Juan de Torquemada

(Valladolid, 1388 - Roma, 1468) Cardenal y teólogo español. Nacido en el seno de una familia con antecedentes judaicos, se hizo dominico (1403) y asistió al Concilio de Constanza (1413). Enviado a los concilios de Basilea y de Florencia por el papa Eugenio IV, contribuyó a la condenación de las herejías de Jan Hus y de Wiclef. Entre sus obras destaca la Summa de Ecclesia (1448-1449), apología del poder pontificio.


Juan de Torquemada

Descendiente de judíos, Juan de Torquemada ingresó en la orden de los predicadores en el convento de San Pablo de Valladolid. En 1417 fue llamado por el provincial de Castilla para que acudiera al Concilio de Constanza (Alemania). En 1424 se licenció en teología en París, y un año más tarde le fue concedido el título de doctor. Poco después regresó a Valladolid y se puso al frente de diversos conventos.

En 1432 asistió al Concilio de Basilea (Suiza) en calidad de teólogo del papa Eugenio IV, pontífice que le había nombrado maestro del Sacro Palacio Pontificio. Juan de Torquemada contribuyó a que se condenaran las doctrinas de John Wiclef y de Jan Hus, y sostuvo el dogma de la Inmaculada Concepción de María.

Pocos años después, en el Concilio de Ferrara-Florencia (Italia), defendió la unión de las iglesias orientales. Tras acceder al cardenalato de San Sixto, ocupó las cátedras episcopales de Palestrina, Sabina (Italia), Cádiz, Orense y León, sucesivamente. Destacó como promotor de numerosas restauraciones artísticas en España e Italia y como uno de los introductores de la imprenta en Italia.

Juan de Torquemada escribió alrededor de cincuenta obras de pensamiento religioso, de las cuales más de veinte se publicaron póstumamente. De entre todas ellas sobresale el tratado Summa de Ecclesia, que redactó entre 1444 y 1449. Summa de Ecclesia expone la doctrina de la potestad indirecta del Papa en materia temporal, partiendo de Santo Tomás y superando a Juan de París, y se dirige contra los adversarios de la Iglesia y de la Primacía de San Pedro. Las tesis desarrolladas ocupan trescientos treinta y seis capítulos, cuyo interés culmina en el 113, donde, tras presentar las dos opuestas opiniones que atribuyen al Papa ya el exclusivo poder espiritual, ya la plena jurisdicción en las dos esferas, fundamenta su actitud.

Torquemada entiende que el Papa tiene "una cierta jurisdicción temporal en todo el orbe cristiano", pero no una potestad total, sino un poder justificado en su orientación por cuanto resulte preciso para conservar los bienes espirituales y apoyado en las necesidades de la Iglesia y en las obligaciones del sacerdocio. Estudia igualmente y defiende la superioridad del poder espiritual sobre el temporal, señalando las múltiples eminencias del mismo.

El mayor interés de la obra de Torquemada no está solamente en este tratamiento autónomo inicial de la Iglesia, que le hace fundador de la Eclesiología, sino también en la concepción misma del poder; por ello su obra ha sido vista por Dublanchy como una etapa decisiva en el desarrollo del derecho pontificio. Torquemada ataca a Marsilio de Padua, rechaza errores de Egidio Romano y anticipa las más fecundas líneas doctrinales, por donde le son deudores Vitoria, Soto y Belarmino. La prioridad la tiene bien ganada y no se la pueden arrebatar los estudios de Leclercq sobre Juan de París; por lo pronto esta relación no queda testimoniada, y en todo caso la obra del cardenal español tiene vigores y primores de los que carece la del parisiense.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].