Pero López de Ayala

(Pero o Pedro López de Ayala; Vitoria, 1332 - Calahorra, 1407) Escritor y político castellano. Canciller y cronista, es una de las más sobresalientes figuras del siglo XIV hispánico y verdadero ejemplo del primer Renacimiento. Clérigo en su juventud, durante el reinado de Pedro I el Cruel (1350-1369) fue alcalde de Toledo y desempeñó diversos cargos importantes. Con la victoria de Enrique II de Trastámara (1369-1379) en la guerra que sostenía contra Pedro I por el trono, creció la influencia de López de Ayala en la corte: fue dos veces embajador ante Francia y participó en las cortes de Alcalá y de Guadalajara.


Pedro López de Ayala

Sirvió luego al hijo y sucesor de Enrique II, Juan I (1379-1390), con cuyo ejército sufrió la derrota de Aljubarrota (1385); capturado por los portugueses, permaneció varios meses en una jaula de hierro y no obtuvo la libertad hasta que se pagó un cuantioso rescate. A su regreso disuadió a Juan I de su proyecto de dividir el reino y, tras la muerte del monarca, fue miembro del Consejo de Regencia durante la minoría de edad de su hijo Enrique III el Doliente (1390-1406), durante cuyo reinado se dedicó a la meditación y al estudio en su retiro en el monasterio de San Miguel del Monte; desde 1398 hasta su fallecimiento ostentó el cargo de canciller real de Castilla.

Considerado el primer humanista de las letras hispanas, Pero López de Ayala vertió al castellano las décadas I, II y IV de Tito Livio (a partir de una versión francesa) y gran parte del De casibus virorum illustrium de Boccaccio, que tituló Caída de príncipes. También tradujo o mandó traducir De la consolación de la filosofía de Boecio, De summo bono de San Isidoro de Sevilla y la Crónica troyana de Guido della Colonna. De su obra original sobresalen el Rimado de palacio, última manifestación importante del mester de clerecía, y las Crónicas, que son el más importante documento histórico de su época.

Guiado por una intención moralizante, Pero López de Ayala escribió en su vejez las crónicas de los cuatro reyes a los que había servido: Crónica del rey don Pedro, Crónica de Enrique II, Crónica de Juan I y Crónica de Enrique III, que dejó inconclusa. La mejor de ellas desde un punto de vista literario es la Crónica de Pedro I, en la que presenta al rey como un tirano, contradiciendo la opinión popular que había visto en él un monarca justo y virtuoso, y juzga su muerte a manos de Enrique II como un castigo divino. Su obra en prosa se completa con el Libro de la caza de las aves, valioso tratado para conocer el arte de la cetrería medieval.

Pero el título más célebre de López de Ayala es el Rimado de palacio, poema de contenido didáctico y moralizador de 8.200 versos que comenzó a escribir en 1385, durante su cautiverio en Portugal, y continuó retocando hasta su muerte. Elaborado en su mayor parte en estrofas de cuaderna vía, metro característico del mester de clerecía, constituye una extensa amalgama de temas morales, religiosos y sociales extraídos tanto de la Biblia como de numerosos autores clásicos y medievales, de la poesía popular y culta castellana, de volúmenes de sermones y de otros textos didácticos.

En la primera parte, tras la invocación, López de Ayala declara sin reservas sus propias faltas y pecados, en una especie de examen de conciencia al estilo de los devocionarios de la época; Marcelino Menéndez Pelayo opina que el autor cargó las tintas sobre sí mismo para poder luego censurar más libremente los desórdenes ajenos. En la segunda parte critica con severidad las clases sociales de la época y la corrupción dominante en las jerarquías eclesiástica y civil, y reflexiona políticamente sobre el comportamiento del rey y sus privados. La tercera, conocida como Deytado sobre el cisma de Occidente, está integrada por composiciones marianas, oraciones y meditaciones en torno al cisma de 1378, a través de las cuales el canciller manifestó una religiosidad personal que en el siglo XVI desembocó en la literatura mística. Por último, la cuarta parte es una adaptación de las Morales de San Gregorio Magno. A pesar de su extensa erudición, el autor se sirvió de un lenguaje sencillo, evitó las digresiones y describió con vivacidad la sociedad castellana de su tiempo.

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Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].