Napoleón Bonaparte

Las Guerras Napoleónicas

Las batallas libradas desde 1799 hasta 1815 entre Francia y varias naciones europeas son ya históricamente conocidas como las Guerras Napoleónicas. Estas contiendas militares fueron una continuación de las guerras mantenidas por Francia durante la Revolución Francesa (1789-1799), en las que hubo de enfrentarse a las monarquías absolutistas europeas que pretendían acabar con el proceso revolucionario. En todas ellas, incluso en las contadas derrotas, brillaría el talento militar de Napoleón Bonaparte, al que la historiografía bélica considera uno de los más grandes estrategas de todos los tiempos.


Napoleón cruzando los Alpes (1801), de Jacques Louis David

Durante los años que había pasado en guarniciones de provincias (Valence y Auxonne), Napoleón había aprovechado su tiempo para ampliar su preparación castrense (profundizó en sus estudios de matemáticas, artillería y táctica militar); entró entonces, además, en conocimiento de los pensadores políticos clásicos (en especial Maquiavelo y Montesquieu) y descubrió su pasión por la historia (le deslumbraron las biografías de Alejandro Magno, de Julio César y en especial la de Federico II de Prusia).

Ya en sus primeras campañas en Italia, que serían de inmediato objeto de estudio en las academias militares, Napoleón manifestó una insuperable clarividencia en la captación de los principios tácticos y estratégicos que habían de regir la movilización en campo abierto de grandes contingentes humanos, aspecto esencial y característico de las guerras de la época. Conforme a tales principios (movilidad, iniciativa, economía o concentración de fuerzas para vencer o sostener puntos estratégicos, entre otros), Napoleón reformó y refinó la composición y funcionalidades de las distintas unidades y cuerpos de sus ejércitos (infantería, caballería, artillería) hasta convertirlos, siempre bajo su dirección personal, en una perfecta maquinaria de guerra.

La Primera Coalición

Durante la guerra de la Primera Coalición (1793-1797), Francia luchó contra la alianza formada por Austria, Prusia, Gran Bretaña, España, las Provincias Unidas (actuales Países Bajos) y el reino de Cerdeña. El gobierno francés (el Directorio) confió a Napoleón la dirección de las operaciones militares contra las tropas austriacas en el norte de Italia en 1796. En menos de un año, Napoleón había vencido a las fuerzas de Austria, superiores en número. En 1798 se le asignó el mando de una expedición que tenía como objetivo conquistar Egipto para cortar la ruta británica a la India. La invasión fracasó tras la batalla del Nilo y Napoleón regresó a Francia. Aunque ambas campañas se produjeron durante el régimen del Directorio, antes de la asunción del poder por Bonaparte, suelen ser consideradas como la primera fase de las Guerras Napoleónicas. Fue en ellas donde el general francés desplegó por primera vez a gran escala su talento como jefe militar.

La Segunda Coalición

La victoria de Napoleón en la campaña contra los austriacos en el norte de Italia puso fin a la Primera Coalición. No obstante, durante su estancia en Egipto se formó la Segunda Coalición (24 de diciembre de 1798) integrada por Rusia, Gran Bretaña, Austria, el reino de Nápoles, Portugal y el Imperio otomano. Los principales combates de la guerra de la Segunda Coalición, que se inició a finales de 1798, tuvieron lugar en el norte de Italia y en Suiza al año siguiente. En el norte de Italia, los austriacos y los rusos, dirigidos por el general Alexandr Suvórov, vencieron a los franceses en las batallas de Magnano (5 de abril de 1799), Cassano (27 de abril), el río Trebbia (17-19 de junio) y Novi (el 15 de agosto). La Coalición también tomó Milán y abolió la República Cisalpina, que se había constituido bajo los auspicios del gobierno francés en 1797; ocupó asimismo Turín y privó a Francia de sus anteriores conquistas en Italia.

