Juan Muñoz

(Madrid, 1953 - Ibiza, 2001) Escultor español. Miembro destacado de la llamada Generación de los 80, fue uno de los más significativos representantes de la joven escultura española y gozó de un amplio reconocimiento internacional. En su obra se incluyen balcones, alminares, escaleras y columnas, en clara referencia a su interés por la arquitectura; sus instalaciones se caracterizan por la disposición de la figura humana, enfrentada a vastos pavimentos (Tierra baldía, 1986). Posteriormente publicó una recopilación de textos teóricos con el título Segmento (1990). En los años noventa mostró su obra en la Marian Goodman (1996), en el Dia Center for the Arts (1996), ambos en Nueva York, y en el Hirshhorn Museum and Sculpture Garden de Washington (1997).


Juan Muñoz

Tras seguir la carrera de arquitectura en la Universidad Politécnica de Madrid, se inclinó por los estudios artísticos, perfeccionándose como escultor y grabador en la Central School of Art de Londres y, gracias a una beca, en el Pratt Centre de Nueva York, donde trabajó como asistente de Mario Merz y entró en contacto con una de sus mayores influencias artísticas, el escultor Richard Serra. En una de aquellas estancias en el Reino Unido conoció a la también artista plástica Cristina Iglesias, con la que contraería matrimonio. En 1984 inauguró su primera exposición individual en la galería Fernando Vijande de Madrid, y desde entonces no dejó de presentar con frecuencia su obra en galerías y museos de España y del extranjero.

En un primer momento trabajó el hierro, creando piezas “de pared” que oscilaban entre la imagen instrumental (de estructura escueta y rigurosa) y la imagen arquitectónica (balcones, saledizos o escaleras). Pero Juan Muñoz sería conocido internacionalmente sobre todo por sus enigmáticas instalaciones pobladas de extrañas figuras casi humanas (en muchos casos, figuras de tentempié, muñecas-peonza, muñecos de ventrílocuo, payasos o enanos) de un tamaño ligeramente menor que el natural; al instalarlas en amplios espacios abiertos o arquitectónicos poco habituales, el artista franqueaba los límites de la escultura tradicional, indagando a la vez en los efectos de la perspectiva.


Dos sentados en la pared (2001), de Juan Muñoz

De este modo, integrándose en escenas de carácter narrativo, las figuras establecen una suerte de interacción, tanto mutua como con el espectador. Las esculturas, realizadas en bronce recubierto de resina y papel maché, son normalmente monocromas (de color cera o gris plomo, por ejemplo) y ofrecen un aspecto muy poco particularizado, como queriendo escapar a la individualización. Con ellas Muñoz afrontó una revisión del lenguaje escultórico contemporáneo a la búsqueda del concepto, de la metáfora de la soledad e incomunicación de la sociedad contemporánea, al tiempo que no renunciaba a introducir alusiones a la historia de la cultura.

Sus referencias pueden hallarse en los estilos manierista y barroco, en géneros como los bodegones de Francisco de Zurbarán, en algunos textos de Smithson y en la arquitectura del portugués Alvaro Siza; no falta el componente literario en algunas de sus obras, íntimamente relacionadas con lecturas de escritores como T. S. Eliot o Dino Buzzati. La obra de Juan Muñoz se encuentra representada en los más importantes museos y galerías del mundo; baste citar la Tate Modern de Londres y los museos MOMA y Guggenheim de Nueva York. En el año 2000 vio reconocida su trayectoria con el Premio Nacional de Artes Plásticas.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].