Violeta Chamorro

(Violeta Barrios; Rivas, 1929) Política y activista nicaragüense. Esposa de Pedro Joaquín Chamorro, periodista asesinado durante la dictadura de Anastasio Somoza Debayle, ocupó la presidencia de Nicaragua entre 1990 y 1997.


Violeta Chamorro

De familia acomodada, creció en la finca de su padre, a orillas del lago de Nicaragua, en Rivas, localidad cercana a la frontera con Costa Rica. En 1950, con 22 años, se casó con el periodista Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, descendiente de Frutos Chamorro, primer jefe de Estado de la Nicaragua independiente, y de Pedro Joaquín Chamorro, presidente de las República de 1875 a 1879.

Durante los veintisiete años de matrimonio se dedicó al cuidado de sus cuatro hijos y pasó desapercibida ante la opinión pública de su país. Pero apoyó a su marido en los avatares en que se vio implicado en su lucha contra el poder dictatorial que durante casi medio siglo detentaron los sucesivos miembros del clan de los Somoza: Anastasio Somoza (1937-1956) y sus hijos Luis Somoza Debayle (1956-1963) y Anastasio Somoza Debayle (1967-1980). Violeta acompañó a Pedro Joaquín al destierro que se le impuso en San Carlos, pequeño pueblo nicaragüense cercano a la frontera con Costa Rica, y más tarde, en 1958, se exiliaron a este país. Dos años después, al organizarse la primera invasión armada que pretendía derrocar al dictador, regresaron a Nicaragua, pero, tras el fracaso de la ofensiva, el periodista fue condenado a nueve años de cárcel.

El 10 de enero de 1978, Pedro Joaquín Chamorro fue asesinado por pistoleros somocistas. Este hecho contribuyó a encender la insurrección frente al régimen y marcó la vida de Violeta. A partir de entonces comenzó a llevar una activa vida política en la que destacó la campaña internacional de denuncia de las atrocidades del régimen, y se hizo cargo del diario de su marido, La Prensa, que había sido fundado el 2 de marzo de 1926.

El 20 de julio de 1979 las columnas guerrilleras entraron en Managua y Violeta Chamorro se integró en la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, junto al entonces presidente, Daniel Ortega, el vicepresidente Sergio Ramírez, Moisés Hassan y Alfonso Robelo. En el protocolo oficial llegó a asumir con frecuencia las funciones representativas de la jefatura del Estado. Sin embargo, nueve meses después, el 9 de abril de 1980, presentó su renuncia por motivos de salud. En algunos círculos del país se habló como verdadero motivo de su cese las disensiones con el resto de los miembros del grupo gobernante, a los que más tarde acusó de traicionar los principios democráticos.

La Prensa, rotativo del que era directora, volvió a encarnar la rebeldía frente al poder establecido; desde sus páginas criticó al sandinismo, a veces de forma encarnizada. El diario sufrió desde entonces cinco cierres, el más largo desde el 26 de junio de 1986 a septiembre de 1987. Era el único órgano escrito de la oposición al régimen sandinista. El 2 de septiembre de 1989, con motivo de las elecciones presidenciales que se celebrarían el 25 de febrero de 1990, Violeta Chamorro fue elegida candidata a la presidencia por Unión Nacional Opositora (UNO). Su oponente fue el anterior presidente de Nicaragua, Daniel Ortega.

La Unión Nacional Opositora era el principal bloque político de oposición y estaba integrado por catorce partidos, con tendencias desde la derecha a la izquierda moderada, si bien Violeta Chamorro no pertenecía a ninguno de ellos. Pese a las críticas sobre su escasa formación política y su débil estado de salud (sufría osteoporosis), fue elegida por ser la mejor opción para derrotar a los sandinistas, además de contar con el explícito apoyo de los Estados Unidos, la Iglesia y los presidentes de los estados vecinos.

En las elecciones del 25 de febrero de 1990, y en contra de los pronósticos ofrecidos por las encuestas, la UNO venció con el 54,7 por ciento de los sufragios, mientras que el Frente Sandinista de Liberación consiguió el 40,8 por ciento de los votos. En la Asamblea Nacional, la UNO obtuvo 51 escaños frente a los 39 de los sandinistas. Daniel Ortega admitió su derrota y se declaró dispuesto a colaborar en la tarea de sacar a su país de la grave crisis económica que atravesaba. A los pocos días de su victoria, Violeta Chamorro reclamó al Frente Sandinista la entrega de las armas. Por su parte, Daniel Ortega afirmó que para hacerlo debería desmantelarse primero la Contra nicaragüense. El 19 de abril de 1990, tras largas negociaciones, los representantes del Frente Sandinista y de la Contra firmaron el acuerdo de paz por el que se ponía fin a ocho años de guerra civil. Oficialmente, el conflicto había causado la muerte de treinta mil nicaragüenses.

El 25 de abril, Violeta Chamorro tomó posesión como presidenta del país. En su discurso anunció que asumía, además de la presidencia de la nación, la cartera de Defensa, y que mantenía al general Humberto Ortega, hermano del anterior presidente del Gobierno, Daniel Ortega, al frente de las Fuerzas Armadas mientras se completara la desmovilización de la Contra. Decretó la suspensión del servicio militar obligatorio y la recuperación de armas en manos de civiles. Esta decisión le granjeó graves discrepancias con los demás partidos integrantes de la UNO. El 26 de abril, ocho de los catorce partidos que formaban la plataforma anunciaron su decisión de desvincularse de Violeta Chamorro.

Durante su gobierno, Chamorro logró, entre otros asuntos, completar la pacificación del país, encauzar la nación hacia el crecimiento económico, reducir la deuda exterior e impulsar la profesionalización de las Fuerzas Armadas y la Seguridad. El 11 de enero de 1997, Violeta Chamorro fue sustituida en la presidencia nicaragüense por Arnoldo Alemán, ganador de los comicios del 20 de octubre anterior. Chamorro no se presentó a la reelección.

En 1997 publicó sus memorias, tituladas Sueños del corazón. Ese mismo año creó la Fundación Violeta Barrios de Chamorro, que fue aprobada legalmente por la Asamblea Nacional el 14 de enero de 1998. La fundación se constituyó con un capital mínimo aportado por la ex presidente de Nicaragua y con el respaldo de sus hijos. Además de los socios, se invitó a integrarse en la fundación a personalidades nacionales e internacionales, hombres y mujeres representativos de los diversos sectores del país que a lo largo de su vida profesional se han destacado por su excelencia cívica, honestidad, capacidad y voluntad de servicio publico. La misión de la fundación es contribuir a preservar una cultura de reconciliación, paz y democracia a través de la educación, la defensa de la libertad de expresión y el impulso a iniciativas para disminuir la pobreza en los sectores más desprotegidos.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].