Alfred Hitchcock

 
Un estilo propio. Con El enemigo de las rubias (1926), Hitchcock se había enfrascado ya en el mundo de la criminalidad. El clima que creó Hitchcock, sostenido por la angustia de una falsa culpabilidad del personaje, resultó determinante para que el espectador se sintiera atrapado por la trama. Esta sería la única película destacable de estos años hasta que fue contratado con un importante sueldo por John Maxwell, propietario de la British International Pictures, que contaba con un estudio en Elstree. Allí pasaría Alfred los siguientes seis años, durante los cuales abordó todo tipo de películas; entre ellas destacan El ring (1927) y The Manxman (1929). La British entró de lleno en la producción de cine sonoro con la siguiente obra de Hitchcock, La muchacha de Londres (1929). El estilo hitchcockiano comenzó a definirse en esta etapa final de su trabajo en Inglaterra, sobre todo en películas como Asesinato (1930), Lo mejor es lo malo conocido (1932) y, especialmente, con 39 escalones (1935) y Alarma en el expreso (1938). El suspense de las tramas se sostenía sobre la base de combinar ingredientes dramáticos con elementos fruto del azar o casi inverosímiles, confrontando lo cotidiano con lo excepcional, todo ello desde la sutil ironía que impregna muchas acciones y una estructura narrativa sólida dotada de gran ritmo.