Constantino

 
La batalla del Puente Milvio. En el año 305, Diocleciano y Maximiano abdicaron en favor Galerio y Constancio Cloro, que pasaron a ser augustos. Como nuevos césares quedaron Valerio Severo bajo Constancio, con la prefectura de Italia, y Maximiano Daya a las órdenes de Galerio, recibiendo el gobierno de Siria y Egipto. Esa división desatendía las expectativas de poder que albergaban Majencio, hijo de Maximiano, y el propio Constantino, hijo de Constancio Cloro. Al morir Constancio Cloro, sus tropas proclamaron emperador a Constantino, mientras que Majencio lo era también en Roma. Diocleciano convocó una conferencia en Carnuntum para tratar de reorganizar el gobierno del Imperio, pero el acuerdo sólo aplazó el inevitable enfrentamiento entre Constantino y Majencio por el Imperio occidental. Constantino invadió Italia y venció a Majencio en la batalla de Puente Milvio (312), quedando dueño absoluto de Occidente. Licinio derrotó a Maximiano Daya en Adrianópolis (313) y quedó dueño de Oriente. Ambos gobernantes firmaron la paz, pero pronto la situación entre los dos emperadores se hizo cada vez más tensa por la política anticristiana de Licinio; finalmente, Constantino venció a Licinio en la batalla de Crisópolis (323), con lo que quedó como emperador único.

Según una leyenda que divulgó ampliamente la historiografía cristiana, Constantino, antes de la batalla decisiva del Puente Milvio, vio una cruz brillante en el cielo, y, bajo ella, las palabras in hoc signo vinces ("bajo este signo vencerás"). A raíz de ello, Constantino ordenó que se pusiera una insignia cristiana en los escudos de los soldados. En la batalla, las tropas de Majencio fueron completamente derrotadas, y el propio Majencio pereció. Constantino fue proclamado emperador por el Senado; luego procedió a disolver para siempre la guardia pretoriana, la misma que antaño había nombrado y depuesto emperadores. En la imagen, detalle del fresco La visión de la Cruz, pintado por discípulos de Rafael.