro Evangelistas que realizó para la iglesia de los Santos Justo y Pastor, o el San Diego de Alcalá de la iglesia de San Antón (1658), reflejan también la iconografía del maestro.

Mena se trasladó a Málaga en 1658, tras recibir el encargo de finalizar la sillería del coro de la catedral, para el que ejecutó una serie de cuarenta tableros con imágenes de santos. Los primeros que realizó son aún deudores de la influencia de Cano, como San Lucas y San Marcos, pero pronto dejaron paso a otras imágenes que muestran ya un estilo totalmente personal y un gran virtuosismo técnico, como San Cristóbal, San Pedro Nolasco y San Antonio. Debió de finalizar este relevante conjunto en el año 1662, y su buena acogida propició que ese mismo año Juan José de Austria le llamase a la Corte. En Madrid realizó una Virgen del Pilar con Santiago a los pies que Juan José de Austria regaló a la reina madre, Mariana de Austria.

De Madrid pasó pronto a Toledo, donde consiguió varios encargos por parte del cabildo catedralicio, que realizaría ya a su regreso a Málaga. De tales encargos han de destacarse el San Francisco de Asís de la catedral de Toledo, una de las obras más significativas del barroco español, que reproduce la momia del santo tal y como fue hallada en su sepulcro; y la Magdalena penitente (Museo Nacional de Escultura de Valladolid) para la casa profesa de la Compañía de Jesús de Madrid, fechada en Málaga en 1664 y en la que siguió los modelos de Gregorio Fernández. En ambas figuras exhibió un cambio de estilo basado en la simplificación de los volúmenes y una mayor intimidad. Las figuras, que se alargan en búsqueda de una mayor espiritualidad, ganan en hondura de sentimientos y en sobriedad, despojadas cada vez más de cualquier rasgo superfluo. Las mismas características se manifiestan en el San Pedro de Alcántara de la iglesia de San Antón de Granada y sus múltiples réplicas.

A partir de la muerte de Alonso Cano en 1667 inició un periodo de gran actividad, en el que repitió y simplificó sus composiciones, a la vez que se incrementaba el número de obras producidas por el taller; le llegaban encargos de otras ciudades, como Córdoba, Madrid o Murcia. De 1673 es el San Pedro de Alcántara de la iglesia de San Francisco de Córdoba y los excepcionales Ecce Homo y la Dolororsa para el monasterio de las Descalzas Reales de Madrid. Entre 1674 y 1676 talló el San José y la Inmaculada Concepción para la iglesia de San Nicolás de Murcia.

En 1675 contrató las monumentales figuras de los Reyes Católicos para la capilla mayor de la catedral de Granada, en las que siguió el modelo de la imagen orante tradicional de la escultura española; es sin duda una de sus mejores creaciones. Por aquellos años, Mena colaboró con el cabildo catedralicio de Granada en otros menesteres, como el comercio de cera y otras mercancías que llegaban al puerto de Málaga, y realizó también otros negocios por su cuenta. A partir de 1679, fecha en la que contrajo una grave enfermedad (quizá la peste bubónica) y hasta su muerte en 1688, abundaron las obras de taller, que repitieron sus modelos con resultados menos felices.

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Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].