Hector Guimard

(Lyon, 1867 - Nueva York, 1942) Arquitecto y decorador francés. Máximo exponente del Art Nouveau en su país, la influencia del belga Victor Horta se percibe en el Castel Béranger en París (1897-1898), edificio de viviendas en el que cuidó todos los detalles, y, posteriormente, en la sinagoga de la calle Pavée-au-Marais (1913). Sus obras más celebradas fueron las bocas de acceso a las estaciones del metro de París, cubiertas con imaginativas marquesinas de vidrio, hierro y bronce inspiradas en formas animales y vegetales. Su estilo influyó en la evolución de la arquitectura del siglo XX.


Acceso a la estación de Porte Dauphine (París)

La expresión «Art Nouveau» se hizo muy popular desde que en 1896 el comerciante hamburgués Samuel Bing inaugurara en París una tienda homónima, en la que expusieron Henry van de Velde, Émile Gallé, Louis Majorelle y el mismo Guimard, entre otros. En un principio el Art Nouveau era, sobre todo, un estilo decorativo difundido por las revistas Art et Décoration y L'Art décoratif, ambas aparecidas en 1897. El fuerte arraigo de la cultura académica en Francia supuso un obstáculo para la introducción de las nuevas tendencias que proponían una superación de los modelos historicistas.

Con la Exposición Universal de París de 1900, el Art Nouveau entró a formar parte del repertorio habitual de los artistas franceses, en ocasiones como una variante más del eclecticismo imperante. Coincidiendo con la Exposición Universal, Hector Guimard contribuyó a popularizar el estilo al diseñar varios accesos a las estaciones del metro de París (1899-1900), hasta tal punto que, durante algún tiempo, al nuevo movimiento se le conocía popularmente como «Style Métro».

En el acceso al metro de Parc Monceau o al de Palais Royal, la fundición de las balaustradas, de los apoyos de las lámparas y de los pabellones se articula con formas animales y vegetales que no fueron creadas como elementos simplemente decorativos, sino como partes integrantes de la propia estructura. En este proyecto, la ornamentación reclama su vinculación con la naturaleza, contribuyendo al embellecimiento de unas instalaciones urbanas que, en último término, son el resultado de la revolución industrial. Las formas no empiezan ni acaban sino que se deslizan, fluyen, otorgando una sensación de ligereza. El hierro fundido le permitió a Guimard rellenar los moldes como si se tratase de una escultura.

En otras estaciones, como las de Porte Dauphine y Hôtel de Ville, Guimard incorporó una techumbre de vidrio para integrar las nervaduras metálicas en el entorno luminoso de la plaza. Como en muchas obras modernistas, el volumen queda aquí desplazado por la infinitud de la línea; el muro desaparece y deja paso a las piezas filiformes, engarzadas por un sistema de rectángulos.

Cómo citar este artículo:
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «» [Internet]. Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en [página consultada el ].