Arato

(Solos, Cilicia, c. 315 - Macedonia, c. 240 a.C.) Poeta y astrónomo griego. También llamado Arato de Solos y Arato de Cilicia, fue discípulo de los estoicos y escribió el poema didáctico Fenómenos, compendio del saber cosmológico de su tiempo que Cicerón tradujo en versos latinos.


Arato de Solos (busto del Museo Arqueológico de Nápoles)

Hijo de Atenodoro y de Letófila, Arato estuvo probablemente en su primera juventud en la isla de Cos, donde florecía un famoso círculo de poetas que reconocían como jefe a Filetas de Cos. Allí debió de conocer a Teócrito, el cual más tarde, en las Talisias (VII, 98), contaría a Arato en el número de sus amigos de los bellos días de Cos; tal vez a modo de homenaje, Teócrito reprodujo fielmente el principio del poema de Arato en el decimoséptimo de sus Idilios.

Arato vivió largo tiempo en Atenas, donde llevó a cabo estudios sobre matemáticas y astronomía (si es cierto que enseñaba estas disciplinas a su condiscípulo Dionisio) y también sobre filosofía y literatura. Asistió quizá a la escuela del peripatético Prasifanes de Mitilene, donde se habría encontrado con Calímaco. Años más tarde, Calímaco apoyaría los principios del arte nuevo con el elogio de Arato en el escrito polémico dirigido a su antiguo maestro.

Fue con certeza discípulo de Zenón de Citio, el fundador del estoicismo, y tuvo amistad con Perseo. Escuchó en Eretria al filósofo Menedemo, en cuyos festines tomaba parte juntamente con los poetas Licofrón de Calcis y Antágoras de Rodas. No se sabe dónde tuvo lugar su encuentro con el gramático y poeta Menécrates de Éfeso, encuentro decisivo porque Menécrates, editor e imitador de Hesíodo, logró que Arato admirara el valor de la obra del poeta ascreo, cuyos versos influyeron no poco sobre la poesía de los Fenómenos.

Casi con toda seguridad, Antígono Gonatas, amigo de Zenón de Citio, había conocido y apreciado ya en Atenas a Arato. Tras convertirse en rey de Macedonia en el año 276, Antígono I Gonatas abrió su corte a filósofos y poetas como Filonides, Alejandro de Pleuro, Antágoras de Rodas y Timón de Fliunte; en ocasión de su boda con Fila, hija de Seleuco Nicator, el rey llamó junto a sí también a Arato, quien se dirigió a Macedonia con su amigo Perseo.

En la corte macedonia compuso Arato la primera obra poética de que se tiene noticia, el Himno a Pan arcádico, al dios artífice de la victoria alcanzada por Antígono I Gonatas sobre los celtas en el 277 a.C. en Lisimaquia. Esta victoria había determinado la amistad entre Antígono I Gonatas y Antíoco I de Siria, y, a consecuencia de ella, la boda. En Macedonia compuso también su mayor trabajo poético, los Fenómenos, a ruegos del rey macedónico, quien le sugirió el argumento mediante un libro del astrónomo Eudoxo de Cnidos. La obra fue saludada con grandes elogios por Leónidas de Tarento, que veía en el autor a un nuevo Zeus, porque había hecho más brillantes las estrellas, y por Calímaco, que sentía en la nueva obra el aliento de los cantos de Hesíodo y una difusa dulzura mucho más intensa que en los demás poemas de la época.

En el año 274 a.C., la inesperada invasión de casi toda Macedonia por Pirro dispersó el círculo cultural de la corte de Antígono Gonatas. Arato se refugió en Siria, junto a Antíoco I Soter, hijo de Seleuco. Allí, siguiendo los consejos de Timón, llevó a término una edición de la Odisea de Homero que había ya comenzado en Macedonia, edición que tomaría el nombre de «aratea» por su autor. Después de la muerte de Pirro, Arato volvió a Macedonia, donde murió antes que su protector Antígono Gonatas (es decir, hacia el 240-239 a.C.). En las cercanías de Solos, su ciudad natal, le fue levantado un monumento.

Los Fenómenos

La obra principal de Arato, los Fenómenos, gozó de grandísima fama en la antigüedad. En 1.154 hexámetros de cuidada factura, el autor describe la bóveda celeste, pasando revista a las constelaciones, explicando sus nombres y determinando su posición recíproca; en el verso 733 empieza una segunda parte, conocida también con el título especial de Pronósticos, en la que se enumeran los indicios que permiten prever el estado del tiempo. En la exposición científica se intercalan mitos que la tradición literaria había relacionado con tal o cual constelación.

Fuente de esta obra es un tratado astronómico de Eudoxo de Cnidos que el poeta imitó no sin equivocarse alguna vez en la interpretación de algunos detalles técnicos. Es también sensible, especialmente en el prólogo, la influencia del estoicismo, del cual Arato fue adepto. El poema es un fruto característico del helenismo, tanto en la elección del argumento científico como en el virtuosismo estilístico que el poeta demuestra, encerrando una materia abstrusa en los cánones rígidos de una versificación impecable, sin renunciar por ello a la claridad vulgarizadora.

No faltan aquí y allá rasgos en los que el literato alcanza los lindes de la fantasía poética, como cuando, al tratar de la constelación de la Virgen, reelabora con fino gusto el mito de la Edad de Oro (VV. 96-136). Pero, en general, Arato se nos aparece más como un versificador que como un poeta. Esto no impidió que el texto, respondiendo al gusto del tiempo, tuviera una fortuna singular; considerada más bien como libro de estudio que como libro de pura literatura, esta obra figura entre las escasísimas que sobrevivieron a la pérdida de la poesía alejandrina.

Se interesaron por ella no sólo los literatos, sino también los hombres de ciencia, los cuales dedicaron a Arato una serie de exposiciones y comentarios. En Roma, los Fenómenos influyeron en la poesía docta y, de un modo particular, en las Geórgicas de Virgilio. La obra fue traducida al latín por Varrón Atacino y, en su juventud, por Cicerón. Julio César Germánico compuso una refundición de los Fenómenos en 752 hexámetros que se publicó después de la muerte de Augusto, aportando aquí y allá supresiones, transposiciones y añadiduras al texto de Arato. Finalmente, Rufo Festo Avieno (siglo IV d.C.) tradujo una vez más al latín el poema de Arato, para desahogo de su virtuosismo poético.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].