Isabel I de Inglaterra

 
Un reinado fructífero. Isabel I gobernó personalmente, pero supo rodearse de un magnífico equipo de consejeros y colaboradores. Su principal logro fue cimentar la economía inglesa, asentándola en la potenciación de la marina y el comercio, al tiempo que impulsaba la existencia de un campesinado libre y trataba de mitigar, no siempre con éxito, la miseria de las clases populares. En el delicado terreno religioso, Isabel era heredera de la tradición anglicana inaugurada por su padre, y se inclinó por favorecer una Iglesia que estuviese sometida a la corona, lo que la llevó a restaurar el culto protestante y a enfrentarse a la reacción católica, encabezada en el interior por la escocesa María Estuardo y en el exterior por el monarca español Felipe II, viudo de María Tudor. A la primera, tras mantenerla encerrada durante diecisiete años, la hizo decapitar en 1587, lo que, sumado a los largamente larvados conflictos de intereses entre los dos países, acabó provocando la airada reacción del soberano español. En la imagen, Isabel I representada como garante de la paz, con una rama de olivo en la mano (retrato de Marcus Gheeraerts el Viejo, c. 1580-85).