Mencio

(Mengzi o Meng-Ke; Zou, actual provincia de Shandong, China, hacia 372-289 a.C.) Filósofo chino. Formado desde muy joven en la línea filosófica de Confucio, está considerado el «segundo sabio» del confucianismo. Fue maestro y, durante un breve período, funcionario estatal. Mencio (versión latinizada de su verdadero nombre, que era Mengzi o Meng-Ke) vivió en una época especialmente caótica desde el punto de vista político. Pasó mucho tiempo de corte en corte e intentó, sin éxito, dar a conocer sus ideas a algunos príncipes y ofrecer sus consejos a los gobernantes, viajando a través de diversos reinos que luchaban entre sí. Decepcionado, se retiró a meditar, enseñar y escribir.


Mencio

En sus meditaciones morales y metafísicas otorgó una gran importancia a la noción de naturaleza humana. Su tesis fundamental y punto de partida es la creencia de que el ser humano es bueno por naturaleza: en palabras de Mencio, todos los hombres «tienen un corazón que no puede sufrir los padecimientos ajenos. [...] Si alguien ve a un niño que está a punto de caerse a un pozo, tendrá, sin duda, un sentimiento de espanto y de aflicción; y no porque de ese modo pueda ganar algo de parte de los padres del niño, ni porque pueda ser alabado por sus paisanos y amigos, ni porque tema mala reputación en caso de no conmoverse por tal desgracia. De esto podemos deducir que el que no tenga corazón para compadecer no es hombre; el que no sea sensible a la vergüenza, no es hombre; el que no tenga modestia, no es hombre; el que no distingue lo justo de lo injusto, no es hombre. La conmiseración es el principio de la humanidad; la mesura, de la propiedad; la vergüenza, de la justicia; el discriminar lo justo de lo injusto, del saber. Quien tiene estos cuatro principios y dice, sin embargo, que no puede desarrollarlos, se arruina a sí mismo.»

En estas últimas palabras hallamos condensada su famosa «teoría de los cuatro principios». Mencio sostiene que la naturaleza humana es buena; la conciencia impulsa al hombre al bien, y son buenos los hombres que desarrollan la conciencia, y malos los que la suprimen. Cuatro son, pues, las virtudes que es menester cultivar: la humanidad, la justicia, la propiedad y el saber. Cultivar la virtud consiste sobre todo en conservar y desarrollar la conciencia, medio principal del saber, ya que cuando la conciencia está limpia se conservan las cuatro virtudes.

Ahora bien, el deseo de las cosas materiales constituye otro elemento presente en el corazón humano y es causa de maldad; aunque nuestra conciencia sea buena, el deseo nos conduce a las injusticias. Mencio distingue los elementos de la mente humana en tres aspectos: la razón, la voluntad y el deseo. La razón es la guía y la voluntad el ejecutor; cuando estas dos actúan de acuerdo, su fuerza es poderosísima y es capaz de suprimir tales deseos.

De este modo, los esfuerzos del sabio tienden a expandir el «Ch'i nocturno»: durante el día nuestra conciencia está oscurecida fácilmente por múltiples deseos y, por lo tanto, la naturaleza buena queda muy debilitada, mientras que en la tranquilidad y en el silencio de la noche nuestro espíritu se torna puro y se somete fácilmente a un examen interior. Este estado de ánimo es llamado «Ch'i nocturno»; si lo podemos conservar siempre, podremos mantener siempre una conciencia limpia.

En cuanto a la política, Mencio afirmó que el gobernante debía asegurar el bienestar del pueblo en lo que respecta a las condiciones materiales, dado que si los hombres carecen de ellas y son reducidos a la pobreza y a la necesidad, les resultará difícil ahuyentar el deseo y salvaguardar su bondad natural. El mismo Mencio elaboró un programa para impulsar la prosperidad de los súbditos, en el que reivindicaba impuestos bajos, el libre comercio, medidas para protección de la ancianidad y una mejor distribución de la riqueza; para proteger la equidad en la propiedad de los predios propuso la aplicación de los "nueve cuadrados", antiguo sistema agrícola en que los impuestos son substituidos por el trabajo de la tierra. Asimismo, el gobernante debe ejercer como guía moral y educativo para la formación espiritual del pueblo, siendo lícito su derrocamiento en caso de dejación de sus responsabilidades.

Las enseñanzas de Mencio quedaron recogidas en el Libro del maestro Mencio, obra subdividida en siete libros y catorce partes destinada a convertirse en uno de los Sishu (Cuatro libros) del confucianismo. Al igual que Confucio, Mencio no se preocupó de dar fundamento metafísico a sus teorías, las cuales, sin embargo, ejercieron inmensa influencia en los confucionistas posteriores, especialmente en los pensadores del tiempo de los Sung (906-1279) y de los Ming (1368-1644).

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].