J. K. Rowling

 
Escribía en cafés. Fue entonces cuando comenzó a frecuentar las mesas de algunos cafés como el Elephant House o el Nicholson, de Edimburgo, locales en que pasaba varias horas escribiendo a cambio de la única consumición que podía permitirse pagar. Durante un largo y tedioso recorrido en tren desde Manchester hasta Londres, se le ocurrió, repentinamente, el personaje de Harry Potter y la línea argumental básica de sus aventuras; y, tan pronto como volvió a ocupar su mesa del café, planeó con rigurosa meticulosidad la trama argumental de cada uno de los siete libros que habrían de configurar la extensa novela dedicada al personaje. En la imagen podemos apreciar como el Elephant House sigue sacando partido de la celebridad de la autora: muchos potteradictos lo visitan como si fuese un centro de peregrinación.