Jesús de Nazaret

 
El sermón de la montaña. Tras un retiro de cuarenta días en el desierto, Jesús inició su vida pública. Con sus prédicas y los prodigios que las acompañaban, pero sobre todo con su amor y predilección hacia los pobres, marginados y enfermos, pronto se ganó la voluntad de las multitudes. Jesús de Nazaret formó en torno a sí un grupo de discípulos que lo acompañaban siempre, entre los cuales ocuparon un lugar especial los doce apóstoles, a quienes al final de su vida encargaría la continuación de su misión. Al mismo tiempo, sin embargo, comenzó a crecer una honda preocupación entre las autoridades religiosas judías, especialmente entre los saduceos. Muchos de sus seguidores también se sintieron defraudados porque Jesús no se manifestaba como el rey que ellos esperaban, el descendiente del rey David que devolvería el esplendor al pueblo judío y los liberaría del yugo romano. En su lugar, Jesús predicaba el amor al prójimo, el desprendimiento de los bienes materiales, el perdón y la esperanza de vida eterna. La esencia filosófica y doctrinal de su ideario quedó sintetizada en el famoso sermón de la montaña, también conocido como Las Bienaventuranzas. En la imagen, una representación del sermón de la montaña de Carl Heinrich Bloch.