Richard Nixon

(Yorba Linda, California, 1913 - Nueva York, 1994) Político estadounidense que fue el trigésimo séptimo presidente de los Estados Unidos de América (1968-1974). Nació en el seno de una familia de agricultores metodistas de origen humilde que se trasladó a la localidad californiana de Whittier cuando el joven Richard tenía nueve años; allí alternó sus estudios de primaria con su trabajo en la tienda de comestibles y en la gasolinera de los padres.


Richard Nixon

Excelente estudiante, en el año 1934 se graduó en la escuela de Whittier con mención especial, lo que le valió conseguir una beca para acudir a la Universidad Duke de Carolina del Norte, donde se licenció en Derecho en 1937. Nada más acabar la carrera, se dirigió a Nueva York con objeto de conseguir trabajo en cualquier bufete de Wall Street, empeño que no consiguió. Regresó entonces a Whittier para acabar ejerciendo la abogacía en la firma de más renombre de aquella ciudad, la Winger & Bewley, de la que acabó siendo socio. Al poco tiempo fue enviado a la pequeña localidad de La Habra con la misión de dirigir una pequeña sucursal de la firma, en la que conoció a la que sería su mujer, Thelma Catherine Patricia Ryan, con la que contrajo matrimonio el 21 de julio de 1940.

En marzo de 1942, Nixon comenzó a trabajar en la Oficina del Fiscal de Washington, pero nada más comenzar la Segunda Guerra Mundial para su país se alistó en la Marina con el grado de teniente. Gran parte del conflicto lo pasó en el Pacífico, integrado en el South Pacific Air Transport Command, cuerpo en el que acabó como comandante.

Finalizada la guerra, Nixon regresó a Whittier para dedicarse por entero a la política. Su carrera comenzó en 1946, cuando fue elegido miembro de la Cámara de Representantes como representante de Whittier, tras una campaña beligerante caracterizada por un discurso patriótico y anticomunista con la que borró del mapa a su oponente, el demócrata Jerry Worheer, al que acusó de ser un instrumento de Moscú.

La carrera política de Richard Nixon despegó del todo entre los años 1948 y 1949, cuando fue miembro del Comité de Actividades Antiamericanas del senador Joseph MacArthur y consiguió que éste abriera una investigación para juzgar a Alger Hiss, antiguo oficial del Departamento de Estado sospechoso de filtrar documentación clasificada a Whitaker Chambers, un antiguo y reconocido miembro del Partido Comunista estadounidense clandestino. La excepcional brillantez con la que llevó a cabo el caso le convirtió poco menos que en un héroe nacional. Después de tan resonante éxito, Richard Nixon fue elegido para elaborar, conjuntamente con otros representantes, el Plan Marshall de ayuda económica a la Europa de postguerra.

En 1950, Richard Nixon consiguió un puesto como senador por California tras una campaña tan implacable como fulminante en la que pulverizó a su oponente, la demócrata Helen Gahagan Douglas, a la que además humilló públicamente al adjudicarle el apodo despectivo de Pink Lady. Gracias a un estilo duro e implacable que utilizaba contra todos sus oponentes, Nixon se convirtió en el más conocido y temido de los oradores republicanos.


Nixon y Eisenhower en la campaña de 1952

En 1952, el candidato republicano a la presidencia, Dwight David Eisenhower, lo escogió como vicepresidente en su candidatura, proyecto que estuvo a punto de venirse abajo cuando se descubrió que Richard Nixon había aceptado 18.000 dólares de procedencia privada para complementar su sueldo de congresista. Nixon, en un alarde de valentía, decidió asumir su propia defensa ante las cámaras de la incipiente televisión estatal, donde convenció a la audiencia de que el único regalo que había aceptado siendo senador fue un perro del que no pensaba desprenderse porque sus hijas lo adoraban. De vuelta al ruedo político totalmente limpio, Nixon volvió a arrasar al candidato demócrata a la vicepresidencia, Adlai Stevenson.

