Emil Berliner

(Hannover, 1851 - Washington, 1929) Inventor alemán. Miembro de una familia originaria de Berlín, fue el cuarto de trece hermanos. Las penurias económicas familiares hicieron que Berliner se viera obligado a ayudar económicamente a su padre, por lo que apenas fue a la escuela. Su primer trabajo remunerado fue como pintor, para más tarde, a los 16 años, entrar como oficinista en un almacén de alimentación.


Emil Berliner

Pronto iba a aparecer su genio inventor: tras estudiar los métodos de producción de las fábricas en las que trabajaba, construyó una máquina de tejer que mejoraba las existentes; fue éste el primero de su larga serie de inventos. El año 1869 fue decisivo para él, pues las tropas prusianas tomaron Hannover e instalaron un régimen de represión contra las familias judías; además, en breve, Emil debía incorporarse al servicio militar. En estas circunstancias, un amigo de su padre, residente en Washington, le ofreció un puesto de trabajo en una fábrica que poseía en Estados Unidos. La familia reunió el dinero necesario para su viaje y en 1870 partió hacia Norteamérica con apenas 19 años.

Sus comienzos en tierras estadounidenses fueron difíciles, ya que el paro se extendía a consecuencia de la crisis de 1873. Emil abandonó Washington para instalarse en Nueva York con la idea de encontrar un trabajo. Durante algún tiempo vendió pegamento, volvió a pintar casas y dio clases de alemán. Tras la experiencia neoyorquina, decidió trasladarse a Milwaukee, lugar en la que permaneció poco tiempo, y volvió a Washington. A pesar de los aprietos económicos, encontró dinero y tiempo para tomar clases de música, estudios que fueron sin duda la raíz de su interés por la acústica. Su exacerbado afán de conocimiento le llevó a matricularse en el Instituto Cooper para estudiar a media jornada electricidad y física.

En esa época había varios inventores experimentando con la conversión del sonido en impulsos eléctricos que pudiesen ser transmitidos sobre hilos; Berliner experimentó también con la transmisión eléctrica del sonido. Cuando avanzó en sus investigaciones se le otorgó una posición de asistente del doctor Constantine Fahlberg en su prestigioso laboratorio químico. Esta confianza pronto dio resultado, ya que inventó dos mecanismos eléctricos que reproducían el sonido de manera más auténtica que los que existentes en ese momento y lo hacían transmisible en la distancia.

Berliner también creó los prototipos del micrófono y el transformador, los dos mecanismos básicos para la comunicación electrónica, además de construir un micrófono de transmisor de carbono y un transmisor de diagrama de hierro (1877). En esa época, el micrófono tenía el problema de la pérdida de fuerza de la corriente eléctrica en la distancia; Berliner logró solucionar el problema añadiéndole una bobina de inducción al transmisor con corriente continua; era la primera vez que se utilizaba una bobina de este tipo (transformador de forma ondulatoria).

Estos dos inventos fueron aplicados a la transmisión electrónica del sonido, hecho que transformó el teléfono de Reiss y el de Antonio Meucci en meras curiosidades científicas, al tiempo que dio el impulso definitivo al aparato inventado por Alexander Graham Bell. Por esta razón, se puede decir que Berliner fue el inventor del teléfono tal como ahora lo conocemos: la patente sobre el transformador le fue otorgada en enero de 1878.

Berliner, conociendo que sus inventos podían hacer posible la telefonía, ofreció vender el uso de los mismos a la filial de la Bell Company en Nueva York, negoció que logró concretar en septiembre de 1878 por 50.000 dólares, y en el que también iba incluido un puesto de ingeniero jefe en la compañía. La lucha por la paternidad del invento con la Western Union fue enconada, pero los tribunales norteamericanos dictaron que el inventor de ese nuevo tipo de telefonía era Berliner.

En 1881 volvió a Alemania y, junto a su hermano Joseph, fundó la Telephon-Fabrik Berliner, con ramas en Viena, Berlín, Budapest, Londres y París. Tras su paso por su país natal, regresó a Washington en 1883, donde resumió sus investigaciones independientes sobre la reproducción mecánica del sonido. Berliner no se basó en copias de los inventos de la época, sino que resolvió los defectos de aquellos creando nuevos materiales de reproducción.

Otra gran aportación suya fue el perfeccionamiento del fonógrafo. Como en los anteriores casos, era una forma más evolucionada de las investigaciones de otros inventores como Edison, que había patentado el primer fonógrafo en 1877. Berliner apostó por el disco de plato, ya que era más fácil de imprimir y de más preciso corte que los cilindros, el sistema habitual. Buscaba, ante todo, materiales más duraderos y ligeros, razón por la que, con la invención de los discos, la reproducción del sonido tomaba una gran potencialidad comercial.


Berliner con su primer fonógrafo

También experimentó con una forma de incisión del sonido lateral más que vertical, en la que las líneas sustituyeron a los puntos. A esta máquina tocadiscos la llamó gramófono, con un sistema de aguja que sería hegemónico hasta finales de siglo XX. En 1887 patentó su invento en Estados Unidos y en Alemania; un año después, el Instituto Franklin de Filadelfia le otorgó la Medalla de Scott, por su contribución al desarrollo de la acústica y la reproducción del sonido. Con algunos amigos, fundó la United States Gramophone Company en 1893; en 1897 creó la Berliner Gramophone Company en Montreal. También instaló sucursales en Europa: en 1898 abrió la Deutsche Gramaphon Gesellshaft y la Britrain's Gramophone Co.

Además de sus experimentos en el campo del sonido, Berliner también trabajó en otros ámbitos como el de la aeronáutica. Así, fue el primero en utilizar un motor ligero de combustión interna que, posteriormente, se empleó en los aeroplanos. Bajo su supervisión general, su hijo, Henry Berliner, diseñó un helicóptero que voló con éxito a inicios de 1919. A pesar de este repentino interés por la aeronáutica, volvió a los problemas de la reproducción del sonido y en 1925 creó unas baldosas acústicas para su uso en auditorios y salas de conciertos. En 1913 se le concedió la Medalla Elliot Cresson en reconocimiento de su contribución científica a la telefonía y la acústica.

Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].