Teodorico II
(?, 426 - Tolosa, 466) Rey de los visigodos (453-466). Tomó el poder tras asesinar a su hermano Turismundo. Aliado de Roma, utilizó su poderío militar para influir en la política del Imperio, renovando el pacto o foedus con Roma (454). En 455 impuso como emperador a su antiguo preceptor Avito. Cuando los romanos fueron atacados en Hispania por el suevo Requiario, Teodorico intervino, venciendo a éste cerca de Astorga. Inició entonces la penetración visigoda en la Península. Murió asesinado por su hermano Eurico.
El rey visigodo Teodorico II
Perteneciente al linaje de los Baltos, era hijo de Teodorico I (418-451) y hermano de los reyes Turismundo (451-453) y Eurico (466-484). Accedió al trono del reino de Tolosa sucediendo a su hermano Turismundo, de cuyo asesinato fue responsable. En 454 renovó el foedus con los romanos, siguiendo la tradición de los monarcas del reino de Tolosa, como Walia (415-418) y Teodorico I. Adquirió una sólida formación en cultura romana gracias a su preceptor, el senador galo Avito, al que posteriormente prestaría apoyo en su lucha por convertirse en emperador. En 454, el general Aecio había sido asesinado por orden del emperador Valentiniano III (425-455), quien también murió asesinado al cabo de unos meses. La crisis del Imperio se agravó en 455 con el saqueo de Roma por los vándalos. Teodorico intervino en favor de Avito, magister militum de las Galias, que fue proclamado emperador en Arlés.
En el año 454, en virtud del foedus, Teodorico había mandado a Hispania un ejército dirigido por su hermano menor, Federico (con quien compartió brevemente el reino hasta la muerte de éste en 463), para enfrentarse a la bagauda que amenazaba la estabilidad interna de la Tarraconense. Los visigodos habían luchado en nombre del Imperio, pero no les acompañaba ningún oficial romano, lo que apuntaba a un inicio de sustitución de la autoridad romana por la visigoda en los asuntos referidos a Hispania.
En 456, Teodorico emprendió una nueva campaña en tierras peninsulares destinada a frenar el ejército del rey suevo Requiario (448-457), que hostilizaba la Cartaginense y la Tarraconense. Derrotó a los suevos en el Órbigo, cerca de Astorga (León), y emprendió la conquista del reino suevo. Ocupó su capital, Braga, y la importante plaza de Oporto. Cerca de esta ciudad capturó a Requiario y ordenó su ejecución. Prosiguió la conquista de Galicia y la Lusitania hasta tomar Mérida (Badajoz).
La campaña contra los suevos en Hispania fue el primer episodio del proceso de asentamiento de los visigodos en la Península Ibérica. Parecía que el reino suevo había tocado a su fin y que su población pasaría a depender de las élites visigodas y a integrarse en el grupo étnico godo. Pero el rey visigodo abandonó su empresa en tierras peninsulares para regresar a la Galia al tener noticia del derrocamiento de Avito por obra de Ricimer, quien proclamó emperador a Mayoriano (457-461). En Galicia permaneció un contingente visigodo de cierta importancia que devastó parte del territorio, incluidas ciudades como Astorga y Palencia, hasta que la oposición de los hispanorromanos obligó al ejército visigodo a regresar a la Galia.
Por su parte, Teodorico dirigió una expedición contra la Septimania (457) con la intención de ayudar a Avito a recuperar el trono imperial. La muerte de Avito no detuvo a Teodorico, que pretendía aprovechar la ocasión para extender su dominio sobre la Galia meridional. Sitió la ciudad de Arlés y el emperador Mayoriano le envió al magister militum Egidio para firmar un pacto; Teodorico reconoció la legitimidad de Mayoriano y renovó el foedus con el Imperio (459). Paralelamente, se organizaron nuevas expediciones visigodas al sur de Hispania dirigidas por los condes Cyrila (458) y Sunierico (459) -acompañado este último del general romano Nepociano-, destinadas a someter a los últimos reductos suevos. Los visigodos tomaron Sevilla y lograron controlar la Bética. Con el foedus renovado, vieron reconocida su autoridad por la población hispanorromana.
En 462, Agripino, gobernador de la Galia meridional y rival de Egidio, ofreció a Teodorico la Narbonense, con la condición de que reconociera la autoridad del emperador Severo (461-465), sucesor de Mayoriano, asesinado por Ricimer en 461. Teodorico accedió al trato y procedió a ocupar Narbona, lo que significó la incorporación de la Narbonense al reino de Tolosa, que lograba así el valioso acceso al Mediterráneo. A partir de entonces la corte imperial de Rávena perdió la conexión terrestre y su influencia política sobre Hispania; los visigodos tomaron el relevo imperial para hacer frente a la amenaza sueva. Teodorico intentó, asimismo, expandir el reino hacia el norte, pero su derrota frente a Egidio en Orleans frustró sus planes.
También en el 462, y respondiendo a las peticiones de la aristocracia galaicorromana, intervino de nuevo en Galicia, donde persistía la depredación de varias facciones suevas, que a su vez estaban enfrentadas entre sí. El rey visigodo apoyó al suevo Remismundo (457-469), quien a cambio, al parecer, aceptó el patronazgo visigodo y el mantenimiento de un reino suevo circunscrito a Galicia y el norte de la Lusitania. Remismundo contrajo matrimonio con una noble visigoda y acogió al misionero galo Ayax, quien convirtió a los suevos al arrianismo. Este acercamiento entre ambos pueblos germánicos era otra prueba de la creciente hegemonía visigoda en Hispania. Pese a las diferencias religiosas, Teodorico se mostraba, para la población hispanorromana, como el garante de la legalidad imperial ante los abusos de los suevos. Instalado nuevamente en Tolosa, fue asesinado en el año 466 por Eurico (466-484), su hermano y sucesor en el trono.
Cómo citar este artículo:
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «» [Internet].
Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en
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