Toda Aznar

(Toda Aznárez o Aznar, también llamada Toda de Pamplona o de Navarra; ?-960) Reina de Navarra (905-925). Nieta de Fortún Garcés, se casó con Sancho Garcés I, con quien tuvo a García Sánchez. Regente de su hijo tras la muerte de su esposo (925), intervino en la sucesión del trono leonés, vacante al morir Ramiro II (951), apoyando a su nieto Sancho I el Craso frente a Ordoño III.


La reina Toda de Navarra

Reina consorte de Navarra por su matrimonio con Sancho Garcés I de Pamplona (905-925), Toda Aznar era nieta de Fortún Garcés de Pamplona por línea materna (su madre era la infanta Oneca), y biznieta de García I Íñiguez de Pamplona por línea paterna (su padre, Aznar Sánchez de Larraun, era nieto del rey pamplonés). Su matrimonio con Sancho Garcés I, miembro de la dinastía Jimena, enlazó los dos grandes linajes navarros de la Alta Edad Media.

Toda Aznar fue seguramente el personaje más influyente y enérgico de la corte navarra del siglo X, y a ella se debe el diseño de la política exterior del reino, cuya prolongación en el tiempo puede rastrearse más allá de esa centuria. Pudo dedicarse con plena fuerza a ello al morir su esposo y acceder al trono el primogénito de ambos, García Sánchez I (925-970), por entonces todavía un niño.

En efecto, a pesar de que la tutela efectiva había sido encomendada a su cuñado, Jimeno Garcés (m. en 931), fue Toda Aznárez quien se hizo cargo del gobierno del reino, más allá incluso de la mayoría de edad de su hijo. Así, mantuvo una activa política matrimonial con respecto al reino de León y al condado de Castilla, como prueban los matrimonios de sus hijas Oneca con Alfonso IV de León (926-931); de Urraca con Ramiro II de León (931-951), y de Sancha con Ordoño II de León (914-924), el conde Alvaro Herraméliz de Álava y el conde Fernán González de Castilla (932-970), sucesivamente.

Por el contrario, las relaciones con el poderoso Abd al-Rahman III (912-961), con quien también estaba emparentada, fueron algo más cambiantes. Parece ser que le rindió vasallaje en Calahorra (La Rioja, 934), aunque tres años después, el por entonces ya intitulado califa diseñó una razia de castigo por tierras de la Navarra media, desde Uncastillo (Zaragoza) hasta Tafalla. Toda de Navarra respondió dos años después acudiendo junto a su yerno Ramiro II, según narran los Anales de Sankt-Gall, al frente de las tropas navarras integradas en la coalición cristiana que venció, en 939, al ejército andalusí en Simancas (Valladolid).

Años más tarde, su intervención en los asuntos leoneses cobró un cariz más incisivo. En efecto, a la muerte de Ramiro II conspiró a favor de los derechos de su nieto Sancho (como hijo de Ramiro II y de Urraca) frente al nuevo rey leonés, su hermanastro Ordoño III de León (951-956). A pesar de que contó con el apoyo de Fernán González y de algunos magnates gallegos, la ofensiva militar no fructificó (953), y Sancho tuvo que refugiarse en la corte navarra. Poco tiempo después, no obstante, Sancho accedió al trono leonés como Sancho I el Craso (956-958 y 960-966), aunque una nueva conspiración, esta vez fomentada por un primo suyo, Ordoño IV de León (958-960), consiguió derrocarlo (958), por lo que Sancho se vio obligado a huir de nuevo a la corte navarra.

Toda Aznárez buscó entonces la ayuda del califa Abd al-Rahman III, del que solicitó apoyo militar y una solución para hacer frente a los problemas de obesidad extrema que sufría Sancho I, que fue uno de los motivos que más había influido en la pérdida de apoyo interno durante la primera etapa de su reinado en León. Una embajada de la que formaban parte la propia Toda, su hijo y su nieto se trasladó a Córdoba (958) y se entrevistó con el califa, quien accedió a sus dos peticiones, a cambio de la entrega por Sancho de diez fortalezas defensivas en la línea del Duero.

El califa penetró fácilmente por tierras leonesas, tomó Zamora (959) y León (960) y alzó de nuevo en el trono a Sancho I. La presencia de Toda en la embajada a Córdoba es la última noticia documental que se posee sobre ella, que por entonces debía de ser ya octogenaria. Además de García Sánchez I de Navarra, Oneca, Urraca y Sancha, tuvo también a Belasquita, que enlazó sucesivamente con el comes vizcaíno Momo, con el conde Galindo de Ribagorza y con el noble Fortún Galíndez, y a Orbita, que casó, probablemente, con Al-Tawil de Huesca.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].