Algazel

(Abu Hamid Muhammad al-Gazzali o al-Ghazali, conocido como Algazel o Algacel; Tus, Persia, 1058-1111) Teólogo, jurista y filósofo musulmán. Jurisconsulto del visir Nizam al-Mulk, a raíz de una crisis espiritual se hizo sufí y derviche errante, en busca del éxtasis y de la paz interior. Peregrinó a La Meca (1096), pasó nueve años de retiro en Siria y escribió varias obras relativas a todas las ciencias coránicas. Considerado uno de los más grandes teólogos del Islam, Algazel cuestionó el camino racional para llegar a Dios en La liberación del error, y criticó a Avicena y el esfuerzo de la razón en La incoherencia de los filósofos (que Averroes refutaría por su incoherencia al querer demostrar de manera racional la irracionalidad del filosofar).


Algazel

Algazel realizó sus estudios en Nisabur, donde recibió las enseñanzas del célebre teólogo y jurista Iman al-Haramain. Su formación juvenil fue, según la huella que en ella dejó su maestro, teológica y jurídica, con un acentuado espíritu crítico, sobre el cual hizo presa tempranamente el escepticismo. En el célebre opúsculo autobiográfico La liberación del error (Al-Munqidh min ad-dalal, literalmente, El salvador del error o El que libra del error), relató extensamente sus experiencias intelectuales, el examen de la validez del método especulativo en teología y la desconfianza que le invadía sobre la posibilidad de una demostración racional de la fe.

El camino de salida de aquel escepticismo, que le causó penosas vacilaciones, le fue ofrecida por la contemplación interior, por la mística "vida del corazón", a la que consagró el resto de su vida a partir de 1095, año de su crisis. En esa fecha abandonó la cátedra hasta entonces brillantemente desempeñada en la escuela religiosa superior Al-Nizamiyya de Bagdad, y se retiró a Siria para pasar un período de íntimo recogimiento y estudio. Durante esos años llevó a cabo la peregrinación a la Meca y escribió su obra más importante, El resurgimiento de las ciencias religiosas. Después de pasar casi un decenio de riguroso retiro, consintió en volver a la enseñanza pública en la Madrasa Nizamiyya de Nishapur, pero por poco tiempo, y acabó por retirarse definitivamente a su ciudad natal, rodeado de un grupo de fieles discípulos y entregado a la piedad y a la enseñanza privada hasta su fallecimiento.

Algazel es uno de los hombres del Medioevo oriental mejor conocido, no en los sucesos exteriores de su vida, sino en su ánimo íntimo: tan lúcida y franca fue la introspección que hizo de sí mismo y la relación que de ella nos dejó. La citada autobiografía espiritual La liberación del error, que ha sido comparada, con alguna exageración, a las Confesiones de San Agustín, es ciertamente un notabilísimo documento de una crisis, válido no solamente para el protagonista, sino para toda una élite intelectual musulmana. Se trasluce en ella el esfuerzo más o menos logrado de apoyar la revelación en una demostración racional con los métodos de la dialéctica antigua, y la insatisfacción ante el resultado obtenido; y al mismo tiempo, la comprobada insuficiencia de una interpretación puramente racional del universo, del hombre y de sus relaciones con Dios creador, que lleva a Algazel a atacar vivamente a Avicena y al aristotelismo musulmán en La incoherencia de los filósofos (Tahafut al-falasifa, tradicional y erróneamente traducido por La destrucción de los filósofos), provocando las duras retorsiones polémicas de Abentofail y de Averroes.

Pero tanto la figura como la obra de Algazel se agrandan sobre todo por la conciliación intentada entre la teología positiva y la vida del sentimiento, expresada por medio de la mística (sufismo): de la teología, moderando la orgullosa autosuficiencia y el árido formulismo con su derivación en el ritual y en el derecho; mientras, por otra parte, refrenaba la mística entre bien guardados confines, fuera de todo panteísmo y de toda antinomia moral. Monumento de esta conciliación, que ejerció decisiva influencia en la vida ulterior del Islam, es el gran tratado El resurgimiento de las ciencias religiosas, que abraza teología y derecho, mística y ética, y ha servido de guía a decenas de generaciones musulmanas hasta el punto de ser valorado como el texto religioso más importante después del Corán.

El aspecto más cordial y sugestivo de Algazel se revela en su ética, llena de humana finura y de equilibrio, rociada de una caridad que a algunos les ha parecido cristiana. En cuanto a esa "cristianidad", de la que se ha hablado a menudo, y que aparece en el título mismo de la obra sobre Algazel de un ilustre islamista y sacerdote católico, Miguel Asín Palacios (La espiritualidad de Algazel y su sentido cristiano), puede decirse que no responde a la realidad y que se refiere más a la aludida disposición caritativa y benévola que a una lejana simpatía dogmática, ya que Algazel escribió también obras apologéticas anticristianas. En realidad, Algazel combatió dentro del camino de la tradición islámica más pura, teniendo como guías a un Hasan al-Basri y a otros doctores islámicos de los primeros siglos, que más que al edificio teológico-jurídico, dieron valor a la vida íntima del corazón en las relaciones con Dios, pero que no pensaron nunca en renegar de los fundamentos revelados de aquel edificio.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].