Germán Berdiales

[Por Marcelo Bianchi Bustos, colaborador de la sección Especiales]

El escritor argentino Germán Berdiales (Buenos Aires, 1896-1975) es considerado uno de los precursores de la Literatura Infantil y Juvenil. Si bien se dedicó al periodismo en un primer momento (escribiendo en diarios como “La Prensa” de la Capital Federal, “El Día” de La Plata, “El Monitor de la Educación Común”, dependiente del Ministerio de Educación de la Nación Argentina, “El Hogar”, “Pampa Argentina”, “Ficción”, “Mundo Argentino” y “Vinos, Viñetas y Frutas”, entre otros), sus grandes pasiones fueron el magisterio y las letras. Se recibió como Maestro Normal Nacional en 1918 en la Escuela Normal Superior Mariano Acosta de la Ciudad de Buenos Aires, Argentina, y rápidamente se dedicó a la enseñanza, con una experiencia que lo marcó para toda su vida, que fue la de haber sido maestro en una escuela rural ubicada en la provincia de Chubut. En el ámbito docente conoció a Pedro Inchauspe, quien fue coautor con Berdiales de varios libros de lectura para la escuela primaria, entre los que se destaca particularmente Nuevo mundo.


Germán Berdiales

Si se tuviera que caracterizar su obra, que fue sumamente fecunda, lo primero que hay que decir es que sus textos literarios (tanto los poéticos como los narrativos o su teatro escolar) sirvieron como base para la conformación de la identidad nacional. La búsqueda del nacionalismo en la literatura de la primera mitad del siglo XX fue una cruzada emprendida por varios escritores y esto se evidencia tanto en los títulos de sus publicaciones como en el contenido de las mismas.

Este gran hombre de la cultura nacional no sólo fue escritor sino también traductor. Sus traducciones y narrativas formaron parte de la prestigiosa Colección Robin Hood. En esta aparecieron obras como El hijo de Yapeyú, El primer soldado de la libertad, El maestro de América, Teatro Robin Hood y El Divino maestro, entre otras. Una interesante obra que realizó es la traducción y adaptación con Fernando Tognetti del libro Corazón, de Edmundo de Amicis. Este libro posee un prólogo muy interesante de Rafael Alberto Arrieta y es muy interesante pues adapta el clásico italiano, que tuvo una gran difusión en su época, al ámbito argentino: el ambiente y las escenas costumbristas dejan de ser las italianas del libro original para pasar a hacer referencia a costumbres y lugares de la Argentina.

A todas estas producciones literarias hay que sumarle otras, los ensayos literarios y las obras de índole pedagógica que aparecieron publicadas en “El Monitor de la Educación Común”, ese órgano que fue tan importante para la difusión de las ideas pedagógicas del siglo XX.

Sus principales publicaciones son Las fiestas de mi escuelita. Comedia. Diálogos, Monólogos y discursos. Para la escuela y el aula (1924), Fábulas en acción (1927), Padrino (1929), El último castigo: cuentos para padres y maestros (1929), Fabulario (1933), Maestros del idioma (1936), La canción de cuna (1937), Risa y sonrisa de la poesía niña (1937), Cuentos dramatizados y Teatro cómico para niños (1938), El arte de escribir para los niños (1939), Cielo pequeñito (1940), El teatro de los más chicos (1941), Coplas argentinas (1942), Nuevo ritmo de la poesía infantil (1943), Lecturas para la niña que se hace mujer (1944), Leyendas argentinas (1954), Los versos (1959) y Cien cuentos y leyendas en verso (1965).

Su teatro para niños fue en su época una gran novedad, pues realizó importantes pases de un género al otro, trasformando en obras de teatro el cuento Cenicienta en la versión de Charles Perrault, uno de los cuentos mensuales del libro Corazón de Edmundo de Amicis, Peter Pan de James Barrie o algunas escenas del Nuevo Testamento, entre tanta cantidad de ejemplos posibles.

Como una manera de contemplar su estilo puede leerse el texto “La patria”, que pertenece al libro Recitaciones infantiles (1934):

“El que de pequeño respeta a su patria sabrá defenderla cuando sea mayor. Si cada uno de vosotros se recoge, por un instante, en el seno de sus más íntimos afectos y recuerda la mirada complacida del padre, el beso amoroso de la madre, el cariño del hermano, y la cordialidad del amigo, las gratas horas de la escuela y las dulces veladas del hogar, la hermosura de los campos, y el murmullo de los ríos, la soberbia de las montañas y la pureza de los cielos, verá que todas esas felicidades que nos rodean constituyen la Patria. Todo se lo debemos a la Patria: ella nos da la cuna y la tumba; ella produce el cereal y la leche con que nos sustentamos; ella calienta la lana y blanquea el algodón con que nos vestimos; ella atiende a todas las necesidades nuestras y en pago de tanto bien sólo nos pide: Amor. ¡Amemos, pues, a la pródiga tierra en que nacimos!”

Ese texto, que fue escrito por el autor para el libro mencionado, es una prueba de su estilo y de la gran macrotemática que engloba toda su obra, que es el amor por la patria. Posiblemente esos años en escuelas rurales, en las escuelas de la provincia de La Pampa, el trabajar para el Estado Nacional e investigar sobre el folklore argentino hicieron que los valores afloraran en su escritura. Sus ideas sobre el libro y el mundo de la lectura fueron avanzadas para su época. Por ejemplo, en El arte de escribir para los niños puede leerse una frase de gran actualidad para las cruzadas de suelta de libros que se llevan a cabo en muchas ciudades: “No guardes libros que no volverás a leer, déjelos que vayan a buscar nuevos amigos”.

Tal vez su catolicismo, su vinculación con el peronismo al publicar en la revista educativa “La Obra” y su mirada profundamente nacionalista hicieron que fuese cayendo en el olvido desde los años 80. Hoy es un escritor que está fuera del canon literario, aunque sus obras están pensadas para los niños y muchas de ellas podrían ser abordadas en distintas instancias de mediación de la lectura.

Cómo citar este artículo:
Bianchi Bustos, Marcelo (2022). «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España. Disponible en [fecha de acceso: ].