Héctor Alterio

(Buenos Aires, 1929) Actor argentino. Se formó en grupos de teatro vocacional y, pese a iniciar tardíamente su carrera cinematográfica, su trayectoria posterior fue brillante. Tuvo su primer papel protagonista en La tregua (1974), de Sergio Renán. Incluido en las listas negras de la organización terrorista de extrema derecha Triple A, cuyas amenazas de muerte obligaron a varios actores argentinos al exilio, en 1975 recaló en España, donde fue requerido por los más reputados realizadores, incluso con posterioridad a la instauración de la democracia en su país (1983), circunstancia que lo indujo a trazar un puente y trabajar de forma alternativa a uno y otro lado del Atlántico.


Héctor Alterio

Héctor Alterio estudió arte dramático y comenzó a trabajar como actor en la capital argentina, a la vez que desempeñaba diversos oficios, entre ellos el de vendedor a domicilio, pintor en el sector de la construcción y visitador médico. En 1950 impulsó la formación del grupo teatral independiente Nuevo Teatro, compañía que estuvo activa hasta 1968 y con la que alternó montajes vanguardistas con otros de teatro clásico, labor que desde los años 60 compaginó con papeles en el cine y la televisión. En la gran pantalla sus colaboraciones con Leopoldo Torre Nilsson (La mafia, 1971, y Los siete locos, 1972), y en particular con Héctor Olivera en La Patagonia rebelde (1974), hicieron patente el talante progresista del actor.

En 1975 se encontraba de gira en España cuando le llegó la noticia de que la organización paramilitar argentina Triple A había amenazado con represaliarle, por lo que decidió instalarse en España, donde continuó su carrera interpretativa. Los comienzos no fueron fáciles, pero gracias a sus solventes trabajos en filmes como Cría cuervos (1975), de Carlos Saura, y Pascual Duarte (1976), adaptación de la novela de Camilo José Cela firmada por Ricardo Franco, acabó haciéndose un nombre y una popularidad bien asentada, si bien en ocasiones se vio obligado por necesidades económicas a participar en proyectos de dudosa calidad.

Es prácticamente imposible sintetizar una filmografía tan extensa como la de Héctor Alterio, que en periodos como éste llegó a participar en cinco películas al año. De este momento debe destacarse el filme de Jaime Chávarri A un dios desconocido (1977), que le valió el premio al mejor actor en el Festival de San Sebastián y supuso su consagración en España. Por El nido (1980), de Jaime de Armiñán, recibió el premio al mejor actor de la Asociación de Cronistas de Nueva York. A partir de 1983, con la caída de la dictadura de Jorge Rafael Videla y el retorno de la democracia, pudo volver a trabajar en Argentina; reclamado sin embargo por los más prestigiosos cineastas de ambos países, alternó constantemente sus trabajos en producciones españolas y argentinas.

De esta nueva etapa sobresale especialmente el filme de Luis Puenzo La historia oficial (1985), un conmovedor drama que profundiza en uno de los periodos más oscuros de la historia reciente de Argentina. Héctor Alterio encarnó a Roberto, un empresario que hace negocios con los militares y cuya esposa Alicia, profesora de instituto, sospecha que su hija adoptada, Gaby, es hija de una de las muchas mujeres a quienes, durante la represión de la dictadura, robaron sus hijos antes de ser asesinadas. Sus investigaciones la llevarán a descubrir que la historia oficial sobre la procedencia de su hija no tiene nada que ver con la dramática realidad a la que debe enfrentarse. En Argentina, La historia oficial causó una verdadera conmoción; se convirtió en la película más taquillera del año y suscitó airadas reivindicaciones por parte de los familiares de los presos políticos desaparecidos. Hollywood decidió recompensar el valiente esfuerzo de Luis Puenzo y su equipo, premiando al filme con el primer Oscar a la mejor película extranjera obtenido por una producción iberoamericana.

De la filmografía de sus últimos años cabe resaltar la comedia dramática de Juan José Campanella El hijo de la novia (2001), que protagonizó junto a Ricardo Darín y cuyo extraordinario éxito de taquilla incrementó en varios enteros la popularidad de que ya gozaba. A lo largo de su trayectoria nunca abandonó por completo el medio en que se había forjado, el teatro, ni tampoco dejó de participar en numerosas producciones televisivas. En 2004 vio reconocido el conjunto de su carrera cinematográfica con el Goya de honor que otorga la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España. Sus hijos Malena y Ernesto han seguido sus pasos en el oficio de actor.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].