Fedro

(Cayo Julio Fedro; Macedonia, hacia 20-15 a.C. - hacia 50 d.C.) Fabulista latino de la época imperial, autor de cinco libros de fábulas en verso. Los pocos datos que se conocen de su biografía nos han llegado a través de su propia obra. Nació durante el principado de Augusto (entre los años 20 y 15 a.C.), en la provincia romana de Macedonia, posiblemente en Pieria, según se lee en el prólogo al libro III, vv. 17-20, donde el poeta se muestra orgulloso de haber nacido en la tierra patria de las Musas (en el monte Pierio).


Edición moderna (1745) de la Fábulas de Fedro

Aunque era esclavo, Fedro recibió una esmerada educación desde joven (sobre todo en latín, puesto que su lengua natal era el griego). Esto hace suponer a los críticos que fue llevado a Roma siendo todavía niño y que allí entró a formar parte del grupo de esclavos de Augusto, del que luego fue liberto. Este dato se encuentra en el título del principal manuscrito de Fedro (Codex Pithoeanus, del siglo IX), que lo presenta como "liberto de Augusto".

Bajo el gobierno de Tiberio se ganó la enemistad del poderoso ministro Sejano, quien le acusó de haber hecho maliciosas alusiones personales tras la máscara anónima de los animales de sus dos primeros libros de fábulas. Fue condenado por ese supuesto delito y cayó en desgracia. Su estado de absoluta precariedad económica lo llevó a pedir el apoyo de libertos ricos e influyentes como Eutico y Particulón, a quienes dedicó dos de sus libros. Escribió sus tres últimas obras ya mayor y vivió hasta la época del emperador Claudio (41-54 a.C.) o, en todo caso, del emperador Nerón (54-58 a. C), si bien se ignora el año exacto.

Las fábulas

De Fedro se conserva más de un centenar de fábulas en verso (122 aproximadamente), agrupadas en cinco libros. Estas breves historias de animales se expresan en senarios yámbicos (el verso usado en la comedia palliata de época republicana). Algunos de los libros son especialmente breves; así, el libro II consta sólo de ocho fábulas; y el libro V, de diez. A estos cinco libros hay que añadir 30 nuevas fábulas, conocidas como Appendix Perottina en las ediciones modernas, que fueron publicadas por el humanista italiano Niccolò Perotti en su edición de la obra de Fedro (hacia 1465).


Ilustración de Gustave Doré de la fábula El león y el ratón

Aunque con anterioridad autores como Hesíodo, Herodoto, Platón, Calímaco o Lucilio habían insertado fábulas en sus obras, el autor prefirió seguir la tradición griega atribuida a Esopo. Fue así el primero de los poetas antiguos en escribir fábulas en verso con la intención de que fueran leídas en forma autónoma. En el prólogo de su primer libro justificó la elección del género con su intención de reflejar la situación social de los más desprotegidos. Alabó la astucia del débil como el único recurso frente al poderoso, y la conveniencia de adaptarse a las circunstancias para sortear los peligros. En el prólogo de su tercer libro confesó que su objetivo no era "censurar individuos, sino describir la vida misma y las costumbres de los hombres".

El contenido de las fábulas de Fedro obedece, en efecto, a una doble intención: instruir a su público y deleitarle a un tiempo. El carácter moralizante se manifiesta expresamente en una sentencia ético-filosófica, o moraleja, emplazada bien al principio de la historia (promithyon), bien al final de la misma (epimithyon). Por otra parte, a esta intención explícita de divertir y enseñar se une la crítica sociopolítica. En efecto, Fedro imprime a sus obras un carácter satírico que pone en evidencia los vicios y defectos de la sociedad de su tiempo, aunque siempre de manera general y sin citar casos específicos ni personas concretas. Por ello su obra a menudo se convirtió en blanco para los reproches de sus detractores.

El estilo de Fedro es simple y claro. Se caracteriza por la brevedad, la variedad y el cuidado de la expresión. A pesar de las expresiones cultas, también refleja Fedro intencionadamente en sus composiciones elementos del lenguaje hablado. Así simpatiza con las clases populares y el mundo marginal en el que creció. Todos estos elementos explican la popularidad de su obra. Aún en nuestros días, es difícil no conocer las fábulas de El lobo y el cordero, La zorra y las uvas o La zorra y el cuervo.

El fabulista latino reconoció a Esopo como "inventor" del género literario de la fábula y se consideró heredero de los temas que las colecciones helenísticas habían transmitido en prosa desde el s. IV a.C. Así, admite su dependencia respecto a Esopo en cuanto a las historias, ya que en lo referente a la forma literaria (en especial, el uso del senario yámbico) reivindica su originalidad.

Su obra fue ignorada en su época, pero a partir de la Edad Media empezaron a circular, con el nombre de Romulus, diversas prosificaciones de las fábulas de Fedro. En la segunda mitad del siglo XV, en los albores del Humanismo, Nicolò Perotti reunió los cinco libros de fábulas, así como unas 30 inéditas (el llamado Appendix Perottina) de un manuscrito hoy perdido. En 1596 Fedro abandona definitivamente el anonimato, al ser editado por Pierre Pithou. A partir de entonces encontró un lugar junto a Esopo en las grandes antologías, como, por ejemplo, la reunida por Isaac Nevelet, Mythologia Aesopica, en 1610.

Desde el siglo XVII las fábulas de Fedro suscitaron mayor interés. El movimiento neoclásico apreció el carácter edificante del género. Empezaron a ser imitadas en prosa y en verso, y se usaron, como solía hacerse en la Antigüedad y en la Edad Media, como texto escolar. Por otra parte, en este siglo nació el más fiel imitador de Fedro de todos los tiempos, el francés Jean de La Fontaine, que publicó sus Fables en 1668. Al siglo XVIII pertenecen igualmente insignes fabulistas españoles, como Félix María Samaniego y Tomás de Iriarte, que, aunque imitando directamente a La Fontaine, recogen la herencia literaria de Fedro.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].