Nicolai Hartmann

(Riga, 1882 - Gotinga, 1950) Filósofo alemán. Discípulo de Hermann Cohen, Nicolai Hartmann fue profesor en Marburgo, Colonia, Berlín y Gotinga. Su pensamiento recibió en primer lugar influencias del neokantismo de Marburgo, del que se fue apartando por influjo de Edmund Husserl (la incidencia de la fenomenología es decisiva en la obra de Hartmann) y, en menor grado, de Hegel y Max Scheler. Además de seis obras dedicadas a la ontología y a las categorías (1935, 1938, 1940, 1942, 1950 y 1963), es autor de Metafísica del conocimiento (1921), Ética (1926) y Filosofía del idealismo alemán (1923-1929).


Nicolai Hartmann

Para Hartmann, la filosofía ha de investigar «problemas» hasta llegar a los límites de su posible solución; en este sentido, la historia de la filosofía no es una historia de los sistemas, sino de los problemas filosóficos. El saber filosófico no debe construirse como sistema, es decir, sobre la base de un conjunto de presupuestos previos que den lugar a una estructura sistemática meramente especulativa en la que, forzadamente, se dé cabida a los datos, y mediante la cual se intente resolver los problemas de un modo parcialista, de forma que su solución no perturbe la arquitectura del sistema. Hay que evitar que el sistema prejuzgue de antemano la solución de los problemas. Y para ello el único camino es prescindir de todo sistema previo y abordar cada uno de los problemas de la filosofía directamente y en sí mismo.

Sobre este planteamiento, que al mismo tiempo constituye un principio metódico, Hartmann elabora una filosofía encauzada entre dos líneas directrices fundamentales, el realismo y la conexión con la ciencia positiva. La controversia entre realismo e idealismo se resuelve en favor del primero. Hartmann sostiene que las categorías kantianas no deben entenderse como estructuras del sujeto o condicionamientos introducidos en la experiencia de lo real mediante los que se construye el objeto de conocimiento. Las categorías son estructuras de la realidad que la mente humana se limita a descubrir y reconocer: «No de conceptos del entendimiento trata la teoría de las categorías, sino de los fundamentos estructurales del ser real, del mundo real» (Ontología III).

El interés del pensador alemán por la filosofía de la ciencia se evidencia por un lado en las obras dedicadas a tal materia y por otro en su tesis de que todo sistema categorial tiene que regirse por el criterio del numerus apertus (y no del numerus clausus como acontece en Aristóteles o Kant), en virtud de que está sujeto a ulteriores perfeccionamientos gracias al progreso de las ciencias positivas, que van desentrañando nuevos aspectos de lo real. Esta vinculación entre el sistema filosófico de las categorías y los avances de la ciencia es tan íntima que, para Hartmann, sólo en la esfera del ser inorgánico, y mediante el alto grado de precisión a que han llegado la física y la química, es posible establecer un conjunto categorial de cierta solidez; en otras esferas, como las de lo orgánico, lo psíquico y lo espiritual, la deficiencia de las ciencias positivas correspondientes (la biología, la psicología, la sociología) impide que el filósofo pueda establecer un sistema categorial de validez apreciable, al menos con respecto al nivel que se puede alcanzar en lo inorgánico.

La ética de Hartmann está muy influida por las de Aristóteles y Max Scheler, aunque tiene una muy propia personalidad. Hartmann defiende, frente a Immanuel Kant, una ética material de los valores y, conforme con Aristóteles, aceptará la noción de virtud como término medio (mesótes). El núcleo central de la ética es la teoría del valor; éste es uno de los tipos de ser ideal, por lo que goza de objetividad y universalidad, con lo que Hartmann se enfrenta a todo subjetivismo y relativismo axiológicos. Los valores constituyen un reino separado, similar al de las Ideas de Platón; la misión de la persona, del ser humano, individual, es la de realizar estos valores, y en esta realización consistirá la conducta moral, conducta que se fundamenta en la libertad humana. Esta última es posible porque el hombre, en cuanto espíritu, escapa a la determinación causal eficiente imperante en la naturaleza, y por la inexistencia de Dios, ya que Hartmann considera su existencia como contradictoria e incompatible con la libertad de la voluntad.

Cómo citar este artículo:
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «» [Internet]. Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en [página consultada el ].