Durante sus dos mandatos consecutivos como vicepresidente de los Estados Unidos, Richard Nixon gozó de un papel y unas prerrogativas políticas inusuales para su cargo, dadas las responsabilidades políticas que Eisenhower delegó en su persona. Presidió la mayor parte de las reuniones del Gobierno y de los líderes del Congreso, a la par que asumió tres veces (1955, 1956 y 1957) las funciones presidenciales debido a la crónica dolencia cardíaca que padecía el presidente. Pero destacó sobre todo como embajador extraordinario de su país por todo el mundo, en calidad de lo cual visitó un total de 55 estados.

Durante la Convención Nacional del partido, el 20 de julio de 1960, Richard Nixon fue elegido candidato a la presidencia en detrimento del otro candidato de peso, Nelson Aldrich Rockefeller. Dio entonces comienzo una campaña intensa en la que la victoria parecía asegurada gracias a su fama bien ganada de furibundo anticomunista. Richard Nixon se enfrentó al prometedor senador demócrata John Fitzgerald Kennedy. Ambos candidatos se prestaron a debatir en cuatro espacios televisados sus respectivos programas de gobierno, baza que jugó a favor del candidato demócrata, mejor preparado para la cita y menos vacilante que Nixon, quien se mostró bastante más cansado y falto de reflejos que su oponente. Kennedy acabó ganando las elecciones por un margen muy apretado.


Kennedy y Nixon en un debate televisado

En febrero de 1968, Richard Nixon volvió a ser propuesto como candidato a la presidencia de su partido, acompañado de Spiro Theodore Agnew como vicepresidente. Esta vez, Nixon hizo un magnífico uso de la televisión para derrotar al candidato demócrata Hubert Horatio Humphrey, en una campaña de la que sacó provecho del profundo malestar de todo el país por la Guerra de Vietnam y por las profundas divisiones internas que atenazaban al Partido Demócrata. Apoyándose de una serie de hombres de su total confianza y bien preparados, a los que encargó las cuestiones más rutinarias de Gobierno, Nixon se dedicó de lleno a la política internacional, perfectamente asesorado por su secretario de Estado Henry Kissinger.

Respecto a su política interna, Richard Nixon inició un lento pero gradual desmantelamiento de las leyes fiscales implantadas desde los tiempos de las administraciones de Franklin Delano Roosevelt y su New Deal y de John F. Kennedy. Bajo un programa político denominado New Federalism, asignó 30.000 millones de dólares para reactivar la economía de los estados y de las ciudades más importantes del país, al tiempo que no dejó de favorecer los intereses económicos de las élites financieras y grandes corporaciones.

Después de propugnar la implantación de un presupuesto equilibrado, el déficit público del país aumentó espectacularmente y la inflación se hizo galopante, lo que le obligó a intervenir directamente en la economía nacional en 1971 decretando la congelación de salarios y precios y dando vía libre a una ley proteccionista frente a las importaciones, por lo que también devaluó el dólar con el objeto de hacer más competitivos los productos estadounidenses. La recesión económica del país no le impidió apoyar con una gran cantidad de dinero e inversiones de todo tipo la carrera espacial de los Estados Unidos, en dura pugna con la URSS por el liderato más que científico.

En el plano internacional, Nixon siguió practicando la misma línea imperialista de las anteriores administraciones. Pero, en relación con la Guerra de Vietnam, problema enquistado en la sociedad norteamericana, Nixon se fijó la prioridad de encontrar una salida lo más digna posible para el prestigio del país y sus fuerzas armadas, para lo cual acuñó la llamada doctrina Nixon: retirar progresivamente las tropas estadounidenses del conflicto, seguir apoyando con dinero y armas al régimen de Saigón y reservarse el derecho a intervenir en la guerra si así lo estimaba oportuno, a la par que transfería toda la responsabilidad militar sobre el conflicto al Ejército de Vietnam del Sur.

