Jesús de Nazaret

 
Crucifixión. Traicionado por uno de sus discípulos, Judas Iscariote, Jesús fue apresado mientras rezaba en el Monte de los Olivos. Ante el gobernador romano, Poncio Pilato, fue acusado de haberse proclamado públicamente Mesías y rey de los judíos; si lo primero era cierto, y creaba un conflicto entre la nueva fe cristiana y las doctrinas e instituciones del judaísmo, lo segundo ignoraba el hecho de que la proclamación de Jesús como rey era meramente metafórica; aludía tan sólo al «reino de Dios» y no ponía en entredicho el sistema político establecido. Pilato vio en el asunto una disputa religiosa de judíos y nunca creyó que Jesús de Nazaret supusiese un peligro para Roma; pero, ante la insistencia del pueblo azuzado por los escribas y fariseos, lo condenó a muerte en la cruz, suplicio reservado a los esclavos y a los zelotes. La cruz, habitual instrumento de tortura de la época, se convertiría luego en el símbolo del cristianismo. En la imagen, detalle del Cristo crucificado (c. 1632) de Velázquez, una de las más impresionantes representaciones de la crucifixión.