Guillermo Meneses

(Caracas, 1911 - Margarita, 1978) Narrador venezolano, renovador del cuento y la novela en su país. Su obra, de gran madurez formal, anuncia a la vez la narrativa urbana de Salvador Garmendia y Luis Britto García y las experimentaciones de José Balza y Oswaldo Trejo.


Guillermo Meneses

Guillermo Meneses nació en el hogar caraqueño de Olegario Meneses y Matilde Amitesarove. Su familia, católica y conservadora, le hizo cursar estudios secundarios en el colegio de los jesuitas, el San Ignacio. Estudió luego derecho y se doctoró en ciencias políticas en la Universidad Central de Venezuela en 1935. Pero desde 1930 había comenzado a publicar sus primeros textos en la revista Élite. Durante toda su vida supo compaginar hábilmente su verdadera vocación de escritor con el desarrollo de una prestigiosa carrera de abogado y, posteriormente, de diplomático.

La primera obra literaria notable de Guillermo Meneses es el cuento La balandra Isabel llegó esta tarde, que la Asociación de Escritores de Venezuela publicó en 1934. Después de dar a la imprenta el volumen Tres cuentos venezolanos (1938) y ganar en 1939 el concurso de cuentos de Élite con otro relato, Campeones, vio la luz su primera novela: El mestizo José Vargas (1942). Fue durante la década de 1940 cuando Meneses intensificó su ritmo de colaboraciones en diarios y revistas. Así, en 1941 comenzó una larga colaboración con la Revista Nacional de Cultura, y dos años después de la fundación de El Nacional pasó a escribir para este medio, en el que publicó numerosos artículos, sobre todo en El Papel Literario, a partir de 1954. Durante estos años ensayó una breve incursión en el teatro con la obra El marido de Nieves Mármol (1944).

Pero los años cuarenta son importantes para Meneses sobre todo porque en este período se produce un importante cambio en la manera como él mismo concebía el arte narrativo. Este cambio lo alejó de sus primeras obras, aún impregnadas de cierto costumbrismo ingenuo y de un realismo que, aunque se apartaba del modelo hasta ese momento imperante en la tradición venezolana al desechar el mundo rural e introducir experiencias y personajes urbanos del mundo de la marginalidad y el hampa (el negro, el mestizo, la prostituta), seguía ofreciendo al lector una escritura chata y convencional y una pesada carga didáctica.

Este primer Meneses dejó paso, en la década de 1950, al escritor que había leído a los grandes narradores europeos y norteamericanos de la posguerra e incorporaba a su escritura un sentido más agudo y riguroso de la forma. Fue sobre todo este segundo Meneses el que la siguiente generación de narradores venezolanos iba a reivindicar y convertir en un modelo. Puede afirmarse que, desde la década de 1970, Meneses desplazó a Rómulo Gallegos como el más importante novelista venezolano.

En 1951 Guillermo Meneses publicó el primer fruto de ese nuevo giro que decidió imprimir a su escritura: el cuento La mano junto al muro. No era la primera vez que aparecía en la literatura venezolana una narración centrada en sus propios recursos, autorreflexiva y rica en ambivalencias semánticas. Pero, al menos para una generación de escritores venezolanos, La mano junto al muro supuso la verdadera entrada al siglo XX de la narrativa venezolana.

La confirmación de que el género mayor de la narrativa, la novela, también había ingresado en la vigésima centuria, tardíamente pero con buen pie, se produjo un año después, en 1952, con la publicación de El falso cuaderno de Narciso Espejo, ganadora a la sazón del Premio Arístides Rojas de Novela. De este libro, en el que la crítica ha señalado ecos del uruguayo Felisberto Hernández y el argentino Macedonio Fernández, afirmó José Balza que "indica la plenitud literaria de su autor y la madurez de la novela venezolana". La última gran novela de Meneses, La misa de Arlequín (1962), es una amarga reflexión sobre el ejercicio del poder político en Venezuela. Con ella pasamos de la figura del caudillo arbitrario y cruel, arquetipo que explotaron distintamente Rómulo Gallegos y Arturo Uslar Pietri, a la de un bufón henchido de vanidad, rodeado por una corte de aduladores peleles.

Si careciéramos de otros elementos para documentar el enorme y acelerado cambio en las mentalidades que acompañó en Venezuela el paso de un mundo rural y autocrático a una sociedad urbana y democrática, bastaría con leer las novelas de estos escritores para hacernos una cabal idea del mismo. A partir de Meneses, es imposible volver a escribir nostálgicamente de una Venezuela que aun en la época en que Gallegos y Uslar escribieron sus obras era ya más mítica que real. El mundo creado por Meneses ("un mundo obsesionante y ritual donde la sordidez del suburbio, la superficie y el mito son reflejos de ingentes realidades sociales", según Salvador Garmendia) abre la puerta a los narradores más importantes del último tercio del siglo: el mismo Garmendia, Luis Britto García, José Balza o Adriano González León, quienes abordan ya sin rubor complejas realidades con plena conciencia de sus instrumentos narrativos.

Meneses fue designado cronista de la ciudad de Caracas en 1965, puesto en el que reemplazó a Enrique Bernardo Núñez y que ocupó hasta su muerte. Juan de Caracas y José de las Gradillas son los seudónimos con los que firmó sus textos publicados en la revista Crónica de Caracas, publicada por el Concejo Municipal de la capital, que dirigió desde noviembre de 1964. En 1967 recibió el Premio Nacional de Literatura por el conjunto de su obra. Ese mismo año recogió algunos de sus más importantes ensayos de crítica en Espejos y disfraces. Su pasión por las artes plásticas (Meneses estuvo casado con Sofía Imber, fundadora del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, con la que tuvo cuatro hijos) queda plasmada en los ensayos de El arte, la razón y otras menudencias, volumen publicado póstumamente en 1982. Un grave accidente cardiovascular le obligó a vivir sus últimos años en una silla de ruedas.

Cómo citar este artículo:
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «» [Internet]. Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en [página consultada el ].