Pero, mientras dicha retirada escalonada de tropas americanas se llevaba a cabo, el conflicto fue radicalizándose cada día más y la guerra se prolongó durante cuatro años, a la vez que aumentaban las bajas de soldados estadounidenses. Nixon autorizó la incursión de tropas en Laos y Camboya para presionar al Vietcong, refugiado en ambos países, y al Gobierno de Vietnam del Norte. En abril de 1972, dio el visto bueno a un violento y mortífero bombardeo sobre Hanoi y, un mes más tarde, al minado del puerto y de los canales fluviales de Haiphong.

Richard Nixon sorprendió a principios de 1972, al visitar oficialmente la República Popular de China, lo que constituyó un gran triunfo diplomático, ya que dicho acercamiento suponía dejar fuera de juego a la URSS, por aquel entonces declarada enemiga de la China de Mao. Pocos meses después, en el mes de mayo, visitó Moscú, donde negoció el primer paso para un acuerdo sobre la limitación del armamento nuclear entre ambos países. El acuerdo fue ratificado al año siguiente, cuando el líder soviético Leonid Brezhnev devolvió la visita a Washington y se firmó el acuerdo SALT I.


Brezhnev y Nixon

Todos los pasos dados por Richard Nixon para acercarse a las dos grandes potencias comunistas del momento no significaban que éste hubiera abandonado su visceral anticomunismo, tal como demostró al apoyar a una serie de presidentes dictadores en América del Sur. Inquieto como estaba por la evolución de los acontecimientos en América Latina, en septiembre de 1973 dio el visto bueno para que la CIA colaborase en el golpe de estado del general Augusto Pinochet en Chile contra el Gobierno del socialista Salvador Allende.

El 7 de noviembre de 1972, Nixon volvió a ganar las elecciones presidenciales a su oponente demócrata George MacGovern, pero los demócratas consiguieron hacerse con la mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes, lo que puso las cosas difíciles a Nixon para poder desarrollar su programa político. Pero la caída definiva de Nixon tuvo como detonante el caso que habría de convertirse en la mayor tormenta política de la historia de Estados Unidos: el llamado escándalo Watergate. Se inició el 17 de junio de 1972 con la detención de cinco hombres cuando intentaban instalar un sistema de escuchas telefónicas tras allanar las oficinas del Comité Nacional del Partido Demócrata, ubicadas en el edificio Watergate de Washington.

El asunto, en un principio baladí, comenzó a complicarse durante el juicio contra los encausados, llamados popularmente fontaneros, cuando confesaron ante el juez Sirica, encargado de la investigación, que habían sido enviados por altos responsables del Partido Republicano. Para agravar los problemas de Nixon, su vicepresidente, Spiro T. Agnew, fue acusado de soborno y tuvo que dimitir de su cargo (Richard Nixon lo sustituyó por otro destacado congresista republicano, Gerald R. Ford, que se convertiría en Presidente tras la renuncia de su mentor).

Tras una ardua investigación en la que colaboraron de manera decisiva los periodistas del Washington Post que habían denunciado el escándalo, Carl Bernstein y Bob Woodward, pronto se fueron conociendo nuevos datos. Paulatinamente se fue desvelando un plan preconcebido desde el entorno presidencial, en el cual se vieron implicados varios altos cargos, como John Mitchell, Ministro de Justicia; John Dean, Consejero Presidencial; H.R. Haldeman, Jefe de Personal de la Casa Blanca, o John Ehrlichman, Asesor Especial de la Casa Blanca para Asuntos Nacionales. Los dos últimos citados dimitieron en la primavera del año siguiente, poco antes de que iniciara sus sesiones un comité especial del Senado encargado de investigar las actividades presidenciales. También dejó su cargo el Procurador General, Richard Kleindienst, cuyo sucesor, Elliot Richardson, nombró a Archibald Cox como Procurador Especial encargado de investigar el asunto de las escuchas.

