Ueda Akinari

(Osaka, 1734 - Kyoto, 1809) Escritor japonés. Tras sus inicios como narrador costumbrista, publicó Cuentos de luna y de lluvia (1776), conjunto de relatos en los que recreó temas tradicionales y leyendas orientales y a los que debe su fama literaria.


Ueda Akinari

Hijo de una prostituta de un burdel de su localidad natal o, según otros, de una cantante, fue adoptado a los cuatro años por la familia de los Ueda, comerciantes descendientes de Minamoto. Enfermizo desde su nacimiento, a los cinco años sufrió una grave forma de viruela que le dejó las manos casi deformes. Ello, junto con la condición de la madre y la suya propia de hijo de padre desconocido, influyó notablemente en su temperamento austero, huraño y siempre descontento, y también, por reacción, en su lenguaje, sarcástico y a menudo venenoso. Nada apto para el comercio, pero sí para las letras, se dedicó a la literatura; a los veintidós años abandonó la familia que le había adoptado e ingresó en la escuela poética de Takai Kikei (1687-1760), y más tarde fue discípulo de Kato Umaki (1721-77).

En 1776 Ueda Akinari publicó Ugetsu monogatari (traducido como Cuentos de luna y de lluvia o Cuentos para los meses de lluvia), obra que lo afianzó como escritor. Los cuentos de espectros y espíritus de esta colección son casi todos de inspiración china, e imitan o recomponen narraciones contenidas en el Chien Tênq Hsin Hua (Nuevos cuentos escritos despabilando la lámpara) de Ch'ü Yu, de la dinastía Ming (1368-1643). De entre los relatos contenidos en la colección sobresalen Shira-mine (La cumbre blanca), Kikkwa no chigiri (La promesa entre los crisantemos), Ja-sei no in (Lascivia serpentina) y Himpuku-ron (De la pobreza y de la riqueza). El valor literario de estos cuentos estriba en su estilo, arcaico y algo amanerado, aunque exquisitamente clásico y florido. La fantasía y los elementos misteriosos e irreales, de que el libro rebosa, hacen su lectura encantadora y emocionante.

En 1771, a causa de un incendio en el que lo perdió todo, Ueda Akinari se trasladó a Nagara (en la actual prefectura de Chiba), donde estudió medicina. Ya casado, ejerció hábilmente su nueva profesión en Osaka por espacio de trece años, de 1775 a 1788; no dejó sin embargo por ello sus ocupaciones literarias. A los cincuenta y siete años perdió la visión en el ojo izquierdo. Poco después su esposa se retiró a la vida religiosa, y Akinari, por tal motivo, pasó el último y tranquilo período de su existencia en el Nanzenji, templo budista de Kyoto, entregado al estudio y a la meditación, y compuso una segunda colección de relatos, Cuentos de las lluvias de primavera (1809).

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].