El resultado de la lucha en Suiza fue más favorable para los franceses. Tras ser derrotados en Zurich (7 de junio) por Carlos de Habsburgo, archiduque de Austria, las fuerzas francesas dirigidas por el general André Masséna vencieron a las tropas rusas del general Alexander Korsakov el 26 de septiembre. Suvórov y sus fuerzas abandonaron el norte de Italia atravesando los Alpes para unirse a Korsakov en Suiza, donde sus tropas se habían dispersado tras ser vencidas. El ejército de Suvórov hubo de refugiarse en las montañas del cantón de los Grisones, donde quedó diezmado a causa del frío y el hambre. Los rusos se retiraron de la Segunda Coalición el 22 de octubre, alegando como motivo la falta de cooperación de los austriacos.

Cuando Napoleón regresó a Francia procedente de Egipto en octubre de 1799, se hizo con el poder mediante el golpe de Brumario e instauró el Consulado, gobierno ejecutivo constituido formalmente como un triunvirato pero que en la práctica erigía al Primer Cónsul en máxima autoridad. En calidad de Primer Cónsul de Francia, Napoleón ofreció la paz a los aliados, pero la Coalición rechazó su propuesta.


La batalla de Marengo (óleo de Louis-François Lejeune)

El general corso planeó entonces una serie de ataques contra Austria para la primavera de 1800: se adentró en Italia cruzando los Alpes con un nuevo ejército formado por 40.000 hombres y venció a los austriacos en la batalla de Marengo (14 de junio de 1800). Mientras tanto, las tropas francesas del general Jean Victor Moreau habían penetrado en el sur de Alemania atravesando el Rin y tomando Munich. Moreau también había derrotado a las fuerzas austriacas del archiduque de Austria Juan de Habsburgo en la batalla de Hohenlinden, que tuvo lugar en Baviera el 3 de diciembre, y se había aproximado a la ciudad de Linz (Austria).

Las victorias francesas obligaron a firmar a Austria el Tratado de Lunéville (9 de febrero de 1801), por el que Austria y sus aliados alemanes cedían la orilla izquierda del río Rin a Francia y reconocían a las repúblicas Bátava, Helvética, Cisalpina y Ligur, además de realizar otras concesiones. El tratado marcó asimismo la disolución de la Segunda Coalición; el único aliado que continuó la lucha contra Francia fue Gran Bretaña. Las tropas británicas se habían enfrentado sin éxito contra las francesas en territorio holandés en 1799, pero habían conquistado algunas posesiones francesas de Asia y otros lugares. Gran Bretaña firmó el 27 de marzo de 1802 la Paz de Amiens con Francia.

No obstante, esta paz resultó ser una mera suspensión de las hostilidades. En 1803 se produjo una disputa entre ambos países a propósito de la cláusula del acuerdo que establecía la restitución de la isla de Malta a la orden de los Caballeros de San Juan de Jerusalén. Gran Bretaña se negó a entregar la isla, por lo que estalló una nueva guerra contra los franceses. Una importante consecuencia de este conflicto fue que Napoleón, al verse obligado a concentrar sus recursos en Europa, abandonó su proyecto de establecer un gran imperio colonial francés en Norteamérica; así, pues, vendió Luisiana a Estados Unidos. En 1805, Austria, Rusia y Suecia se unieron al conflicto en apoyo del bando británico, y España se alió con Francia; éste fue el inicio de la guerra de la Tercera Coalición.

La Tercera Coalición

Napoleón se apresuró a tomar medidas contra la nueva alianza. Había ejercido una gran presión sobre Gran Bretaña desde 1798 al mantener a un ejército concentrado en Boulogne (a orillas del canal de la Mancha), que hacía pensar a los británicos que se preparaba una invasión de Inglaterra. Bonaparte aumentó considerablemente el número de fuerzas destacadas en Boulogne cuando comenzaron las disensiones que hicieron estallar la guerra en 1803.

