Dinastía Romanov

Familia reinante en Rusia desde 1613 hasta la Revolución de 1917. Era una familia nobiliaria de origen lituano, establecida en Moscú desde el siglo XIV. Tomaron su nombre de un ancestro del siglo XVI, Roman Yurev, cuya hija Anastasia casó con Iván IV, el Terrible.

Ganaron influencia durante los años de anarquía que siguieron a la muerte de Iván (1584). Y en 1613 una asamblea nobiliaria eligió rey al sobrino de Iván (y nieto de Roman Yurev), Miguel III (1613-45), con el cual se inició la dinastía. Inicialmente no tenían una norma sucesoria establecida, de manera que se limitaron a seguir la costumbre de dejar el Trono al primogénito del rey o al pariente varón más cercano. Así, a Miguel le sucedieron su hijo Alejo I (1645-76) y su nieto Teodoro III (1676-82).

Al morir éste tuvo lugar un conflicto sucesorio entre los descendientes de Alejo I, Pedro I, el Grande (1682-1725) y sus hermanastros Iván V y Sofía. En 1689 Pedro se impuso a ambos y a la guardia imperial que les apoyaba, e inició un reinado marcado por la expansión y modernización de Rusia. Fue el primer monarca en adoptar el título de zar de todas las Rusias. Para impedir que se repitieran las luchas sucesorias y reforzar el poder real, Pedro I estableció que fuera el propio zar quien designara a su heredero (1722).

Pedro designó como sucesora a su esposa Catalina I (1725-27); pero, al morir ésta, el Trono volvió al linaje Romanov en su hijo Pedro II (1727-30) y en su sobrina -hija de Iván V- Ana Ivanovna (1730-40). La influencia alemana sobre Rusia, iniciada en tiempos de Pedro I, se acrecentó durante los reinados de Catalina y Ana, hasta el punto de que un alemán como Iván VI (1740-41) se convirtiera en zar. Una vez más el Trono volvió a los Romanov genuinos con la zarina Isabel (1741-61), que era hija de Pedro I.

Con ella se extinguió el linaje y, aunque la dinastía conservó el nombre de Romanov, de hecho fue sustituida por la casa alemana de Holstein-Gottorp. El acceso de ésta al Trono de Rusia se produjo con el sobrino de Isabel, Pedro III (1761-62), que se alió de inmediato con Federico II de Prusia. Pero una conspiración de la nobleza y del clero le obligó a abdicar, sucediéndole su esposa, Catalina II, la Grande (1762-96), que usurpó el Trono arrebatándoselo a su propio hijo, Pablo I (1796-1801); no obstante, le designó para sucederle en el Trono. Y fue Pablo quien reguló definitivamente el orden de sucesión de la Corona rusa (1797). Murió asesinado por una conspiración que encabezaba su hijo Alejandro I (1801-25). Su hermano Constantino renunció a la sucesión, por lo que el Trono recayó en otro hermano, Nicolás I (1825-55).

Luego se siguió el orden sucesorio normal de padres a hijos, con Alejandro II (1855-81), Alejandro III (1881-94) y Nicolás II (1894-1917). Éste fue el último zar de Rusia, destronado por la Revolución de febrero. Parece que abdicó poco después en su hermano Miguel, pero que éste renunció al día siguiente. En todo caso, después de la Revolución de octubre, los bolcheviques asesinaron al grueso de la familia real en Yekaterimburgo (Urales) en 1918, salvándose sólo algunos miembros de menor importancia que huyeron al extranjero.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].