Martín Lutero

 
La Biblia de Lutero. Escritor paradójico, tumultuoso, agresivo e hiperbólico, Lutero, al tiempo que desencadenó con su doctrina herética crueles guerras de religión, sentó las bases de la lengua literaria moderna en Alemania. Su traducción de la Biblia y, en general, su estilo polémico, atropellado y en ocasiones sarcástico se situó en las antípodas del moroso y lento discurrir por silogismos de la escolástica vigente. Algunas de sus palabras, coladas como de rondón en su versión de las Sagradas Escrituras, constituyeron una auténtica hecatombe en la Cristiandad, hasta entonces preservada eficazmente de toda desviación por la Iglesia católica, apostólica y romana. Por ejemplo, en la Carta a los romanos, 3, 28, puede leerse: Arbitramur hominen iusticari ex fide absque operibus, o sea, "consideramos que el hombre se justifica por la fe sin obras de ley". Lutero añadió la decisiva palabra "solamente" ("allein", o sea, el hombre se justifica solamente por la fe), arrimando claramente el ascua a su doctrina. Tan poco inocente desliz lo atribuyó al "genio de la lengua alemana". Y así escribe en su Carta sobre el traducir de 1530: "Pues no se debe preguntar a la lengua latina cómo hay que hablar propiamente, según lo hacen los asnos, sino que se le debe preguntar a la madre en la casa, a los niños en la calle, al hombre corriente en el mercado, y verles en la boca cómo hablan..." Este como hacen los asnos no es sino una más de las muchas lindezas con que escarnece a sus enemigos dialécticos, como por ejemplo a Erasmo de Rotterdam, a quien en Sobre el albedrío esclavo (1525) tacha de "miserable vasallo de los papas", para luego espetarle: "no entendéis nada de lo que decís". En los últimos años de su vida, estando ya muy avanzada su enfermedad, el obstinado monje agustino se despedía con esta fórmula de sus allegados: Deus vos impleat odio Papae ("Dios os llene de odio hacia el Papa"). En la imagen, un ejemplar de la edición de 1545 de su traducción al alemán de la Biblia.