Yusuf I de Marruecos

(Abu Yacub Yusuf Ben Abd al-Mumin; Marrakech, 1139 - Santarem, Portugal, 1184) Segundo emir almohade (1163-1184). Yusuf I completó la ocupación de al-Andalus emprendida por su padre Abd al-Mumin con la conquista del reino de Valencia y Murcia, en el año 1172.

Educado de un modo exquisito desde muy joven, Yusuf fue nombrado por su padre gobernador de Sevilla, ciudad donde el joven príncipe beréber estudió y se rodeó de literatos, filósofos y hombres de ciencia, llegando a reunir una de las mejores bibliotecas de todo el mundo hasta entonces, casi igual a la que aglutinó en su día el califa cordobés al-Hakam II.

Antes de morir, Abd al-Mumin hizo venir a Yusuf hasta Marrakech con la intención de nombrarlo emir, decisión llena de peligros por cuanto el joven príncipe tuvo que competir por el puesto con familiares poderosos de la casa real que no le habían jurado la lealtad de muy buen grado. En efecto, Yusuf I no pudo asumir plenamente el título de príncipe de los creyentes (al-muslim) hasta cinco años después de su ascensión al trono.

Aunque siguió las huellas de su padre en cuestiones militares y religioso-culturales, tuvo mucha menos decisión en lo concerniente a la dirección de los asuntos de gobierno y a la atención de los problemas urgentes. Además, en Marrakech siguió con su amor por las artes y la ciencia en mayúsculas, haciendo venir a la corte a las mejores mentes, especialmente a los filósofos, destacando los tres más importantes de al-Andalus y en general de todo el Islam: Abentofail, Avempace y Averroes.

Aunque la influencia almohade en al-Andalus estaba bastante consolidada, el país aún no se encontraba ni mucho menos bajo control. Todavía existían varios reyezuelos, lo mismo que ocurrió a la llegada de los almorávides en el año 1090, que habían optado por mantener su independencia a toda costa. Entre estos "rebeldes" se encontraba el más poderoso de todos, Muhammad Ibn Said Ibn Mardanish (el famoso Rey Lobo de las crónicas castellanas), quien controlaba gran parte del territorio este de al-Andalus, incluida Murcia.

Desde Marrakech, Yusuf I mandó un primer contingente contra Ibn Mardanish, en el año 1165, que se estrelló ante la implacable defensa y contraofensiva del astuto rey valenciano. La guerra entre ambos se dilató por espacio de varios años, hasta el 1171, fecha en la que Yusuf I cruzó el estrecho y se estableció en su querida Sevilla, donde asentó su cuartel general contra Ibn Mardanish y sus aliados cristianos. La lucha no terminó hasta la muerte del monarca valenciano, en el año 1172. Demostrando una inteligencia política pareja a la de su padre, Yusuf I compró la lealtad futura de los familiares del valenciano, permitiéndoles desempeñar importantes cargos en los territorios que antes ocupaban.

Libre de una seria oposición musulmana en la Península, Yusuf I centró todos sus esfuerzos en los reinos cristianos que amenazaban su poder por el norte. Contando con la alianza del monarca leonés Fernando II a partir del año 1168, los ejércitos almohades de Yusuf I entablaron una clara lucha contra los castellanos y portugueses, reinos que se encontraban enfrascados en una política territorial expansiva. La campaña portuguesa por Extremadura causó estragos, capturando importantes ciudades y fortalezas almohades (Trujillo, Évora, Montánchez, Serpa, Badajoz y Béjar).

Estos nefastos acontecimientos obligaron a Yusuf I a mandar un ejército importante que reconquistó dichas posiciones, ayudado por el rey leonés, pero que fracasó en el intento de tomar Toledo, Huete y Tarragona. Con un éxito relativo en sus campañas, la cuestión andaluza se resolvió momentáneamente debido al desgaste de todos los contendientes que forzó el establecimiento de una larga tregua tácita.

En el año 1176, Yusuf I regresó a Marrakech y luego a la región del Sous, donde se había iniciado una seria sublevación contra su poder incubada al calor de su prolongada ausencia de África. Mientras se encontraba ocupado en semejantes tareas de castigo, no paraban de llegarle noticias alarmantes acerca de la situación delicada de al-Andalus: Portugal atacó Béjar en el año 1178 y amenazaba la costa, incluida Ceuta, en el continente africano; Alfonso VIII de Castilla penetró en al-Andalus hasta llegar a las mismas puertas de Córdoba en el año 1182, después de haberse apoderado de Cuenca, en el año 1177; mientras que su tradicional aliado Fernando II de León había firmado una tregua con Castilla, en el año 1183, prometiendo romper sus buenas relaciones con los almohades.

Sin pensárselo dos veces, en el año 1184 Yusuf I preparó apresuradamente un gran ejército para comenzar una campaña contra los monarcas cristianos peninsulares con el que desembarcó en Algeciras. Desde Sevilla, Yusuf I se dirigió a toda prisa a Santarem, en el Algarve portugués, región muy bien defendida por una coalición luso-castellana. El ejército almohade puso sitio a la ciudad acabando por retirarse presa del pánico después de que Yusuf I muriera víctima de una herida recibida en su tienda, dejando una vez más a la España musulmana en una precaria situación, máxime cuando los reyes cristianos estaban preparando planes más ambiciosos para al-Andalus.

La muerte de Yusuf I fue mantenida en secreto durante algún tiempo para evitar discordias dinásticas. Fue enterrado con todos los honores en Tinmal, junto a su padre, en la localidad donde surgió el primer embrión de la dinastía. Durante sus casi cinco años de permanencia en al-andalus, Yusuf I emprendió la construcción de varias obras públicas en Sevilla y satisfizo inquietudes intelectuales. Se reedificaron sus murallas, construyendo acequias para la conducción del agua, así como la mezquita aljama, inaugurada en el año 1182, y los alcázares de la Buhaira. También se comenzaron las primeras obras de la famosa Giralda.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].