Luis XV
(Versalles, 1710-1774) Rey de Francia. Era biznieto del «Rey Sol» Luis XIV, a quien sucedió en 1715. Durante la minoría de edad de Luis XV (1715-1723) gobernó como regente el duque Felipe II de Orleans, que hubo de hacer frente a la delicada situación financiera en que el Rey Sol había dejado a Francia. De hecho, Felipe de Orleans no hizo sino agravar los problemas con el frustrado intento de sanear las arcas reales mediante el experimento bancario de John Law (1717-1720).
Luis XV de Francia (retrato de Quentin de La Tour)
Aunque Luis XV de Francia fue declarado mayor de edad en 1723, no asumió el poder hasta veinte años después, dejando los asuntos en manos del duque de Borbón (1723-1726) y del cardenal Fleury (1726-1743). El gobierno de este último estabilizó la moneda y las finanzas reales, impulsando un cierto auge económico; pero no pudo impedir comprometer a Francia en la desgraciada Guerra de Sucesión de Polonia (1733-1735).
Entretanto, Luis XV se dedicaba a la caza, los viajes y las diversiones de la corte. Desde que en 1743 asumió personalmente la dirección del reino, no dejó de cometer errores que contribuyeron a desprestigiar a la Monarquía y abonaron el terreno para el estallido de la Revolución Francesa durante el reinado de su sucesor, Luis XVI.
El monarca dejó crecer la influencia política de sus sucesivas amantes, sobre todo madame de Pompadour y la duquesa Du Barry, en medio de un lujo cortesano desaforado que escandalizaba a los franceses por su derroche; y mantuvo el equilibrio entre dos facciones enfrentadas en la corte, llamando a gobernar alternativamente a una y otra. Luis XV alentó y luego prohibió la obra de los enciclopedistas (Diderot y D'Alembert), que contenía la crítica de los ilustrados al orden establecido, y fue incapaz de superar la oposición nobiliaria a las imprescindibles reformas hacendísticas que emprendió.
También fue inconstante en política exterior, sin obtener resultados ni de su inicial alianza con Prusia contra Austria (Guerra de Sucesión austriaca, 1740-1748) ni de la posterior con Austria contra Prusia y Gran Bretaña (Guerra de los Siete Años, 1756-1763), por la cual perdió Francia su imperio colonial en la India y Canadá. Por último, acabó por ser visto como un déspota cuando zanjó la confrontación que mantenía con los parlamentos por motivos religiosos y financieros desterrando a los parlamentarios y convirtiendo los parlamentos en meros tribunales de justicia (1771).
Cómo citar este artículo:
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «» [Internet].
Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en
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