Junichiro Koizumi

(Yokosuka, 1942) Político japonés, primer ministro de Japón entre 2001 y 2006. Junichiro Koizumi nació el 8 de enero de 1942 en Yokosuka, prefectura de Kanagawa, feudo político de su familia, vinculada al PLD desde su fundación en 1955. Su abuelo fue vicepresidente de la Cámara de Representantes y ministro de Correos y Telecomunicaciones, y su padre, director general de la Agencia de Defensa, cargo equivalente a ministro de Defensa. Estudió economía en la Universidad Keio, por la que se licenció en 1967, y posteriormente amplió estudios en la London School of Economics.


Junichiro Koizumi

Afiliado al PLD a los dieciocho años, comenzó su carrera política como secretario parlamentario del primer ministro Takeo Fukuda en 1970. Fue elegido diputado por Kanagawa en 1972 y, desde dicha fecha hasta 2001, fue reelegido sin interrupción. Secretario de Estado de Finanzas en 1979 y presidente del Comité de Finanzas del PLD, fue dos veces ministro de Sanidad (1988-1989 y 1996-1998), cargo en el que logró una gran popularidad.

Ministro de Correos y Telecomunicaciones entre 1992 y 1996, chocó abiertamente con la dirección del partido al proponer un plan para la desaparición del ministerio y la privatización de sus servicios postales y de ahorro, que a la postre no pudo realizar, aunque la propuesta se consideró pertinente desde el punto de vista fiscal. A partir de ese episodio quedó estigmatizado como un excéntrico dentro de la rígida estructura del PLD.

El ascenso al poder

Candidato frustrado a la presidencia de su partido en 1995 y 1998, el agravamiento de la crisis económica le ofreció una nueva oportunidad política. Empezó por abandonar el clan de Yoshiro Mori, el impopular primer ministro japonés, tan pronto como éste anunció su dimisión a principios de 2001, y ante las elecciones presidenciales primarias dentro del partido, abiertas a sus 2,3 millones de afiliados, montó una trepidante campaña bajo el lema de «Cambiar el PLD, cambiar Japón», en competencia con el jefe de la más poderosa facción del partido, el ex primer ministro Ryutaro Hashimoto, heredero de los clanes de Tanaka y Takeshita, el mejor situado en el corazón del sistema.

Rompiendo todas las tradiciones y el pétreo caciquismo, en una aparatosa «revuelta de las provincias», las bases del partido se rebelaron contra las consignas de sus jefes tradicionales y dieron el triunfo a Koizumi, que fue elegido presidente del PLD por una mayoría abrumadora en la votación organizada entre el 19 y el 23 de abril, en la que obtuvo 123 de los 141 sufragios de todas las federaciones. Su oponente Ryutaro Hashimoto, quien partía como favorito, sólo logró 15 votos.

Tras la consagración de Koizumi por las bases, los parlamentarios del PLD se inclinaron ante el veredicto popular y lo eligieron candidato a primer ministro, para cumplir con la tradición de que el presidente del PLD dirige el gobierno. La designación quedó ampliamente ratificada por las dos Cámaras de la Dieta el 26 de abril. En la Cámara de Representantes logró 287 votos, muy por encima de la mayoría requerida de 240, y consiguió 138 en el Senado, 14 votos más de los necesarios.

Un proyecto reformista

Considerado como un heterodoxo, Koizumi se propuso conectar directamente con los militantes del PLD y luego con todos los ciudadanos, mediante un discurso populista y nacionalista que chocaba abiertamente con las arraigadas costumbres de los clanes intermedios, pero que resultó decisivo para una victoria llamada a alterar de manera irreversible el panorama político. Prometió reformas estructurales dentro del partido y de la administración a fin de sacar al país del marasmo económico y la parálisis institucional en que se encontraba sumido desde 1992. En sus primeras declaraciones, Koizumi abogó incluso por la reforma de las finanzas públicas y la racionalización del sistema bancario, los dos obstáculos en que se habían estrellado hasta entonces todos los intentos de superar el estancamiento.

La formación del nuevo gobierno confirmó la seriedad y la osadía del proyecto reformista, con la inclusión de cinco mujeres y tres personalidades sin partido. Por primera vez, una mujer, Makiko Tanaka, hija del ex primer ministro Kakuei Tanaka, se hizo cargo del Ministerio de Asuntos Exteriores. La constitución de un gabinete tan poco convencional, sin haberlo consultado con los jefes de las facciones, como era prácticamente preceptivo, desencadenó un verdadero seísmo dentro del PLD, cuyo nuevo secretario general era otro político innovador, el diputado Taku Yamasaki, que había caído en desgracia por intentar derribar a Mori.

Koizumi obtuvo el respaldo de las formaciones de la coalición gubernamental, el Nuevo Komeito (fachada de la potente secta budista Soka Gakkai) y el Partido Conservador, pero tuvo que abandonar algunas de sus promesas electorales, entre ellas la de revisar el artículo 9 de la Constitución de 1947, por el que Japón renunciaba a la guerra y a disponer de un ejército. Inexperto en política exterior, se apartó de lo establecido e hizo fruncir el ceño a algunos aliados o clientes, como China y Corea del Sur, al visitar el santuario de Yasukuni, templo sintoísta y tumba simbólica de los soldados japoneses caídos durante la Segunda Guerra Mundial.

Como Mijail Gorbachov en 1985, con el que a veces se le ha comparado, Koizumi se presentaba como un populista sin complejos, persuadido de que sólo el cambio de las estructuras anquilosadas, tanto en el PLD como en la administración estatal, permitiría salvar al sistema y poner de nuevo a Japón en la vía del dinamismo social, el resurgir económico y la prosperidad. Sin embargo, lógicamente, la tesitura de ver al PLD, paradigma del inmovilismo, como agente de la revuelta resultaba harto azarosa. Después de varias experiencias decepcionantes, muchos observadores juzgaron que el PLD, a imagen del desaparecido Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), era una esclerótica maquinaria incapaz de reformarse.

El lema político de Koizumi era una máxima de Confucio: «El principio fundamental de la política es la confianza». Su reputación de integridad corrió paralela a su fama de iconoclasta, tanto en la política como en la vida privada. Divorciado desde 1982, tuvo dos hijos, que siguieron estudios universitarios; vestido con trajes llamativos, con su larga cabellera cuidadosamente despeinada, desafíó todos los patrones sociales de los dirigentes del PLD. En su momento declinó el certificado de buenos y leales servicios que le fue concedido con motivo de sus 25 años como diputado, distinción acompañada de una prima mensual de 300.000 yenes.

Cómo citar este artículo:
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «» [Internet]. Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en [página consultada el ].