Calímaco

(Calímaco de Cirene; Cirene, actual Libia, h. 310 a.C. - Alejandría, Egipto, h. 235 a.C.) Poeta y erudito alejandrino. Maestro en Eleusis, recibió el encargo de ordenar la biblioteca de Alejandría. La gran erudición que demostró en esta labor se hace evidente en las notas que acompañaban la clasificación y ordenación de los autores, un trabajo que ha sido de gran valor para los posteriores estudios bibliográficos y literarios realizados sobre el período clásico. De su obra poética se han conservado algunos fragmentos, seis Himnos y una serie de Epigramas, así como un breve poema épico, Hécale, con el que se reafirmó en su particular concepción de la epopeya, sobre la cual polemizó con Apolonio de Rodas, discípulo suyo. Su obra más conocida es el poema La cabellera de Berenice, que ha llegado a nosotros, sin embargo, no en su versión original, sino a través de una imitación de Catulo.


Calímaco de Cirene

El poeta y filólogo griego Calímaco contribuyó a colocar el epigrama en la cima que alcanzó durante el helenismo y gozó de una vasta influencia tanto entre sus contemporáneos (como su discípulo Eratóstenes) como en autores posteriores, y en especial sobre los poetas latinos Catulo, Ovidio y Propercio. En su obra propuso la poética de la composición breve y formalmente elaborada, así como el gusto por la renovación métrica y la innovación lingüística.

Su origen noble no le preservó de la pobreza. Siendo todavía joven se trasladó a Alejandría, donde se ganó la vida como maestro en el suburbio de Eleusis. No se sabe cuándo Tolomeo II Filadelfo, rey de Egipto, entró en contacto con él, pero sí que le concedió el favor real y le encomendó la grandiosa tarea de realizar un catálogo para utilizar los fondos de la Biblioteca de Alejandría. Calímaco remató las ordenaciones precedentes con una gran obra de investigación literaria e histórica. Sin embargo, se desconocen los motivos por los que nunca estuvo a cargo de la dirección de la Biblioteca, labor que desempeñó su discípulo y rival, Apolonio de Rodas.

La investigación crítica no ha podido establecer la cronología en la considerable producción poética y erudita de Calímaco. Según T. Wilamowitz, fue en la Edad Media cuando se perdió gran parte de su extensa obra, de la que sólo dos libros han llegado intactos hasta el presente: los Himnos, concebidos con arreglo al canon tradicional de la poesía para el culto, y la serie de Epigramas, integrada por 71 inscripciones sepulcrales, votivas e incluso sentimentales, conservadas a través de la tradición manuscrita. Del resto de su obra únicamente existen fragmentos recogidos en papiros egipcios.

Los Aitia ("causas") constituían una amplísima obra en cuatro libros en los que el autor reunió numerosas narraciones breves en verso elegíaco para explicar el origen o las motivaciones de ceremonias, fiestas, costumbres contemporáneas, fundaciones o denominaciones curiosas. En la introducción a este poema misceláneo, el Prólogo a los Telquines, el autor se defiende de sus adversarios y los presenta como duendes malignos. Éstos le critican que no cante las hazañas de reyes y héroes en una epopeya de grandes dimensiones y con una acción continuada. En su rechazo del poema cíclico al modo de la Ilíada y la Odisea de Homero, Calímaco defiende el poema de dimensiones reducidas como más atractivo. Rudolf Pfeiffer sostiene que Calímaco hizo en su vejez una nueva edición de los Aitia y le agregó el prólogo.

De acuerdo con la teoría de las dos ediciones, entre los agregados de la segunda edición habría incluido en el libro cuarto la elegía La cabellera de Berenice, originariamente independiente. Este poema cuenta cómo Berenice, esposa de Tolomeo III Evérgetes, ofrenda su cabellera por el feliz regreso de su marido de una campaña a Asia. La preciosa ofrenda pronto desaparecerá del templo y el astrónomo Conón la descubrirá en el cielo convertida en una constelación celeste. La cabellera misma relata cómo fue arrebatada por el Céfiro y llevada hasta el templo de Arsínoe-Afrodita. Éste es el único poema de Calímaco que ha podido datarse (246-245). Catulo lo tradujo al latín y los 21 versos que pueden leerse hoy en el original muestran su esfuerzo por serle fiel.

También se guardan fragmentos de una pequeña epopeya, Hécale, que tuvo gran significación programática para la poesía alejandrina y sus epígonos y extraordinaria influencia entre los autores latinos. Calímaco es autor además de Yambos, trece poemas breves de tono satírico, en los que ataca a escritores de la época. Si bien los Orígenes, su libro más importante, se ha perdido, ciertos hallazgos e investigaciones eruditas han hecho posible que, al menos, se conozcan sus rasgos esenciales.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].