Tras la formación de la Tercera Coalición contra Francia, sus tropas abandonaron Boulogne para enfrentarse a los austriacos, que habían invadido Baviera con un ejército dirigido por Fernando III, el gran duque de la Toscana, y el general Karl Mack von Leiberich. Varios estados alemanes, entre los que se contaban Baviera, Württemberg y Baden, se aliaron con Francia. Napoleón derrotó a las fuerzas de Austria en la batalla de Ulm (octubre de 1805), capturó a 23.000 prisioneros y, a continuación, marchó con sus tropas a lo largo del Danubio y conquistó Viena.


Napoleón en la batalla de Austerlitz (detalle de un óleo de François Gérard)

Los ejércitos rusos, liderados por el general Mijaíl Kutúzov y Alejandro I, emperador de Rusia, respaldaron a los austriacos, pero Bonaparte venció a las fuerzas austro-rusas en la batalla de Austerlitz (2 de diciembre de 1805), también denominada «la batalla de los Tres Emperadores». Austria se rindió nuevamente y firmó el Tratado de Presburgo el 26 de diciembre de 1805. Una de las cláusulas del acuerdo estipulaba que Austria debía entregar a Francia la zona del norte de Italia y a Baviera parte del propio territorio austriaco; asimismo, Austria reconoció a los ducados de Württemberg y Baden como reinos.

La Confederación del Rin

Dado que las tropas del general Masséna habían derrotado al ejército austriaco mandado por Carlos de Habsburgo en Italia, Napoleón aprovechó esta situación para nombrar rey de Nápoles a su hermano José Bonaparte en 1806; asimismo, nombró a otro de sus hermanos, Luis I Bonaparte, rey de Holanda (la antigua República Bátava); el 12 de julio estableció la Confederación del Rin, constituida finalmente por todos los estados alemanes a excepción de Austria, Prusia, Brunswick y Hesse.

La formación de esta entidad política puso fin al Sacro Imperio Romano Germánico: casi toda Alemania quedó bajo el control de Bonaparte. No obstante, los éxitos en el continente quedaron contrarrestados en gran medida por la derrota que el almirante británico Horatio Nelson infligió a la fuerza conjunta de la flota francesa y española frente a las costas del cabo de Trafalgar (21 de octubre de 1805). Napoleón implantó en 1806 el denominado Bloqueo Continental, por el que los puertos de toda Europa quedaban cerrados al comercio británico. Pero la superioridad naval de los británicos dificultaría la aplicación del Bloqueo Continental y haría fracasar la política económica europea de Bonaparte.

La Cuarta Coalición

Ante el incremento del poder de Francia en Alemania, Prusia se unió a la Cuarta Coalición compuesta por Gran Bretaña, Rusia y Suecia en 1806. Bonaparte aplastó a las tropas prusianas en la batalla de Jena el 14 de octubre de ese mismo año y tomó Berlín. A continuación, derrotó a los rusos en la batalla de Friedland (14 de junio de 1807) y obligó a firmar la paz a Alejandro I.


En la batalla de Friedland (cuadro de Horace Vernet)

De acuerdo con las principales condiciones del Tratado de Tilsit, Rusia tuvo que entregar sus posesiones polacas y aliarse con Francia, mientras que Prusia perdió casi la mitad de su territorio y hubo de hacer frente a cuantiosas indemnizaciones y aceptar la imposición de severas restricciones al tamaño de su ejército permanente. Rusia y Dinamarca emprendieron una acción militar contra Suecia que obligó a su monarca, Gustavo IV Adolfo, a abdicar en favor de su tío, Carlos XIII, a condición de que éste nombrara como su heredero al general Jean Baptiste Jules Bernadotte, uno de los mariscales de Napoleón. Coronado en 1818 con el nombre de Carlos XIV, Jean-Baptiste Bernadotte fue el fundador de la actual dinastía sueca.

