Enrique VI del Sacro Imperio Germánico

(Nimega, 1165 - Messina, 1197) Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (1190-1197), de la Casa de Hohenstaufen. Fue también rey de romanos o de Germania (1169-1197), rey de Italia (1186-1197) y rey consorte de Sicilia (1194-1197) por su matrimonio con Constanza I de Sicilia. Hijo y sucesor de Federico I Barbarroja (cuya política prosiguió) y de Beatriz de Borgoña, el emperador Enrique VI fue hombre de gran inteligencia, valiente, ambicioso y obstinado. Por su severidad en la aplicación de la justicia fue llamado Enrique VI el Severo o el Cruel; en realidad, su prematura muerte segó una vida y obra muy prometedoras.


Enrique VI del Sacro Imperio Romano Germánico

A los tres años fue nombrado rey de los romanos en la Dieta de Bamberg (1169), siendo a los diecinueve asociado al Sacro Imperio Romano Germánico por su padre, con el título de César. En 1186 casó solemnemente en Monza con Constanza de Altavilla, tía de Guillermo II de Sicilia el Bueno y heredera de dicho reino, y fue coronado en el mismo año como rey de Italia. Este matrimonio extendía la influencia de los Hohenstaufen hasta el sur de Italia, quedando de esta manera el papado envuelto por su tradicional enemigo: el Sacro Imperio Romano Germánico. A la muerte de su padre (1190), Enrique VI quedó como único señor del Imperio y del trono normando de Sicilia, teniendo que sofocar entonces una serie de revueltas producidas por la levantisca nobleza feudal alemana.

Al igual que su progenitor, Enrique VI hubo de luchar contra Enrique el León, duque de Baviera, que había agrupado a su alrededor a los güelfos y a los señores feudales de la zona renano-westfaliana. Este contratiempo atrasó sus planes de ir a Italia para hacerse coronar emperador; finalmente, un pacto con Enrique el León le permitió llegar a Roma, donde el 15 de abril de 1191 fue coronado por el papa Celestino III. Cuando llegó a Sicilia y Apulia, que le correspondían por su matrimonio con Constanza I de Sicilia, Enrique VI se encontró frente a su rival Tancredo de Lecce, hijo natural de Roger II de Sicilia, junto al que se había agrupado gran parte de la nobleza siciliana. Una epidemia surgida en su ejército obligó a Enrique a retirarse de Nápoles, mientras que su esposa quedaba como prisionera en Salerno.

El pontífice se declaró a favor de Tancredo de Lecce, que contaba también con la alianza de Enrique de Brunswick, hijo de Enrique el León, y de Ricardo Corazón de León, que estaba ligado a la monarquía normanda como hermano de Juana, viuda de Guillermo II de Sicilia el Bueno. La situación era difícil, pero, hallándose prisionero Ricardo Corazón de León del duque Leopoldo de Austria, la muerte de Tancredo resolvió la situación. En 1194 Enrique VI era coronado rey de Sicilia en Palermo y acto seguido cogía prisioneros a Sibila, viuda de Tancredo, y a sus hijos, que fueron internados en Alemania.

En este momento llegó Enrique VI a la cumbre de su poder, ya que, pacificados los nobles alemanes y conquistada Sicilia, se encontró con libertad para realizar el sueño de los Hohenstaufen de dominio universal. Concibió Sicilia como eje de un nuevo Imperio mediterráneo, de base mercantil, en el que musulmanes y cristianos coexistiesen pacíficamente. Con este fin entregó a su hermano Felipe de Suabia feudos en Toscana, las Marcas y en Emilia-Romaña, y formó una liga en la Italia septentrional favorable al Imperio, frente a la de los comunas rebeldes.

Como heredero de las pretensiones normandas sobre el Imperio Bizantino, casó a su hermano Felipe de Suabia con Irene, hija de Isaac II Ángelo, y viuda de Roger II, hijo de Tancredo de Lecce, para con esta excusa intervenir como protector de los Ángelos en Constantinopla. Pero sus pretensiones no contaron con la sólida base que necesitaba, debido a la intransigencia de la nobleza alemana y siciliana. En 1196, en la Dieta de Wurzburgo, quiso que el poder imperial pasase de electivo a hereditario dentro de su familia, pero no lo consiguió. Su política siciliana de encomendar a aristócratas alemanes el gobierno de la isla ocasionó una sangrienta rebelión encabezada por Giordano, noble que se quería proclamar rey en aquellos territorios. Enrique VI sofocó la rebelión mandando ejecutar a Giordano y aplicó una dura política de represión.

Como sus relaciones con la Santa Sede continuaban siendo tirantes, entabló una serie de negociaciones con el papa para suavizar la situación; mientras se efectuaban estos contactos, Enrique VI murió de malaria en Messina a los 32 años de edad, después de reprimir una nueva sublevación siciliana y cuando preparaba una expedición contra Bizancio, a la que daba apariencia de cruzada. Su hijo Federico (el futuro Federico II de Alemania), que tenía sólo tres años, quedó bajo la tutela de su madre Constanza y del papa Inocencio III, en un momento difícil para la dinastía.

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Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].