Felipe IV de Francia el Hermoso
Rey de Francia, perteneciente a la dinastía Capeto (Fontainebleau, 1268 - 1314). Era hijo de Felipe III de Francia, a quien sucedió en 1285. Un año antes ya era rey de Navarra y duque de Champaña, por su matrimonio con Juana I de Navarra (1284). Fue un rey piadoso, aficionado a la caza y celoso de la grandeza de su linaje (hizo canonizar a su abuelo Luis IX); pero apenas se ocupó de los asuntos de gobierno, que dejó en manos de sus consejeros.
Felipe el Hermoso
No obstante, esa política hizo evolucionar a la Monarquía en un sentido moderno, que fortaleció a la Corona, sobre todo en el aspecto financiero, con la institución de un tribunal de cuentas y la sustitución de las prestaciones militares personales de los vasallos por impuestos en dinero destinados a contratar mercenarios; la expulsión de los judíos en 1306 respondía también a móviles económicos.
Cuando Felipe IV quiso completar el saneamiento de la Hacienda Real imponiendo tributos a la Iglesia, se encontró con la oposición del papa Bonifacio VIII, con quien entró en conflicto a raíz del proceso que la justicia del rey emprendió contra un clérigo francés (1301). El papa respondió afirmando la supremacía pontificia contra el poder temporal de los reyes (bula Unam Sanctam). Felipe reunió un concilio nacional para juzgar al papa y éste fue hecho prisionero por el canciller francés Guillermo de Nogaret («atentado de Anagni», 1302).
La muerte de Bonifacio, poco después, permitió a Felipe hacer elegir a papas franceses (Benedicto XI en 1303 y Clemente V en 1305), de quienes obtuvo todo cuanto pidió (por ejemplo, la supresión de la Orden del Temple en 1307). El dominio francés sobre la Iglesia quedó plasmado en el traslado de la sede pontificia de Roma a Aviñón (1309).
La política exterior de Felipe IV abrió una nueva etapa de la historia de Francia, marcada por el largo enfrentamiento con Inglaterra conocido como la Guerra de los Cien Años (1339-1453): desde el comienzo de su reinado liquidó el conflicto con Aragón por el Tratado de Anagni (1295) e hizo invadir el Ducado de Guyena, posesión continental del monarca inglés (1294-99).
Este enfrentamiento anglo-francés se reavivó a propósito de las luchas civiles de Flandes, en las que Francia apoyó la rebelión del patriciado urbano contra el conde aliado de Inglaterra. Felipe IV hizo ocupar Flandes (1297), pero sus tropas fueron expulsadas por una sublevación de las ciudades, que culminó con la derrota francesa en la batalla de Courtrai o de «las espuelas de oro» (1302). Aunque nominalmente Flandes siguió siendo un feudo francés (Tratado de Athis, 1305), las posteriores campañas de Felipe el Hermoso (1312-14) no consiguieron su completa incorporación a la Corona.
Más eficaz fue la acción expansiva de la Monarquía hacia el este, con la aceptación de la soberanía francesa en el Franco Condado (1295-1301) y la incorporación a la Corona de Lyon (1312) y Champaña (1314). Felipe IV fracasó en su candidatura al Imperio en 1308. Al morir le sucedió su hijo Luis X el Testarudo.
Cómo citar este artículo:
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «» [Internet].
Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en
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