Adolf Hitler

 
El ritual nazi. Adolf Hitler demostró la importancia en política de una oratoria magnificada y convertida en medio de comunicación de masas gracias a los avances técnicos. Inconcebibles serían las grandes concentraciones nazis sin la existencia de altavoces: el micrófono, por el que gritaba con tonos agudos, estridentes, se convirtió en instrumento irreemplazable para la movilización sentimental de la muchedumbre hasta estados colectivos de fanatismo, seguramente más fuertes e intensos que los sentimientos de fanatismo individuales. En este terreno demostró una extraordinaria sensibilidad para captar el estado de ánimo del auditorio. ¿Constituye este fenómeno de adoración multitudinaria alguna forma de patología social? Gisevius habló de "masas movibles a una voz de mando, masas indistintamente instigadas hasta la locura". Probablemente todo ello deba examinarse, más que en el campo de las ideologías políticas, en el de los fenómenos sociológicos de masas. Hitler lo intuyó y se consideró mucho más que un político popular; se convirtió en "sumo sacerdote" de un nuevo rito, posibilitado por la radio y los altavoces, que sedujo a muchedumbres hipnotizadas por el brillo de un culto idolátrico.