Pedro Arrupe

(Pedro Arrupe Gondra; Bilbao, 1907 - Roma, 1991) Jesuita español. Ocupó el cargo de 28° prepósito General de la Compañía de Jesús desde 1965 hasta 1983. Después de realizar sus estudios básicos en el colegio de los Escolapios de su ciudad natal, comenzó la carrera de medicina en la Universidad de Madrid, estudios que abandonaría en 1927 para entrar en la Compañía de Jesús, en el seminario de Loyola.


Pedro Arrupe

Realizados los estudios de filosofía en Oña (Burgos) y luego en Marnesse (Bélgica), Pedro Arrupe estudió teología y psiquiatría en Valenburg (Holanda), donde fue ordenado sacerdote el 30 de julio de 1936. Al año siguiente se trasladó a Estados Unidos, donde profundizó sus estudios teológicos y desarrolló su apostolado en favor de inmigrantes españoles y sudamericanos.

En 1938 puso en práctica su sueño de ser misionero en Japón, alternando su apostolado con clases de español en la Universidad de Vamaguchi, y con el desempeño de diversos cargos en el interior de la Compañía: maestro de novicios, procurador de la Misión y primer provincial de los jesuitas en Japón cuando la Misión pasó a ser Provincia. Gracias a su talento organizativo, dio un gran empuje al crecimiento de la Compañía durante su gobierno, así como a la Universidad de Sophia que los jesuitas tienen en Tokio.

Siendo maestro de novicios en Nagartsuka, pueblo cercano a Hiroshima, fue testigo del terrible punto final de la Segunda Guerra Mundial: la explosión de la primera bomba atómica, experiencia que recogió en su libro Yo viví la bomba atómica. En 1950 fue llamado a Roma para informar a Pío XII sobre la marcha de la Misión; el papa le delegó entonces para visitar en su nombre algunos países como España, Portugal, Estados Unidos y Cuba.

En 1965 fue elegido general de la Compañía de Jesús, en sustitución del belga Jean Baptiste Janssens. En calidad de General de los jesuitas, tomó parte de las sesiones del Concilio Vaticano II, siempre al lado de los sectores más progresistas. Su propuesta de acercamiento a las clases pobres y desheredadas del Tercer Mundo encontró buena acogida por parte del papa Pablo VI.

Con Arrupe a la cabeza, la Compañía adoptó una posición de compromiso social ampliamente correspondida por sus miembros, especialmente en Filipinas, América Central y Brasil, y acogió abiertamente la Teología de la Liberación. Un símbolo de este compromiso por los pobres fue el hecho de abrir para las clases desposeídas los colegios que hasta entonces habían estado destinados a las clases más ricas. Pero, al ser elegido papa Juan Pablo II, la Iglesia católica dio un viraje hacia la derecha y se produjo un distanciamiento no exento de desavenencias entre el papa y el general de la Compañía de Jesús. El puesto preeminente que hasta entonces había ocupado la Compañía en ámbitos eclesiales fue asumido por el Opus Dei.

En 1979, Juan Pablo II expresó públicamente su preocupación sobre la actividad de los jesuitas, "que desconcierta al pueblo de Dios". Al año siguiente, el Padre Arrupe presentó su dimisión, pero el Papa no la admitió y, más bien, propuso alguna modificación en la orientación de la Orden que Arrupe no aceptó. En 1981, una trombosis cerebral le privó de su capacidad de movilización, motivo por el que Arrupe propuso como su sucesor interino al jesuita estadounidense Vicent O'Keefe; pero esta candidatura fue vetada por el Papa, quien consideraba a dicho candidato demasiado radical.

Juan Pablo II decidió intervenir personalmente y nombró como delegado personal al jesuita italiano Paolo Dezza, el cual, a su vez, fue rechazado por el Padre Arrupe y por un buen número de jesuitas. El enfrentamiento se hizo más patente. El teólogo jesuita Karl Rahner escribiría en esa oportunidad: "Es francamente difícil descubrir el dedo de Dios en ese nombramiento... La historia de la Iglesia nos demuestra que su máxima autoridad no ha estado exenta de errores". En 1983, el capítulo de los jesuitas eligió como nuevo general al holandés Peter-Hans Kolvenbach, sugerido por el propio Arrupe.

Imposibilitado y aislado en Roma, con la simpatía, aprecio y testimonio de solidaridad de muchos fieles y miembros de su orden, moría el 5 de febrero de 1991. De él afirmó su sucesor, el Padre Kolvenbach: "Ha ejercido aquello que Cristo espera de sus discípulos: estar junto a los más necesitados y exigir una justicia que el mundo niega hoy a millones de personas". Y el filósofo español López Aranguren escribió a raíz de su muerte: "Para mí, como persona, encarna aquello que debería ser el Evangelio de Cristo". Entre las obras que escribió, además de la mencionada, cabe recordar A la generación joven y Este Japón increíble.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].