En las comparecencias en la Comisión, John Dean, consejero de Nixon, reveló que el propio Presidente era conocedor de las escuchas y que había grabado casi todas las conversaciones que había mantenido en la residencia presidencial y en las oficinas de su partido. Asimismo, declaró que Mitchel había ordenado el allanamiento y había tratado de encubrir la participación de la Casa Blanca, desde la cual, según su versión, había partido la autorización para que se pagase a los asaltantes por su silencio. Su testimonio fue refrendado por Butterfield, otro de los asesores presidenciales, que añadió el dato de que Nixon había ordenado la instalación en la Casa Blanca de un sistema para grabar todas las conversaciones.

El Procurador Especial ordenó a Nixon la entrega de varias grabaciones con el fin de corroborar el testimonio de Dean, ante lo cual el Presidente se negó de plano y ordenó a Richardson el cese inmediato de Cox. La dimisión de éste obligó al Fiscal General del Estado a intervenir para cesar a Cox, lo cual suscitó un gran rechazo entre la opinión público. Con el nuevo Procurador Especial, Leon Jaworski, se supo que algunas de las cintas solicitadas habían desaparecido, y que varias de las que finalmente fueron entregadas (tras decidirlo así el Tribunal Supremo) habían sido manipuladas. A comienzos de 1974 el Gran Jurado acusó formalmente a Mitchell, Haldeman, Ehrlichman y otros cuatro funcionarios más de la Casa Blanca de encubrir el asunto Watergate y aludió a la posible implicación de Nixon, aunque sin llegar a encausarle.

Todo el proceso deterioró seriamente la imagen pública del Presidente Nixon, cuya obstrucción a la investigación del asunto Watergate quedó confirmada con los testimonios recogidos en tres nuevas grabaciones presentadas a comienzos de 1974, en las cuales se reveló que había cursado orden a la Oficina Federal de Investigación (FBI) para que abandonase toda indagación de las escuchas. En los últimos días de julio, una comisión designada en el seno de la Cámara de Representantes presentó tres acusaciones formales contra el Presidente: obstrucción a la justicia, abuso del poder ejecutivo y quebrantamiento de las normas constitucionales.

Se ponía así en marcha el procedimiento del impeachment, independiente del judicial y encaminado a depurar las responsabilidades políticas del Presidente y los más altos funcionarios de la Administración. Ante ese estado de cosas, Nixon decidió finalmente renunciar a su cargo, hecho sin precedentes en la historia de los mandatos presidenciales norteamericanos que fue oficialmente comunicado el 8 de agosto de 1974. Un día más tarde fue relevado por su vicepresidente, Gerald R. Ford, que se convirtió en el trigésimo octavo Presidente de los Estados Unidos. Su primera decisión política fue exonerar formalmente a Nixon de cualquier responsabilidad penal en que pudiera haber incurrido.

Retirado en su rancho californiano de San Clemente, Nixon intentó volver a la práctica de la abogacía sin poder conseguirlo, ya que fue expulsado del Colegio de Abogados e incapacitado para el desempeño de su profesión en todo el territorio estadounidense. Nixon vivió el resto de sus días como un respetable y docto asesor político, aprovechándose de la ola ultraconservadora que impusieron al país las administraciones republicanas de Ronald Reagan y de George Bush. Precisamente este último, en el año 1992, le ofreció una pública reparación política y personal. Nixon murió dos años más tarde en Nueva York. En 1978 plasmó sus experiencias como presidente en la obra Mis memorias, libro que le convirtió en millonario por su gran éxito editorial. En el año 1986 volvió a publicar otra exitosa obra, No más Vietnam. Al año de su muerte, el afamado director de cine Oliver Stone llevó su vida al cine con el largometraje Nixon.

Cómo citar este artículo:
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «» [Internet]. Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en [página consultada el ].