Pablo Neruda

 
El reconocimiento. Si bien la publicación del Canto general, en 1950, supuso el ecuador de la obra de Pablo Neruda y su definitiva consagración internacional, ni su actividad pública ni mucho menos la poética se detuvieron allí, sino que no hicieron otra cosa que crecer durante los casi cinco lustros que le quedaban de vida. En el primer aspecto, el comienzo de los años de la década de 1950 marcó el cenit de sus desplazamientos, en olor de multitudes, de México a Varsovia, y de Nueva Delhi o Pekín a Guatemala, llenando estadios de fútbol para sus charlas y lecturas de poemas, porque el público interesado no cabía en salas más pequeñas. A partir de ahí su compromiso político fue en paralelo con las múltiples distinciones que lloverían sobre él: premio Municipal de Santiago, Nacional de Literatura de Chile, Internacional de la Paz, los doctorados honoris causa por Yale y Oxford y el premio Nobel de Literatura en 1971. Por lo que respecta a su obra, su producción seguirá creciendo sin cesar. En la imagen, Neruda con el novelista venezolano Rómulo Gallegos, en una fotografía tomada en 1959.