El Nacionalismo antinapoleónico

En 1808, Napoleón dominaba toda Europa, a excepción de Rusia y Gran Bretaña. Las principales razones del posterior declive fueron el surgimiento del espíritu nacionalista en varias de las naciones europeas derrotadas y la persistente oposición de Gran Bretaña, que, a salvo ya de una invasión gracias a la superioridad de su armada, no cesó de organizar y financiar nuevas coaliciones contra Napoleón.

España fue la primera nación en la que Bonaparte tuvo que hacer frente a las insurrecciones nacionalistas que acabarían provocando su caída. El emperador francés, después de haber destronado al monarca español Carlos IV, nombró a su hermano José Bonaparte rey de España en 1808. Los españoles se rebelaron y expulsaron al nuevo gobernante de Madrid: se desataba así la guerra de la Independencia española (1808-1814) entre los franceses, que intentaban restaurar a José I Bonaparte en el trono, y los españoles, apoyados por las fuerzas británicas mandadas por Arthur Colley Wellesley, duque de Wellington.

Los franceses fueron derrotados, y el número de bajas que sufrieron perjudicó seriamente a Napoleón cuando se vio obligado a hacer frente a sus nuevos enemigos del este y el norte de Europa. Su primer oponente sería Austria, que se unió a Gran Bretaña para formar la Quinta Coalición en 1809. El emperador francés derrotó a los austriacos en Wagram (julio de 1809) y les obligó a firmar el Tratado de Viena, por el cual Austria perdió Salzburgo, parte de Galitzia y grandes áreas de sus territorios del sur de Europa. Napoleón se divorció de su primera mujer, Josefina de Beauharnais, y contrajo matrimonio con la hija de Francisco II de Austria, con la vana esperanza de que este país no participara en nuevas coaliciones contra él.

La derrota de Napoleón

En 1812, Francia y Rusia entraron en guerra porque el zar Alejandro I se negaba a aplicar el Bloqueo Continental. Dado que gran parte de sus soldados se encontraban en España, Napoleón invadió Rusia sólo con 500.000 hombres. Derrotó a los rusos en Borodino y llegó a Moscú el 14 de septiembre de 1812, pero los rusos habían arrasado completamente la ciudad para impedir al ejército enemigo establecer allí cuarteles de invierno. Las tropas francesas hubieron de abandonar Rusia y retirarse hacia Alemania; la mayoría de los soldados murieron a lo largo de esa forzosa retirada a causa del frío, el hambre y los ataques de la guerrilla rusa.

El Imperio Ruso se unió entonces a la Quinta Coalición, de la que también formaban parte Prusia, Gran Bretaña y Suecia. Prusia, en un estallido de fervor nacionalista provocado por las reformas políticas y económicas que se habían implantado desde la derrota de Jena, inició la guerra de Liberación contra Francia en 1813. Napoleón consiguió su última victoria importante en la batalla de Dresde, donde el ejército francés derrotó a las fuerzas conjuntas de Austria, Prusia y Rusia el 27 de agosto de 1813.


La batalla de Waterloo (1815)

Sin embargo, durante el mes de octubre, Napoleón se vio obligado a replegarse sobre el Rin tras la batalla de Leipzig, quedando liberados los estados alemanes. Los ejércitos rusos, austriacos y prusianos invadieron Francia desde el norte al año siguiente y tomaron París en marzo de 1814; Napoleón abdicó y hubo de exiliarse en la isla de Elba, situada en el mar Mediterráneo.

Los miembros de la Quinta Coalición se reunieron en el Congreso de Viena para restaurar las monarquías que Napoleón había derrocado en Europa. Sin embargo, mientras trazaban el nuevo mapa europeo, Bonaparte consiguió escapar de Elba y se dirigió a Francia, donde se apresuró a formar un ejército. Tras vencer en Ligny y fracasar en Quatre-Bras, el 18 de junio de 1815 fue definitivamente derrotado en la batalla de Waterloo, que puso fin a las Guerras Napoleónicas.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].