Thomas Edison

 
Un invento asombroso. Recién instalado en Menlo Park, se concentró totalmente en un nuevo aparato para grabar vibraciones sonoras. La idea ya era antigua e incluso se había logrado registrar sonidos en un cilindro de cera, pero nadie había logrado reproducirlos. Edison pretendía hacerlo colocando papel de estaño sobre una especie de diafragma telefónico especial, grabando las vibraciones con un rubí cortado a bisel y empleando para reproducirlas un rubí con punta roma. El aparato debía constar de un rodillo al que mediante una manivela se imprimiría un movimiento de rotación y otro de traslación. En el rodillo se apoyaría el diafragma, prolongado por un pabellón metálico que recogiese y amplificase el sonido.

Edison trabajó día y noche en el proyecto y al fin, en agosto de 1877, entregó a uno de sus técnicos un extraño boceto, diciéndole que construyese aquel artilugio sin pérdida de tiempo. Cuando estuvo terminado, el operario le preguntó para qué servía tan extraño objeto. "Esta máquina tiene que hablar", replicó muy serio Edison. Los trabajadores se amontonaron alrededor del invento. Se cruzaron apuestas. Había una mayoría de escépticos. Al fin, Edison conectó la máquina. Todos pudieron escuchar una canción que había entonado uno de los empleados minutos antes. El sonido resultante era aún peor que la voz del improvisado cantor, pero la prueba había sido un éxito. Edison acababa de culminar uno de sus grandes inventos: el fonógrafo. La fotografía, del año 1878, muestra a Edison junto a su invento.